Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Homestead

El boulevardito

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De las bolsas sacan el café, de los papeles de aluminio, algunos bocados, y se van congregando en marcha semoviente en el boulevardito. Ed Sarasola, con una intuición nacional incontestable, descubre a Pepe: "Tú eres cubano". Pero este lo niega. Y se dirige entonces a Mr. Merton, un afroamericano que comparte con él parecida asimetría: Ed es cubanoamericano, criado en Nueva York, radicado en Miami y casado con una emprendedora catalana. ¿Alguien quiere más?

Ed ha bautizado al residente Mr. Merton como "el doctor", pues le ha asegurado que tiene veinte doctorados de los cuales el único que le interesa es el de "business administration". Y se ríe. Tiene unos libros a su lado que avalan la idea, o el sueño, de que le han truncado la carrera ejecutiva por envidia: "Soy muy bueno para ellos". Ed le pregunta si tiene interés en la política y le da un "sí". Que si conoce al profesor Cornell West y le da otro "yes". Y Mr. Merton, sin dudar, le comenta el último libro del ilustre intelectual afroamericano. Ed, quien conoce el mundo de los negocios, le hace algunas consultas y permanecen parte de la mañana conspirando.

Pero no se ha olvidado que Pepe es cubano y le extiende unos dólares. Y Pepe acepta su criollez y abre el capítulo diez de sus historias asegurando que ha sido liberado hace poco en Atlanta, que otro cubano le ha robado la identidad y que vino a Miami a luchar para prosperar. Los ojos le brillan, llenos de ansias, sin inocencia. Ojos rojinegros, con rara señal.

Parece que a Ed le gusta mucho una anciana, una señora legendaria como aquella negra regenta de Perico, Matanzas, matriarca de la elegante familia Suset. Y le disgusta esa otra vieja que amenaza a los presentes con un mundo mejor donde deben protegerse los derechos de todos y las cosas se reparten entre camaradas y compañeros.

El 'homeless' de la patria

En el boulevardito hay una Oficina de Incometax, otra de la policía de Miami, y un trío de amantes trasnochados que se besan detrás de la patrulla K-9 Unit, aprovechando la oscura silueta del Warning Police Work Dog. A un costado, un edificio con gentes con facha de ex clase media sudamericana que atraviesan con espanto su propia calle; al otro, el condominio The Tower at Parkwest, protegido por la compañía Bryant Security. Asegura Ed que hay signos inequívocos de que está habitado por bailarinas y trabajadores de la noche: demasiado silencio en la mañana, trajín al mediodía, y solitarias "femmes" paseando perritos "de raza" y conversando por teléfonos celulares el resto de la tarde.

El parque de autos del boulevardito es incoherente: lo mismo un Mercedes Benz que un Toyota que alguien usa como "transporteichon". Palomas baratas, gente barata, huellas baratas. Unos bellos mosaicos incrustados en las aceras y firmados en 1991 por Escarleth Solis, Jovan Marshall, Diego Martínez, todos del 3rd Grade de la Douglas Elementary School. También un obelisco de metal, en conmemoración de nada.

Pepe regresa alarmado y dice que alguien le ha robado el dinero que Ed le diera unas horas antes. Pide más. Demasiada viveza, harta habilidad cubana en el asunto. No sé si esta vez se abrirán los bolsillos para Pepe Céspedes: el "homeless" de la patria.


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