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El ídolo roto

La divulgación del informe toxicológico sobre la muerte del pelotero José Fernández dará mucho que hablar en Miami y La Habana

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Para algunos de sus admiradores seguramente es una decepción. Otros se mantienen fieles a sus ídolos. El fallecido lanzador estrella de los Marlins, José Fernández, estaba legalmente ebrio y tenía cocaína en el cuerpo cuando perdió la vida en un accidente con su embarcación el mes pasado, según el informe toxicológico dado a conocer el sábado.

La presencia del alcohol en los hechos no resultó una sorpresa. Los tres jóvenes —con Fernández iban Emilio Jesús Macías y Eduardo Rivero— que fallecieron en el accidente marítimo habían sido vistos en el American Social, un bar de lujo en el río Miami. Pero la presencia de droga en el cuerpo de Fernández sí es una sorpresa. El que sus índice de alcohol resultaran tan elevados abre el camino a complicaciones legales.

Aunque los dos acompañantes de Fernández tenían alcohol en el organismo, ninguno estaba legalmente ebrio, indica el informe de Medicina Legal del Condado Miami-Dade. Sin embargo, uno de ellos, Rivero, también tenía cocaína en la sangre.

Fernández tenía un contenido de alcohol en la sangre de 0,147, muy por encima del límite legal de 0,08. Otra medición indicó que el nivel de alcohol era exactamente dos veces el máximo permitido. Todo de acuerdo a la información publicada en el diario de Miami El Nuevo Herald.

Como suele ocurrir en esa ciudad, en la historia de Fernández el deporte se mezcla con la política, la imagen del exilio cubano y las posibilidades que brinda el abandonar Cuba.

Por ello su caso dará aún mucho que comentar. En primer lugar, el joven deportista era un héroe local y también una conclusión optimista que podía esgrimir la comunidad cubana de Miami frente a frustraciones anteriores.

“En esas dos décadas, creo que solo otro suceso ha conmocionado a los cubanos de Miami tanto como la muerte de Joseíto: el caso de Elián González”, escribió la periodista Ivette Leyva Martínez en CaféFuerte.

“José logró lo que muchos deseaban para Elián: ser la encarnación del sueño americano. Ambos lograron salvarse de naufragios en ese mismo mar que ha devorado a tantos cubanos en busca de lo que José, inmenso, logró sin aparente esfuerzo”, agrega Leyva en su columna titulada José Fernández, el héroe fugaz.

“En solo 24 años lo fue todo: salvador —de su madre en el mar—, sobreviviente —de esas mismas olas y de una cirugía que puso en peligro su vida deportiva—, atleta superdotado y alabado por todos, líder de su equipo, ídolo de multitudes, objeto del deseo, encarnación del espíritu competitivo y de la alegría de vivir. Todo, excepto más tiempo”, enfatiza Leyva Martínez.

Ahora la imagen de Fernández se ha tornado menos mítica, más cercana a la realidad, quizá más humana.

“A sus 24 años, Fernández era demasiado humano y ese impulso vital que le hacía ganar juegos y dominar rivales en los terrenos de béisbol aparentemente le llevó a habitar en alguna zona oscura en las que muchos entramos, aunque pocos tenemos el coraje de admitirlo”, escribe Jorge Ebro en El Nuevo Herald, y titula su pieza José Fernández, el imperfecto héroe de Miami.

Solo que, siglos después de la antigua Grecia y olvidando aquellos tiempos de la Ilíada y la Odisea, nos hemos acostumbrado a que los héroes no surgen con imperfecciones —aunque las tengan—, y en especial los héroes para los cubanos, cuyo Olimpo no recuerda a Ítaca y Troya sino al catecismo católico.

Por ello, por ser un héroe local, no ha sido sencillo dar a la luz pública el resultado del informe forense.

La publicación del informe toxicológico ocurrió un día después de que el Miami Herald demandara a la Oficina de Medicina Legal de Miami-Dade con el fin de que entregara los resultados del examen.

La semana pasada, el Miami Herald obtuvo una copia de una orden de registro que indicaba que los cuerpos de los hombres emanaban “un fuerte olor a alcohol” cuando llegaron a la morgue. También se encontró un recibo del American Social en el bolsillo de uno de los hombres.

El accidente era investigado por la Comisión de Conservación de Peces y Vida Silvestre de la Florida (FWC, por sus siglas en inglés), que inicialmente alegó que no se podían publicar los documentos debido a la investigación penal en curso. Sin embargo, el Herald alegó que no se habían presentado cargos penales contra nadie porque todos los que iban en la embarcación fallecieron.

El informe fue dado a conocer después de que la FWC se negara a ser parte de la demanda. “El Condado Miami-Dade se enorgullece de tener un gobierno transparente”, dijo el alcalde condal Carlos Giménez en un comunicado de prensa que explicó las razones por las que la FWC declinó participar en la demanda.

El abogado de la familia del pelotero insistió el sábado en que Fernández no estaba pilotando la embarcación cuando chocó con un rompeolas.

Señala que un testigo que hablaba por teléfono con Fernández “en el momento del impacto”, según el abogado. El testigo dijo a la policía y al abogado de Fernández que el lanzador “le estaba diciendo a la persona [que pilotaba la embarcación] que se desviara a la izquierda, a la izquierda, lejos de la orilla… y poco después se interrumpió la comunicación”, dijo el abogado.

La versión del testigo está respaldada por registros telefónicos y mensajes de texto, según el abogado de Fernández, quien cree que Macías estaba pilotando el SeaVee, llamado “Kaught Looking”.

El dato, sin embargo, tiene una gran importancia ante cualquier posible querella judicial pero se coloca a un lado de lo realmente importante para la comunidad cubana de Miami: levantar un estandarte de ejemplaridad —el hijo salvador de su madre de las aguas y la carrera triunfal en Estados Unidos— frente a la decepción del caso Elián. Y cabe la posibilidad de que el ángulo del alcohol y la droga sea explotado por la prensa oficial cubana, con mayor o menor discreción. No es difícil tampoco vaticinar este ángulo: convertir la figura de triunfador en víctima.

A los efectos de la valoración deportiva, el resultado del informe forense será de poca trascendencia en última instancia: su muerte temprana, simpatía y logros en los estadios superarán cualquier otra valoración.

Aunque tanto en Miami como en La Habana la política se impone sobre cualquier otro aspecto, la desafortunada muerte de José Fernández ha cobrado otra dimensión.


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