Miguel Barnet: “Es un privilegio vivir en Cuba”
El presidente de la UNEAC afirma que la organización “representa la vanguardia intelectual y artística” de la Isla, donde “no hay un escritor (…) que permanezca inédito”
El escritor cubano Miguel Barnet, presidente de la oficialista Unión de Escritores de Cuba (UNEAC), ha declarado este sábado al periódico capitalino Tribuna de La Habana que vivir en Cuba es un privilegio para aquellas personas que deseen desarrollar una vocación artística, porque en la Isla pueden “materializarla”.
“Conociendo como conozco algo del mundo, de este planeta convulso, constituye un privilegio vivir en Cuba, porque toda persona, con inclinación hacia cualquier aspecto de la cultura, puede materializar su vocación, a través de la literatura o cualesquiera de las artes, como el ballet y la plástica”, declaró el Premio Nacional de Literatura (1994), también presidente de la Fundación Fernando Ortiz.
En entrevista para el rotativo provincial, Barnet afirmó que la Campaña de Alfabetización realizada en Cuba a inicios de los 60 —que califica como “el mayor logro de la Revolución en muchos años”—, así como la posterior creación de escuelas de arte y las campañas de lecturas, fueron resultado del empeño del ex gobernante cubano Fidel Castro en “estimular al ser humano en sus facultades, tanto los potenciales científicos como los artísticos”.
La política cultural cubana, manifestó el autor de Biografía de un cimarrón (1966), es un ejemplo para el mundo en tanto el “pueblo (de la Isla) puede acceder a muchas esferas de la cultura”, lo que no sucede en otros países latinoamericanos, por los altos costes que implica el desarrollo de la educación artística.
“Si de derechos se habla, hay que contar con Cuba, porque su pueblo puede acceder a muchas esferas de la cultura; esto no puede alcanzarse en muchos pueblos de este continente, debido a que la mayoría de las disciplinas inherentes al sector requieren de altos presupuestos. Y en esa contradicción radica el privilegio de los cubanos, pues —por ejemplo— las entradas a los teatros y los libros son muy caras en gran parte del planeta”, aseguró.
En la Isla “no hay un escritor (…) que permanezca inédito (…) ni un joven con facultades para ejecutar un instrumento que no pueda estudiar en la Escuela Nacional de Arte o en la Universidad de las Artes, única en la región”, añadió.
“Ser cultos es un derecho para todos los cubanos”, aseveró, pues el ciudadano de la Isla puede “acceder al conocimiento”, dado que “la enseñanza es gratuita”, y “el conocimiento es parte de la cultura”.
Entre otros factores que promueven el ejercicio del derecho a acceder a la cultura en Cuba, además de la “gratuidad” de la enseñanza, Barnet mencionó “los módicos precios de los libros” y la existencia de “fondos valiosos” en las bibliotecas cubanas.
Subrayó el “nivel de apreciación de las artes” de “los espectadores”, como se puso de manifiesto, explicó, durante la más reciente y “extraordinaria” edición del Festival de Ballet de La Habana, donde actuaron “compañías de numerosos países, incluso de Estados Unidos”.
La UNEAC, según su presidente
Para Miguel Barnet, la UNEAC, que se define en su sitio digital, como “organización social con fines culturales y artísticos (…) que agrupa (…) con carácter voluntario y siguiendo el principio de selectividad (sobre la base de su currículum artístico) a los escritores y artistas cubanos”, “representa la vanguardia intelectual y artística del país”.
Así, tiene como objetivo esencial “promover la cultura en sus más diversas manifestaciones” y con este fin “estimula a los creadores a trabajar de forma cohesionada, con respecto (¿Sic?) a la diversidad de criterios”, aseguró. “Es muy necesaria en ese sentido”, añadió.
Palabra de Barnet
El pasado mes de junio, el presidente de la UNEAC dejó claro el concepto de “diversidad de criterios” en una reunión de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA).
Ante un comentario del profesor Ted Henken, del Baruch College de la Universidad de Nueva York, Barnet calificó a la bloguera cubana Yoani Sánchez y al economista y periodista independiente Oscar Espinosa Chepe de “mercenarios”.
En LASA, los participantes elaboraban una resolución de condena al Gobierno estadounidense por haber negado la visa para acudir al evento a 10 académicos cubanos, aunque sí la otorgó a otros 65 asistentes, entre ellos el historiador de la ciudad Eusebio Leal y la directora del Cenesex Mariela Castro.
En su comentario, el profesor Henken solo pedía otorgar el mismo derecho a otros cubanos y puso como ejemplo los casos de Sánchez y Espinosa Chepe a quienes el régimen de la Isla ha impedido participar en actividades previas de la organización, según reportó Efe.
“No acepto dar el mismo derecho de los académicos a los mercenarios”, respondió Barnet, también miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC, único).
En agosto de 2011, el presidente de la UNEAC volvió a ensalzar los “valores democráticos” de la organización al calificarla de “nicho de debates” y “laboratorio de ideas”, para luego añadir que entre los objetivos de la entidad desde su fundación estaba también “combatir toda actividad contraria a los principios de la revolución”, según informó la misma agencia.
Dos años atrás, en una entrevista para Efe en Roma, declaró que “en Cuba existe la libertad de expresión” y que la mayoría de los presos políticos cubanos “recibe beneficios de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos”.
En 2003 el actual presidente de la UNEAC firmó, junto con otros 25 artistas e intelectuales cubanos, el “Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos”, que pretendió justificar ante el mundo la Primavera Negra y los juicios sumarísimos donde 75 cubanos fueron condenados a penas de hasta 25 años de privación de libertad, así como el fusilamiento de tres jóvenes negros que intentaron secuestrar una embarcación para huir de la Isla.
El mensaje en cuestión aludía una vez más a “una gran campaña” que pretendía “aislar” a la Isla y “preparar terreno para una agresión militar de Estados Unidos contra Cuba”, a las “amenazas” de la “superpotencia”, y calificaba de “confundidos” a los cientos de artistas e intelectuales de todo el mundo que protestaron contra la ola represiva desatada por el régimen cubano y el fusilamiento de los tres jóvenes.
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