Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Enrique Colina estrena en la televisión francesa su documental 'Los rusos en Cuba'

Con trabajo 'quiero hacer un rescate de la memoria del hombre de la calle en contraposición con la representación oficial', dijo el director.

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AFP/ París. El recuerdo que ha dejado la presencia soviética en la Isla es el tema de Los rusos en Cuba, documental que acaba de finalizar el director cubano Enrique Colina y que se emite este martes por el canal francés Histoire.

En 1991, la Unión Soviética desaparece y pasa la página a tres décadas de estrecha colaboración en todos los ámbitos con La Habana. El desmoronamiento del "aliado inquebrantable" da paso al llamado "periodo especial". El contraste, para los cubanos ahora mayores de 40 años, es algo inolvidable. Los recuerdos son intensos y dispares.

Desde el periodo de escasez del principio de la revolución, "la ayuda soviética fue importante y permitió que se hicieran muchas cosas positivas como el desarrollo de la educación, la salud, un estado de justicia social grande", declaró Colina a la AFP en París, apenas terminado el documental.

Conocido por sus documentales y por sus programas sobre cine en la televisión cubana, además de una participación en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes en 2003 con su largo de ficción Entre ciclones, el director de 64 años incluye en su documental testimonios sobre esa época, de la gente de la calle, de artistas, escritores, humoristas, periodistas, traductores de ruso.

La gente lo que recuerda ahora son las conservas de carne rusa, la leche en polvo, las compotas, televisores, camiones, las películas rusas que no gustaban, aunque algunas marcaron, como Cuando pasan las cigüeñas, los cantos, el ajedrez. "Había de todo y no supimos aprovecharlo", dice un hombre en el documental.

A los soviéticos los llamaban "bolos", según unos, por el nombre Volodia, otros dicen que por los bolcheviques, pero la mayoría lo atribuye al lado macizo y rústico de los camaradas, muy alejados de la exuberancia caribeña. "Hacían las cosas para que duraran", sentencia un entrevistado.

Los matrimonios mixtos y sus hijos, los "agua tibia", esa lavadora rusa que ha sobrevivido a un vuelo "espacial" en plena bronca doméstica y ahora más que lavar tritura la ropa, o el ventilador Orbita, más conocido como "el caminante" por sus enérgicos desplazamientos; el perfume Moscú Rojo, la "playita de los rusos", con su mercado y su bar reservados, donde los niños cubanos se ganaban un dinerito vendiendo estrellas de mar a los amigos extranjeros.

Los grandes momentos de la historia o la actualidad política puntúan el documental, pero el cineasta se centra en las huellas concretas que ha dejado la presencia soviética en la Isla, de hasta 23.000 militares en 1962.

"Con este documental quiero hacer un rescate de la memoria del hombre de la calle en contraposición con la representación oficial, donde están desde las visitas de los dirigentes, la celebración de los congresos, los actos militares y los desfiles del Primero de Mayo, donde está el hieratismo, el acartonamiento de ese sistema que se importa artificialmente y le quita a la Revolución cubana el carácter innovador, fresco, espontáneo que tenía al inicio", explicó Colina.

"Se habla del internacionalismo proletario, pero el sustrato era el interés de los rusos por tener un punto estratégico pegado a los norteamericanos, más la representación que podía significarles tener a Fidel en el Tercer Mundo, y Cuba estaba comiendo de ello", afirmó.

A una pregunta sobre el destino que tuvo luego la ayuda, Colina respondió: "A mi juicio, no estaba justificado que Cuba hubiera sufrido la situación de penuria económica tan grande cuando desapareció la Unión Soviética. Me parece que hay factores de mala administración, que no son imputables a los norteamericanos solamente —como el bloqueo, que hace daño—, factores internos que resultan de una inoperatividad económica del sistema".

La producción francesa, de 52 minutos, concebida antes del reciente acercamiento de Rusia a América Latina, recalcó Colina, se transmitirá este martes 6 de enero en el canal Histoire y el 19 de enero en el canal caribeño francés RFO.

Colina dijo tener esperanza de poder hacer una versión más larga, e incluso una serie, con los elementos que ha dejado de lado, y apuntó la idea de una exposición en el Museo de Bellas Artes de La Habana, con obras de los artistas cubanos que interpretaban la sovietización del país.

"Esta relación es surrealismo latinoamericano, esta relación sí que es surrealismo", murmuró con una gran sonrisa.


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