Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Periodista estadounidense revela en un libro intentos de la inteligencia cubana por reclutarlo

El espionaje de La Habana quería información sobre organizaciones del exilio y líderes como los congresistas republicanos Lincoln Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen.

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Los servicios de inteligencia cubanos intentaron, en 1999 y 2000, captar a un periodista estadounidense para que les proporcionara información sobre líderes del exilio a cambio, entre otras promesas, de una caja de puros "que nunca entregaron", reportó EFE.

Durante esos dos años, funcionarios de la Sección de Intereses de Cuba en Washington se reunieron a menudo con el periodista Robert Eringer en un restaurante vietnamita de la capital estadounidense, en una serie de citas que ahora desvela él mismo en el libro Treta: Encubierto en la contrainteligencia del FBI.

El intento de captación de Eringer estaba perfectamente diseñado por los servicios de inteligencia cubanos, pero no tuvo en cuenta un detalle clave: el reconocido periodista y agente literario trabajaba también para la policía federal estadounidense (FBI).

"Estaban interesados en todo el que estuviera vinculado al Centro para una Cuba Libre", una organización del exilio cubano con sede en Washington y que tenía "muy disgustado a Luis Fernández, secretario de la Sección de Intereses cubanos", explicó a EFE Eringer, quien trabajó para el FBI durante diez años.

Entre los líderes del exilio por quienes se interesaba el espionaje cubano figuraban los congresistas cubanoamericanos Lincoln Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen, así como algunos directivos de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).

Sin embargo, la operación se frustró en 2001, cuando se destapó el caso de Robert Hanssen, ex agente del FBI encarcelado bajo la acusación de haber trabajado durante veinte años para el KGB soviético y para su sucesor, el FSB.

Hanssen fue condenado en 2002 a cadena perpetua sin derecho a obtener perdón.

Al principio, explicó Eringer, de 54 años, su misión básica era trabar amistad con el espía Edward Lee Howard, quien desertó de la CIA en 1985 para pasarse a las filas de la inteligencia soviética y residía en Moscú.

El plan consistía en atraer a Howard a un punto fuera de la antigua Unión Soviética donde los servicios de inteligencia estadounidenses pudieran capturarlo.

Para ello, el anzuelo utilizado en un principio fue la propuesta que le hizo Eringer de publicar sus memorias ( Safe House), que aparecieron finalmente en las librerías en 1995.

A esta publicación siguió el proyecto de elaboración de una guía de espionaje cuya promoción obligaría a Howard a visitar diversas capitales europeas, circunstancia que aprovecharían las autoridades estadounidenses para arrestarle.

Pero el plan, en el último momento, fue descartado por los riesgos de carácter político que entrañaba.

La misión y estrategia para capturar a Howard constituyen uno de los ejes centrales del libro (editado por Potomac Books), en el que se describe también los viajes de éste a Cuba y "cómo el plan inicial derivó en una serie de operaciones que incluían la operación cubana", precisó Eringer.

Los servicios de inteligencia cubanos querían aprovechar en 1999 los conocimientos precisos de Howard sobre el espionaje estadounidense para infiltrar hábilmente un "topo" en el Servicio Central de Inteligencia (CIA), agrega.

Eringer llegó a granjearse la amistad no sólo del espía traidor, sino también del director general del KGB, el coronel Igor Prelin.

"Sólo sé que la inteligencia cubana estaba intentando por todos los medios infiltrar a alguien en la CIA", dijo y señaló el interés de La Habana en que Howard les revelara las técnicas y "procedimientos" utilizados por la agencia estadounidense para reclutar agentes.

"Fueron seis años de odisea en busca de la creatividad y la locura", aseguró Eringer al recordar aquellas misiones en las que se jugó la vida como agente de la contrainteligencia del FBI.

Eringer, autor de cinco novelas, formó y dirigió además los servicios de inteligencia del príncipe Alberto II de Mónaco.

En cuanto a la posibilidad de que se produzca un proceso de apertura en Cuba, Eringer sostuvo que la Isla vive un momento de "mucho nerviosismo" y que "cambiará para mejor cuando muera Fidel Castro", no antes.


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