Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Política

«Hay tres tendencias disputándose el poder»

Revolución, exilio y sucesión. Carlos Franqui cuenta sus experiencias y habla sobre los nuevos escenarios que se abren en Cuba.

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Carlos Franqui (1921) es la memoria viva de toda una etapa importante de la revolución cubana, cuando este concepto se podía escribir en mayúsculas. Estuvo con Fidel Castro en la Sierra Maestra, fue director de Radio Rebelde, un instrumento importante en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, y después director del diario Revolución, órgano del Movimiento 26 de Julio, donde se agruparon durante un tiempo brillantes intelectuales, como fue el caso de Guillermo Cabrera Infante.

Cercano colaborador de Celia Sánchez, Franqui intentó que intelectuales europeos se acercaran a Cuba, con la idea de llevar la cultura a la población. Fue en este proceso que surgieron contradicciones con Fidel Castro y su entorno hasta que ya, totalmente desilusionado, se radicó primero en Italia y ahora vive en San Juan, Puerto Rico.

Han pasado más de cuatro décadas de algunos de los episodios que Franqui relata en esta entrevista. Precisamente por esas circunstancias, porque más del 60 por ciento de la población cubana nació cuando Castro ya estaba en el poder, resulta oportuno escuchar su voz, recuperar un testimonio diferente acerca del pasado reciente de Cuba. Escritor y periodista, dialogar con este hombre, que conserva en su memoria una parte importante de nuestra historia contemporánea, se convierte en una lección para las nuevas generaciones.

¿En qué circunstancias se produce su incorporación al movimiento contra la dictadura de Batista?

Cuando Batista dio su golpe, el 10 de marzo de 1952, derrocando la democracia que gozaba Cuba, extraordinaria pese a sus imperfecciones, me di cuenta de que la vida iba a cambiar y también mi propia vida. Como era periodista, me dediqué a crear prensa clandestina en varios sitios. Así llegué hasta el período 55-56, donde hicimos primero la publicación Aldabonazo y después Revolución, que fue auspiciada por el grupo del 26 de Julio que formaban Faustino Pérez y el movimiento clandestino habanero.

En esa circunstancia, me trasladé a México a llevarle recursos a Fidel Castro y hacer campaña por su libertad, ya que estaba en la prisión de Miguel Schultz. Pero aun así, todavía en esa época formalmente yo no era miembro del 26 de Julio, porque como era una organización tan amplia, tanto en lo que se refiere a la ciudad como a la propia guerrilla, no había, como en otros partidos, el problema de la militancia, etcétera. Así que de esta manera, a pesar de mi experiencia anterior y de mi idea de que un periodista nunca debía ser miembro de ningún grupo político, me vi envuelto en la lucha y ya a partir de cierto momento me convertí en un dirigente del 26 de Julio.

Hay un momento en que se marcha al exilio...

Caí preso y el taller clandestino de Revolución fue sorprendido, a principios de marzo de 1957. Fui el último detenido y vivimos momentos muy difíciles, porque coincidió con el asalto al Palacio Presidencial. Y después estuve varios meses preso. Finalmente, como casi todos los otros, fui dejado en libertad provisional; porque la dictadura de Batista se caracterizó porque el poder judicial conservó una cierta autonomía, sobre todo en el momento en que se restablecían las garantías constitucionales. Y entonces, en septiembre, después de salir de la prisión, me mandaron a reorganizar el exilio y fui a Costa Rica, México, Estados Unidos, antes de ir para la Sierra Maestra.

¿Cómo se produce su llegada a la Sierra Maestra? ¿En qué circunstancias?

En circunstancias difíciles, a principio del año 58, con las acciones enormes realizadas en 1956 en las ciudades, como fue la toma de Santiago de Cuba el 30 de noviembre por Frank País. Después, el asalto al Palacio Presidencial, la rebelión de Cienfuegos, miles de sabotajes, el secuestro de Fangio, el hecho de que la prensa norteamericana y mundial divulgaran muchas entrevistas, informaciones, acerca de los crímenes de Batista, el asalto al Cuartel Goicuría, etcétera.

Todo esto produjo una sensación de que se desplomaba la dictadura de Batista, y fue en esas circunstancias que fracasó la huelga general del 9 de abril de 1958. Fueron derrotas muy grandes para el movimiento clandestino en las ciudades, que equilibraba el caudillismo de Fidel. A partir de ahí Castro pudo, aprovechando divisiones, intervenir en las ciudades con comandantes. Y fue un momento también duro, porque Batista lanzó la ofensiva contra la Sierra Maestra y fue en esas circunstancias que llegué...


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