Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Béisbol

Un nuevo modelo para armar

¿Llegó la hora de ubicar el béisbol de la Isla en su justo lugar?

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También comienza a ser incierto el futuro en algunas posiciones claves. Es el caso del campo corto, con un Eduardo Paret que llegaría muy veterano al 2008, amén de que parece haber visto pasar sus mejores años. No olvidemos que es el primer bate en la alineación regular.

En su lugar se vislumbra el capitalino Rudy Reyes, un pelotero con muy buenas manos, pero de escaso bateo. Reyes tuvo un magnífico torneo mundial en el 2005, gracias a la lesión de Paret. Sin embargo, apenas ha podido jugar después de eso. En el reverso de esta moneda está Yoandri Urgellés, relegado siempre y a quien al parecer reservan para el 2008. Es un magnífico bateador y jardinero, pero ¿cómo esperan que rinda en un certamen como ese, si se posterga una y otra vez su debut en grande con la nave principal?

La receptoría es otro punto débil, si tomamos en consideración el papel ofensivo que en el béisbol actual tiene esa posición. Ni Ariel Pestano —otro veterano de cara a Beijing— ni Eriel Sánchez han mostrado poderío ni consistencia al bate en torneos internacionales. Por no hablar del pitcheo, urgido de medidas eficaces dentro de la venidera Serie Nacional para detener las lesiones y profundizar en repertorios de lanzamientos y pensamiento táctico.

Tempestades presentes y futuras

Pero acaso nada repare la honda grieta que en este deporte tan altamente profesionalizado implica mantenerse al margen del necesario roce con la principal liga en todo el planeta, la Gran Carpa norteamericana. Es una añeja deuda que comienza a pasar factura. Si no se traba conocimiento sistemático, por ejemplo, del pitcheo de Grandes Ligas, los bateadores cubanos serán la sombra de lo que fueron y estarán destinados a ser eternos segundones. Y cuidado…

Los estadios vacíos son otra señal de alerta. Un graderío desértico es también el rostro de una nación. Se conjugan muchas carencias, represiones y desalientos cuando los seguidores de un equipo lo abandonan a su suerte, como si les diera igual celebrar el triunfo o angustiarse por la derrota. Nuestro certamen mayor sigue oliendo a casa cerrada, a festividad que se aplaza, a solitario corredor de fondo que se va a desmayar a centímetros de la meta.

Cuando el tufillo politizante sigue prevaleciendo en las ineludibles decisiones que deben tomarse para reempinar el béisbol, se recogen estas y otras tempestades presentes y futuras. Se condena a los jugadores, que otra vez son los que más sufren y tienen que ver pasar sus mejores años sumidos en el estancamiento y la mediocridad.

El deporte cubano requiere oxígeno, clama por reformas, exige miradas menos complacientes y más a tono con los tiempos que corren. Es necesario, en fin, un nuevo modelo para armar.


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