Actualizado: 02/05/2024 23:14
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Encuentro en la Red

La fortuna de Castro

¿Cómo es posible acumular tantos millones de despreciables billetes verdes, sin que nadie ni siquiera lo sospeche?

Enviar Imprimir

Sin rendir cuentas a nadie

Intento entonces otra explicación. El Comandante, que accedió en 1959 al cargo público de primer ministro y luego se ha eternizado al frente del gobierno y el Estado durante lustros y decenios, se adjudicó desde el principio un modestísimo sueldo de trescientos pesos cubanos al mes que nunca se aumentó y, religiosamente, los fue ahorrando durante casi medio siglo.

Nunca ha pagado renta a la Reforma Urbana, ni luz, ni teléfono, ni comida alguna, ni se ha comprado un par de botas rusas por la libreta de abastecimientos, porque su vida es espartana y guerrillera. Esos trescientos pesos fueron depositados en una pequeña cuenta de un banco, tal vez en Birán, nunca en Suiza, válgame Dios. Pero supongamos que el salario fue de quinientos, o de mil pesos mensuales, o más, como debería corresponder a un mandatario. Ni así. El Comandante no pudo convertirse en el Rico McCastro gracias a sus ahorros, derivados de un trabajo duro y honesto.

Mi última explicación es que la revista Forbes miente descaradamente. Se trata, una vez más, de una manipulación del imperialismo para desprestigiar a un revolucionario de humilde uniforme verde olivo, que ni siquiera tiene para comprarse cuchillas de afeitar. En este caso creo que el Rico McCastro podría demostrar su inocencia.

Al igual que se hace en numerosos países civilizados, el Comandante podría publicar en el Granma el estado actual de su patrimonio, señalando cuáles son sus limitadas posesiones, cuentas de bancos y otros bienes, si los posee, y poniéndose a disposición de una auditoria independiente, calificada y objetiva.

Se trata de una práctica universal, a la que se somete la propia reina Isabel de Inglaterra, que informa anualmente a sus súbditos a cuánto asciende y cuál es la composición de su capital. Así lo hacen en México —que no es ningún modelo de transparencia— los funcionarios públicos e incluso los candidatos presidenciales. También se requiere en Estados Unidos, de donde procede tanta difamación, conforme al discurso castrista.

No obstante, temo que por ahora no podré saber la verdad acerca de la fortuna de Fidel Castro. De la misma manera que el Patriarca de García Márquez, que no recordaba cuándo había llegado al Poder; o el pato millonario de Disney, a quien sólo le interesaba el dominio de la riqueza, el Rico McCastro no le rinde cuentas a nadie. Hasta un día.


« Anterior12Siguiente »