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Cortometraje, Animación, Chile

Cortometraje chileno nominado a competir por un Oscar

Bestia compite en la categoría de mejor cortometraje animado

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Bestia, del realizador chileno Hugo Covarrubias, está nominada en la competencia por el Oscar al mejor cortometraje animado, que se celebrará el 27 de marzo en Los Angeles. Es la segunda ocasión en que un filme de Chile compite por los galardones de la Academia estadounidense.

En una nación donde se mató a un presidente, se bombardeó la casa presidencial, se asesinó y desapareció a todo tipo de personas; donde el país se convirtió en un gran campo de concentración, los ríos, el desierto y el mar en depósito de cadáveres, resulta aún sorprende la participación de algunas mujeres en las tareas represivas. Ingrid Olderock —descendiente de alemanes con ideas ligadas al nazismo— fue una de ellas; quizá la peor, al menos la más conocida: la mujer más destacada de la DINA, acusada de adiestrar perros para violar prisioneros políticos durante la dictadura, además de ser la instructora de las otras decenas que participaron activamente en la represión.

De lo que no cabe duda es que Olderock llegó a ser la mujer más poderosa dentro de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), creada por el dictador Augusto Pinochet y el exgeneral del Ejército de Chile Manuel Contreras para combatir al “enemigo interno”.

La DINA y la tortura

Olderock —que llegó a la DINA como capitana y ascendió a mayor a su retiro— aparece reiteradamente en los testimonios de mujeres que sobrevivieron a las torturas como entrenadora de perros que violaban a las presas en los recintos de reclusión. A diferencia de otros represores que por años permanecieron en la oscuridad, emergió a la luz pública a raíz de un atentado del que fue víctima en la década de los 80 del pasado siglo. A consecuencia del hecho, quedó con una bala alojada en el cráneo.

Al salir del hospital la entonces aún oficial declaró que los que le habían disparado “no eran terroristas de izquierda”, como se quería hacer creer, sino gente que estimaba que ella “sabía demasiado”. En realidad, el atentado fue perpetrado por miembros del MIR, pero se considera que, mediante una manipulación o por simple infiltración, existía un interés a niveles altos de los antiguos represores por hacerla desaparecer.

Inmediatamente después el atentado fue declarada demente por su propia institución y pasó a retiro.

Una vez iniciada la transición democrática en 1989, la exmayor Olderock testificó voluntariamente para el informe Rettig. En su declaración negó haber participado directamente en torturas.

La ruta de la infamia

Olderock ingresó a la DINA en octubre de 1973, con el grado de capitana. Durante los primeros años de la dictadura participó en la Escuela Femenina de la institución, donde 70 mujeres fueron instruidas en tareas represivas y técnicas usadas en la guerra contrainsurgente.

Dentro de su historial se encuentran tareas de espionaje, secuestros, torturas, desapariciones y su participación en la Operación Cóndor. Conocidos fueron también los vejámenes que ejerció utilizando animales (generalmente a su perro “Volodia”) para ultrajar sexualmente a detenidos y detenidas del centro de tortura selectiva “La Venda Sexy”, ubicado en la comuna de Macul. También fue destacada al interior de la brigada Purén, encargada de los asesinatos y desapariciones en la DINA, antes que se encargara de esas tareas la Brigada Lautaro.

La mujer, quien jamás fue interrogada judicialmente, también conoció secretos de Contreras, que lo relacionaban con el “proyecto Andrea” para fabricar el gas sarín, como también sus relaciones con Colonia Dignidad.

Tiempo después del intento de ajusticiarla en 1981, denunciaría a los generales en retiro Contreras y Raúl Iturriaga como responsables del atentado contra el general Carlos Prats y su esposa en Buenos Aires, ocurrido en 1974. Olderock finalmente falleció en 2001.

Torturadora

“Olderock fue la directora de la escuela femenina de la DINA y ahí se les entregó destrezas a setenta mujeres para matar, hacer seguimientos, torturar y desaparecer a personas. Ella entrenó a mujeres para realizar actos criminales con recursos del Estado y eso es desconocido hasta el día de hoy. Me parece que estas mujeres no pueden quedar impunes para la historia del país”, dice la periodista Nancy Guzmán, autora de Ingrid Olderock, la mujer de los perros (Ceibo Ediciones), en entrevista en elmostrador del 10 de septiembre de 2014.

“Ella fue parte importantísima de la DINA. Integró la peor de las brigadas: la Purén y en ella tuvo mando por sobre muchos agentes porque su grado era de capitana. Participó en torturas, diseñó la peor tortura que era vejar sexualmente a detenidas y detenidos con un perro. Participó en Operación Cóndor, en los entrenamientos que la CIA dio a las mujeres de la DINA en la Casa de Piedra, en el Cajón del Maipo; supo de la fabricación de gas sarín”, afirma.

Olderock terminó enemistada con su institución y también con la DINA.

“Ella terminó odiando a Carabineros porque desde ahí se planeó su atentado”, indica. “Ella siempre insistió que el fallecido general (César) Mendoza dio la orden para su asesinato y que fue (el mayor Julio) Benimelli quien quedó encargado”, agrega Guzmán,

El atentado lo terminó ejecutando el MIR.

“Posteriormente se dieron cuenta que habían atentado contra una agente que estaba desertando a Carabineros y a los servicios de inteligencia. Eso es muy interesante, porque los que atentaron contra ella fueron posteriormente detenidos y nunca les preguntaron sobre el atentado a Olderock en los interrogatorios, lo que lleva a la infiltración en los partidos de izquierda de la época, específicamente, en el MIR”, señala la periodista.

Vea aquí: Una entrevista con Ingrid Olderock.


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