Nelson Gudín: “yo veía el arte como una manera de soñar”
Entrevista al humorista cubano “El Bacán”
Con una cordial sonrisa que no encubre el aire asustadizo y medio desconfiado que tienen muchos de los visitantes recién llegados de Cuba, nos recibe en el lobby del hotel donde se hospeda, “El Bacán”, perdón, quise decir el humorista cubano Nelson Gudín, quien se encuentra en Miami cumpliendo un contrato de trabajo. Para romper el hielo y porque lo aprecio, le salgo al encuentro con un chiste de su propia cosecha y un cálido abrazo para demostrarle que donde quiera que estemos y por las circunstancias que sean, los cubanos de allá y de aquí somos y seguiremos siendo una gran familia. Poco a poco su desconfianza se esfuma y el susto se diluye hasta hacerlo adoptar posiciones cómodas y naturales en el sofá que ambos ocupamos en la medida en que se desarrolla un diálogo dinámico lleno de recuerdos, risas y anécdotas que refleja el gracejo del más puro humor de la Isla, surgido quizás en el medio menos propicio para ello; Pilón, un pueblecito perdido en las montañas de la otrora provincia oriental.
Nelson, ¿cómo te inicias en este complejo mundo del humor y llegas a la pantalla chica cuando eras un guajirito tan montuno que viste la luz eléctrica a los quince años y la televisión a los diecisiete?
NELSON GUDÍN (NG): Yo era un guajiro tan guajirito que iba a la escuela a caballo. La escuela me quedaba como a tres kilómetros. Y era tan distraído que una vez cuando llegué a mi casa mi mamá me preguntó: “Nelson, ¿y el caballo?” Y ahí fue que me di cuenta que lo había dejado amarrado en la escuela. Con estos antecedentes podrás imaginar que yo nunca concebí que mi carrera pudiera ser el humor. Yo tengo raíces, mis abuelos paternos, mis tíos, aunque no eran artistas eran guajiros muy ocurrentes. Mi abuelo paterno era gallego y tú sabes la cercanía que ellos tienen con el humor, mis abuelos maternos eran criollos, muy ocurrentes. Yo me inicié primero como un lector empedernido desde que aprendí a leer con mi papá antes de ir a la escuela y así fui vinculándome al mundo de la literatura, ahí tuve mi primera visión del mundo. El humor llegó por añadidura. Yo comencé escribiendo poesía, y algunos cuentos ya de adolescente. En algún momento me vinculé a grupos de teatro de aficionados en Pilón. A alguien del mundo profesional del teatro le interesó lo que escribía, me propuso ser actor y escritor de un proyecto que se iba a iniciar y ahí comenzó mi vida primero como aficionado en el teatro. Pero este proyecto inicial se frustró.
¿En tu provincia natal?
NG: Sí, sí, en Granma, ahí comenzaron mis primeros pasos. En la medida en que vi que había algunos resultados decidí asumirlo con responsabilidad. Primero fue como una especie de escape, de hacer arte, hacer algo que tuviera que ver con la actuación. Cuando yo conocí el teatro me quedé como fascinado, yo no tenía nada que ver con eso, lo que estudié fue Diseño Mecánico y el teatro me impresionó mucho; empecé a buscar literatura especializada, leer a Stanislavski. Me fascinó de tal manera que no pude nunca más salir de ahí.
Yo diría que te atrapó.
NG: Sí, sí, me atrapó completamente porque cambió todo un concepto que yo tenía de la vida. Yo soy campesino, guajiro montuno de las montañas cubanas, la corriente eléctrica la vi por primera vez a los quince años y a los diecisiete la televisión. Lo que escuchaba era radio cuando había pilas en mi casa. Quizás de niño tenia fantasías, uno de niño tiene mucha fantasía, muchas ilusiones pero nunca imaginé que yo podía estar en esos planos, lo veía más bien como una especie de sueño, yo veía el arte como una manera de soñar, no llegaba a ser la realidad ni nada de eso. El arte es un sueño que tiene que ver con el talento pero también con la pasión y la disciplina que uno le ponga. Ya cuando asumí el humor como carrera lo hice de esa manera; el humor para mí es un medio de expresión, no una posibilidad más de ganar dinero. Mediante el humor yo digo muchas cosas de mi realidad, de mi sociedad, de mi manera de ver la vida y el mundo y de intentar transformarlo. Siempre he pensado que el humor no es la sonrisa nada más, porque la sonrisa es el resultado, ese pequeño momento que recibe el público pero detrás de una sonrisa hay lágrimas, hay noches, hay una responsabilidad y una estética de lo que uno va haciendo…
… y una ética.
