Actualizado: 23/04/2024 20:43
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El húngaro borrado y la cerveza Hatuey

Cómo se inventó La Bodeguita del Medio y de quién fue la idea: La versión oficial ha omitido el nombre de su verdadero fundador.

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A ver al atractivo y excéntrico Sepy en su bodega iban a menudo Ava Gardner, René Portocarrero, Errol Flynn, Ñico Saquito, Wifredo Lam, Benny Moré, Miguel Matamoros, Agustín Lara y Nat King Cole, por nombrar algunos. Así, se fueron llenando las paredes del local con fotos de los clientes habituales, sobre todo cubanos y americanos.

La Bodeguita no tenía menú escrito ni carta de vinos, pero entre Sepy y Martínez consiguieron ofrecer lo mejor de la cocina criolla: pierna de cerdo asada con ají picante, pollo cocinado en cacerola, arroz congrí, moros y cristianos, tasajos y carnes estofadas a la habanera acompañadas de viandas… Todo ello regado con la mejor cerveza del país y ron tostado de Santiago.

Al poco de sus comienzos, Sepy contrató como trío del local al compuesto por Carlos Puebla y Santiago Martínez (voz y guitarras), acompañados de Pedro Sosa (voz prima y maracas). Puebla cantaba allí su repertorio, salpicado de canciones tradicionales. Compuso una canción para el local ( Te espero) y cerraba las actuaciones del trío con el himno de la bodega, el "sun sun damba eh", de Rogelio Martínez.

Puebla asistió complacido a la llegada de la fecha de caducidad que iba grabada en el prospecto de la revolución cubana, y que puso fin, ¡ay!, a la juventud, el atrevimiento, la irreverencia y la ingenuidad que hasta entonces la habían movido. Para que no quedaran dudas, certificó su adhesión a la esclerosis con su "llegó el comandante y mandó a parar".

La ruina del sentido y de la memoria

Llegaba la hora de levantar el nuevo imperio con una capa viscosa que debía extenderse por todos y todo. Recuerdos como el de Sepy y su desbordante ruptura creadora tenían que ser vistos, primero con sospecha, y luego con animadversión. Las fotos de Sepy (como las de Carlos Franqui) desaparecieron de manera oficial. El extranjero dejó de existir. El empeño y la perseverancia tuvo su fruto porque hoy ningún empleado de La Bodeguita del Medio, ni casi nadie en Cuba, tiene la menor idea de quién fue ese señor.

Como quiera que el fabuloso invento de La Bodeguita, y su posterior esplendor, tienen una deuda de gratitud con Sepy, dedico estas líneas a aquel espíritu culto, cínico y emocionalmente entregado.

La maquinaria destinada a la exclusión, que se ha comportado como una trituradora en una sociedad atravesada por mensajes y consignas, en el caso de La Bodeguita ha funcionado de modo un tanto ridículo. Las autoridades cubanas, tan cuidadosas (para con algunos) con su historia y sus estadísticas, difícilmente podrán convencer a un turista conspicuo que el local que compartió cetro con El Floridita fue resultado sólo de la actuación de un audaz cantinero canoso que aparece retratado tras la barra con camisa de miliciano.

Sería muy deseable editar, algún día, una "Guía de La Habana para perplejos". Aunque sólo sea como un intento que responda a la ruina del sentido y de la memoria, y ayude a superar la disgregación y el peor de los sectarismos.


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