Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Miami

Los santos y Sandra de los Santos

La joven que arribó a EE UU en una caja de madera y los patakines de la traición afrocubana.

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Para el asombro del pueblo y del Consejo, la asignación no se dirigió a ninguno de los presentes, sino que extrañamente apuntó al mar, advirtiendo que el nuevo rey llegaría por esta vía. La espera e incertidumbre embargaron durante varios días a la población, en la que además se hallaban los reyes invitados de otros pueblos cercanos para celebrar la toma de posesión y ceremonia de coronación del nuevo gobernante.

Allí se encontraba, como era de esperar, el susodicho rey, anciano, repudiado y detestado desde siempre por su pueblo. Departía y conversaba desenfadadamente, en agradable charla con sus homólogos, cuando fue interrumpido súbitamente por los gritos y las voces que venían de la orilla del mar. Los asistentes se pusieron de pie, observando a un grupo de hombres acercarse corriendo, cargando una caja de madera; todos estaban invadidos por la sorpresa y sus rostros reflejaban la intriga.

El jefe del Consejo, adelantándose, dio inmediatamente la orden de abrir la caja, y frente a la perplejidad de la multitud, salió de ella el hombre desconocido a quien el oráculo había designado. El malévolo rey invitado, que había tramado el siniestro ardid, abrió los ojos desmesuradamente, sin salir de su estado catatónico, frente a los gritos de loa y "viva el rey recién llegado" de los habitantes de la región. El extranjero fue acogido como corresponde, aclamado, agasajado y honrado.

La acogida a Sandra de los Santos

Olofi había escuchado con agrado los ruegos de su pueblo y contestado con atinada y clara respuesta. De la misma manera fue acogida Sandra de los Santos, auxiliada con una beca para estudios, apadrinada por un matrimonio cubano, invitada a programas de la radio y la televisión, donde todos pudimos conocer de su proeza; agasajada con múltiples regalos, entre ellos hasta un automóvil nuevo, y finalmente aceptada en un nuevo país.

Toda la cultura exportada de África a las Américas por los esclavos, en especial a Cuba, y cuyas raíces han estructurado gran parte de la cubanía, la mística y el sabor cubano, también ha contribuido al fundamento de la fe, el carácter y el valor. Esta cultura ha conformado una sabia filosofía popular y un espacio político-social, cerrado para los desposeídos y vulnerables, ayudando a reconstruir su estima y su entorno.

Desconozco si Sandra es una conocedora de sus tradiciones, una iniciada, una simple receptora de los cuentos de sus abuelitos, una inteligente aplicadora de conceptos, o una iluminada casual. Como quiera que sea, es parte ya de la historia de la mujer cubana.


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