Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Política

«Hay tres tendencias disputándose el poder»

Revolución, exilio y sucesión. Carlos Franqui cuenta sus experiencias y habla sobre los nuevos escenarios que se abren en Cuba.

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Y de hecho Lunes..., que dirigía Cabrera Infante, tenía varias vertientes. Una, la de divulgar el arte contemporáneo a través de un formato muy atractivo, con muy buenos pintores, y diseñadores; dos, informar de todo lo que era la cultura universal, sin discriminar a nadie, se llamara Borges o Neruda, o se llamara Aragón... Después tuvo también la idea de pluralismo político, por lo cual debían ser incluidos textos clásicos, que podían ser de Mao o de Lenin, pero también de Trotsky, o de muchos de los que después criticaron el comunismo. Después, una vertiente de lo que era el mundo popular cubano, la música, etcétera, que era tan importante en la vida de Cuba.

Cabrera Infante era un amante de aquella Cuba nocturna, aquella vida un poco romántica que se vivía cada día…

Creo que una característica de Cuba siempre fue esa. Una manera de ser cubano es la alegría, las fiestas y el baile. Y tú ves que cuando la Crisis del Caribe, Revolución publicó que Nikita había retirado los cohetes, y la gente salió gritando y bailando por las calles, en medio de un peligro de inmolación mundial, con el estribillo "Nikita mariquita, lo que se da no se quita". Si tú miras hoy mismo, creo que una de las cosas que no ha podido acabar Fidel Castro, pese a todas las persecuciones, es la idea de la fiesta en Cuba.

Tampoco con el choteo, que incluso erosiona el régimen, porque hay muchas cosas que el cubano utiliza...

El choteo y, de alguna manera, el sentido de la aventura, que hace que la gente desesperada se tire a los mares, o que otros se conviertan en opositores, porque realmente hay que estar casi loco para dedicarse a la oposición en Cuba y alejarse de la ficción revolucionaria. El conflicto fue muy duro, porque coincidió con dos momentos. Primero, el año 1960 en Cuba fue de golpes y contragolpes, de pasiones políticas. En realidad, incluso todos los escritores eran militantes, muchos de ellos eran milicianos y muchos fueron a combatir en Girón. Sin embargo, poco después comenzó la sovietización de la cultura cubana. Y la supresión de Lunes... en una reunión en la que estaban Edith García Buchaca, Carlos Rafael Rodríguez, Fidel Castro, Osvaldo Dorticós y Alfredo Guevara, que era el fiscal.

Allí, pese a nuestra protesta, se acordó suprimir el semanario Lunes..., que lo terminamos con un homenaje a Picasso. Hay que pensar que salía con una edición de 300.000 ejemplares, que tenía enorme impacto popular. Fue una de las tantas batallas intentadas y una de las tantas perdidas. Pero, al mismo tiempo, ese fue el momento, al menos para mí, de darme cuenta de que la revolución estaba perdida, que había tomado el camino soviético.

Sus relaciones con Cabrera Infante, ¿siempre fueron cordiales o hubo algunos momentos complicados?

No fue complicado, porque en realidad yo lo conocí cuando era un adolescente. Después, de alguna manera, sus primeros trabajos fueron muy humildes, eran los que yo iba dejando y él los tomaba. Él colaboraba en la revista Carteles, donde yo trabajaba. En realidad, cuando leí su primer cuento me di cuenta de que tenía mucho talento. Honestamente, jamás tuvimos conflicto. Coincidimos en muchísimas cosas, no sólo dentro, sino en el exilio.

Él a veces era acusado de intransigente, pero no se trataba de un problema de intransigencia, porque tanto él como yo conocíamos muy bien a Fidel Castro y sabíamos que con Castro no se puede mantener un diálogo. Es un hombre que utiliza esa herramienta, como la historia lo demuestra. Cuando tiene dificultades recurre al diálogo, como en el año 1978, por ejemplo. Invitó a gente del exilio y entonces se dijo que "los gusanos se convirtieron en mariposas". También en otros hechos posteriores, como el viaje del Papa a Cuba, el diálogo con la Unión Europea y España, etcétera. Pero, a la postre, ha sido un diálogo siempre a su servicio, y nunca cambia o cede en nada. Entonces, nosotros éramos y somos los que pensamos que con el victimario no se puede ser complaciente.

Este proceso nos ha enseñado un poco a pensar democráticamente, lo que quiere decir que aunque uno no esté de acuerdo con algunas posiciones, debe respetarlas; lo que no quiere decir compartirlas. No puedo respetar al ministro de Cultura de Fidel Castro, que, después que condenan a los periodistas independientes, escribe una carta de apoyo a esa condena. Cada día más el exilio y todas sus instituciones y publicaciones van comprendiendo que la política consiste en darle voz a los que no tienen voz, a los que aman la libertad y a los que disienten.

¿Qué proyectos tiene ahora?

Acaba de salir este libro sobre Cuba, que es más personal, pero siempre está Cuba y la Revolución. Mis proyectos son, de una parte, seguir manteniendo —con muchas dificultades— la revista Carta de Cuba, que es en el fondo la expresión de los periodistas independientes de la Isla y de los opositores en general, que refleja lo que ocurre allí. Esa la considero como la tarea básica. En lo posible, utilizar la radio, que es un medio importante para comunicarse con la Isla.

Me parece que Cuba entra en la fase final de la historia del castrismo. Se ve claramente que el viejo dinosaurio está a punto de 'cantar el manisero'. Se notan tres tendencias disputándose el poder: el viejo dinosaurio, que le gustaría sustituir a Raúl por Felipe Pérez Roque y los chavistas. De otro lado, está Ricardo Alarcón, que declaró que la sucesión debía producirse a través de la Asamblea Nacional, y Raúl Castro, quien dijo que debía ser el Partido Comunista de Cuba, es decir, él mismo.