Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Política

«Hay tres tendencias disputándose el poder»

Revolución, exilio y sucesión. Carlos Franqui cuenta sus experiencias y habla sobre los nuevos escenarios que se abren en Cuba.

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Evidentemente, Fidel Castro corrió riesgos en el asalto al Moncada, en las luchas gangsteriles universitarias, pero después, en el primer año de la guerra, los combates no fueron muchos: el más importante fue el de Uvero y los riesgos en la Sierra fueron mínimos. Mínimos porque la guerrilla era una forma de lucha irregular y la prueba está en que en los dos años de guerra hubo poca cantidad de muertos. En un combate como el de Uvero, Fidel estaba allí, pero no en la posición más avanzada. Los que resultaron heridos fueron Camilo Cienfuegos y Juan Almeida.

Hay una carta de los comandantes rebeldes, en el año 1958, que publiqué en Revolución, donde le piden a Fidel que no vaya a la primera línea del frente de combate. Entonces, digamos que él jugaba de una parte con el riesgo y de otra con la prudencia. Creo que Fidel Castro es un hombre que siempre ha tenido mucho miedo, pero se las ha arreglado para meterle miedo a todo el mundo.

Vamos a ir a la etapa de Revolución como diario. Teniendo en cuenta que usted, en su etapa de juventud, estuvo dentro del Partido Socialista (PSP) y después lo abandonó, me imagino que a las personas del PSP que empezaron a ocupar posiciones después de 1959, aunque algunos fueron a la Sierra, no le resultaba muy simpático que el director de Revolución, el órgano del 26 de Julio, fuera un renegado. Esa fue la última cosa que dijo Castro a Ramonet al referirse a usted...

Y no fue la primera vez que lo dijo. Creo que en la historia de la humanidad es difícil encontrar alguien que no cambie. No veo por qué una persona que milita en cualquier tipo de organización, si descubre que esa organización no tiene los fines que piensa, no pueda abandonarla. ¿Por qué no puede tener ese derecho? De todas maneras, yo, primero, efectivamente, rompí con el Partido Comunista Cubano cuando tenía 25 años, en 1946, porque no me parecía el modelo de socialismo a que yo aspiraba. Y creo que no me equivoqué.

Después rompí con Fidel Castro y su revolución porque era todo lo contrario de lo que debería ser una revolución. En cambio, Fidel Castro renegó de ser católico, renegó de ser "tira tiros" en la universidad, renegó de ser ortodoxo, renegó del 26 de Julio, renegó del humanismo revolucionario, renegó del marxismo-leninismo en 1961 y, después, se volvió mercantilista, asociándose con el peor capitalismo mundial. Ahora se las ha arreglado para ser chavista.

Creo que tiene el récord Guinness de renegado. Ahora, hay paradojas históricas. En el año 1957, cuando me mandan a organizar el exilio, entre los lugares por los cuales pasé fue por México y ahí estaba exiliado Joaquín Ordoqui, quien dijo públicamente que yo era un agente de la CIA. Lo que es sorprendente es que Ordoqui después muriera acusado de ser agente de la CIA. El no era agente de la CIA, pero sí era el principal hombre de los soviéticos en Cuba.

'Lunes de Revolución' y 'Revolución' representaban en aquel momento una pluralidad de ideas frente, por ejemplo, al periódico 'Hoy', diario de línea más ortodoxa, más dogmática. Era un momento en el que ya no se podía conciliar…

Uno de los conflictos míos con Fidel Castro y los comunistas es mi idea de que la cultura es, de hecho, la que garantiza la libertad, como decía Martí. De manera que, desde la clandestinidad, quise incorporar la cultura a la revolución. Mucho más tarde entendería, como decía Octavio Paz, que hay un conflicto siempre insalvable entre cultura y revolución.

Eso tuvo muchas fases. Tuvo la fase del primero de enero, cuando yo quería traer medio mundo a Cuba para cambiarla sin burocracia, y Fidel se opuso cuando en el primer viaje no quiso ver el cuadro Guernica en Nueva York. Inicialmente, los viajes para buscar a Jean Paul Sartre y a todos los demás los hice por mi cuenta, sin autorización de Fidel, aunque, claro, él después se aprovechó de eso.