Más lejos que nadie
La jabalinista Osleydis Menéndez ya es dueña de un sitio referencial en el deporte cubano de todas las épocas.
No era difícil predecir, a mediados de los años noventa, cuán lejos llegaría en su aún corta carrera deportiva la jabalinista cubana Osleydis Menéndez. La actual reina olímpica y mundial del difícil implemento, comenzó desde bien joven a robar elogios y titulares de prensa al coronarse campeona universal juvenil en dos ocasiones consecutivas (1996 y 1998), la primera con apenas diecisiete años.
Ningún debutante cubano había alcanzado antes tal doblón, pero ese fue sólo el principio. El atletismo de la Isla sufría por aquellos años un vacío de grandes figuras, tras los retiros del saltador de altura Javier Sotomayor y la corredora Ana Fidelia Quirot. Comenzaba a gestarse entonces en los más diversos estadios europeos, sedes de los principales circuitos competitivos de cada temporada, el camino hacia el estrellato de un rostro muy nuevo que, a fuerza de conjugar talento y tesón, ascendería hasta lo más alto.
Menéndez es oriunda de la pequeña localidad matancera de Martí. Allí nació en 1979, apenas un año antes de que en las Olimpiadas de Moscú otra jabalinista cubana, María Caridad Colón, aportara a Iberoamérica la primera medalla dorada que fue al pecho de una mujer de nuestra región.
Ahí estuvo quizás su mayor estímulo cuando se inició en este deporte y compitió por primera vez, con trece años, en los Juegos Escolares Nacionales. Un poco más tarde, al conformarse la preselección juvenil en su disciplina y evaluarse satisfactoriamente sus resultados, los especialistas la tuvieron en cuenta con la vista puesta en los certámenes universales, sin pensar que estaban contribuyendo al definitivo crecimiento de una estrella rutilante del atletismo mundial.
Era todavía juvenil cuando asistió a su primer Mundial de mayores, en 1997. Allí quedó séptima, aunque ese año logró quebrar la barrera personal de los 65 metros. Dos años después ascendió al cuarto escalón universal y ya nadie podría desplazarla de la vanguardia. Su consagración llegó con el bronce en su estreno en unos Juegos Olímpicos, los de Sydney 2000. Entonces quiso repetir la hazaña de la Colón, pero pensó que quizás no había llegado el momento.
Y el momento llegó en la cuna del olimpismo, en la cultísima Atenas, en el verano de 2004. Un solo disparo, el primero, le valió la medalla de oro y fue récord para la competición. Su registro quedó a sólo un centímetro de su primado mundial, impuesto precisamente en otra urbe griega, Réthymo, en 2001.
Nadie pudo entonces llegar más lejos. Ni tampoco este año, en el Mundial de Helsinki, donde otra vez implantó marca absoluta de 71,70 metros para llevarse un jugoso premio de cien mil dólares en disputa. Atrás quedaron sus cetros en el Mundial de Edmonton 2001 y en la Copa del Mundo de 2002, así como sus decepciones por el quinto puesto en el Mundial de París 2003 y el bronce en los Juegos Panamericanos de República Dominicana ese mismo año.
Con apenas 25 años, Osleydis Menéndez ya lo ha ganado todo. Ha llevado a los libros ocho récords nacionales absolutos y dos mundiales. Es dueña ya de un sitio referencial en el deporte cubano de todas las épocas.
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