Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Comecandela y su mujer barbuda

Retrato de dos miembros de las Brigadas de Respuesta Rápida; verdugos de su propia gente y de sí mismos.

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Hay tragedia en el circo. Comecandela ha sido abandonado por la Mujer Barbuda.

Hace más de seis meses ella viajó a Las Vegas (por carambola, a través de algún país latinoamericano) para visitar al hijo mutuo. Y hasta el sol de hoy. Ahora acaba de llamar a Comecandela por teléfono para anunciarle lo que ya sabía todo el barrio, menos él: que no la espere porque no volverá, que prefiere bueno por conocer a malo conocido. Así dicen que dijo textualmente.

La reacción de Comecandela no podía ser otra. Encabronado como está, se ha dedicado a redoblar su participación en todas las convocatorias de las Brigadas de Respuesta Rápida en el municipio habanero de La Lisa, donde fue fundador, junto a su esposa (y hoy desertora), la Mujer Barbuda, de esta gloriosa tropa paramilitar dedicada a la defensa de la tiranía en primera línea.

Aunque sus nombres sean omitidos, digamos que por razones de vergüenza ajena, sus nombretes, así como su historia, son absolutamente reales y verificables.

Él es un exoficial del ejército que regresó loco y desmovilizado de la guerra en Angola. Por supuesto que desde mucho antes de estos hechos le llamaban ya Comecandela, apodo que entre nosotros se aplica comúnmente a los comunistas acérrimos: dogmáticos, intolerantes, agresivos. Ella no tiene barba sino bigote, pero en el barrio siempre le llamaron la Mujer Barbuda, por caprichoso contraste, tal vez, o porque, según las malas lenguas, es quien llevaba los pantalones de la puerta hacia adentro de la casa.

Hasta el día de su deserción, la Mujer Barbuda era directora de una escuela primaria, militante del Partido, federada y cederista destacada. Deben resultar incontables, aun para ella, las pedradas, los trancazos, los lanzamientos de huevos y de plastas de excrementos que se apuntó en las epopéyicas jornadas del Mariel y en todos los mítines de repudio de etapas posteriores.

El matrimonio tuvo un hijo, que, quizás por suerte para él (santo Freud nos libre de especulaciones) es homosexual. Está instalado en Las Vegas desde hace varios años. Y le va bien. Pero la gente del barrio no ha olvidado lo mal que le fue en estos predios, incluso dentro de su propio hogar, donde era despreciado, vigilado y aun denunciado a las autoridades, debido, según Comecandela, a su comportamiento antisocial y a sus junteras con elementos negativos.

Sin embargo, pasó el tiempo, y como con las glorias se borran las memorias, un buen día la madre se puso a extrañar al hijo ausente, quien, por lo demás, nunca había dejado de escribirles, de llamarlos por teléfono y de enviarles remesas. Fue así que empezó a tomar cuerpo el plan de fuga de la Mujer Barbuda.


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