NG: Si, una ética y una estética, siendo responsable con eso. Quizás muchas personas ni siquiera lo perciban de esa forma pero me quieren porque saben que yo no me subo a un escenario solo para hacerlos reír, detrás hay también intenciones, maneras de decir, de concebir la vida, el mundo y eso fue lo que me llevó. No creo que haber nacido en una montaña o ser campesino sea una limitante. Me da una perspectiva distinta, me da una cosmovisión diferente del que nace en una gran ciudad o al que ha tenido otras experiencias de la vida. Mis experiencias son las que me nutren y hacen que yo tenga una definición y una proyección distinta a la que puedan tener otros humoristas. Hay cosas que uno no sabe explicar, están implícitas en uno. Soy lo que soy y hago lo que hago a partir de mis propias vivencias.
Mientras más serio estás más cómico eres, parecido a Buster Keaton, uno de los mejores comediantes del cine mudo y de todos los tiempos, ¿cuándo supiste que eras tan simpático que podrías ganarte la vida haciendo reír?
NG: Mira, yo eso nunca ni siquiera lo supe y posiblemente ni siquiera lo sepa. Las personas fueron las que me concibieron así. Yo soy el resultado de muchísima gente que incluso, tal vez ni recuerdo. Uno se va alimentando de circunstancias, de maestros, de personas que te rodean, te ven y te saludan y te dicen alguna cosa. Yo no me creo gracioso…
… porque no te has mirado bien al espejo…
NG: … yo lo que tengo es una forma de decir, quizás lo que tengo es una óptica de la vida un poco surrealista, yo vengo de una sociedad que me formó, que me educó, que ha ido influyendo en mi vida; yo soy cubano, tengo cuarenta y seis años y me he dedicado a conocer mi realidad, a profundizar en ella y a verla desde ángulos puramente críticos. Yo soy un visionario de Cuba, de mi historia, de mis raíces, a partir de toda mi tradición familiar, lo de los guajiros ocurrentes también se incorpora mi visión como pensador, de alguien que ha tratado de alimentarse de la historia universal. Yo veo mi realidad desde esa óptica. Cuando la plasmo tanto en un papel como actuando a las personas les resulta un poco extraño y yo pienso que ahí está mi forma de hacer el humor. Yo no salgo al escenario a reírme ni a hacer reír, yo salgo al escenario a partir de un personaje. Nunca vas a ver a Nelson Gudín parado en un escenario haciendo chistes, yo hago personajes que visto, que son la mezcla de muchas personas que veo en la calle y a partir de eso quiero decir cosas y lo hago construyendo uno de muchos que sintetizo. A veces ni siquiera me lo propongo, salen y fluyen así sencillamente.
¿Tú sientes que salen de ti? ¿Cómo tú construyes tus personajes, cómo conformas, por ejemplo, al “Bacán” y del “Bacán” conformas a “Flor de Anís”, cómo los construyes y los sintetizas?
NG: Mira, por ejemplo, “El Bacán” tiene que ver mucho con la realidad que viví en mi familia. Te repito, yo vengo de una familia de campo donde el machismo es un concepto arraigado, de cierta intolerancia hacia la cuestión femenina, entonces yo traté de incorporar todo ese mundo de sueños, de esperanzas, de situaciones que pueden tener las mujeres pero expresadas a partir de que el hombre se viera envuelto en ellas. No a partir de una mujer. En “El Bacán” está también un poco la filosofía de mi madre, que quise mucho, que adoré. Mi mamá era un poco así, pero también está la filosofía de mi papá. Hay dos Bacanes, está el medio curda que yo hago y el otro, que es este hombre doméstico que se ve en el papel de la mujer. Yo soy un campesino, un guajirito que veía el mundo desde otra perspectiva y ahí esta ese personaje. Sin embargo, “Flor de Anís” es otra cosa.
Tu personaje de “El Bacán” es formidable, no hay duda, pero después de ver a “Flor de Anís” haciéndose la fina, además de que es muy coqueta, no sé con cuál de los dos me quedo porque me desternillo de la risa con ella, ¿cómo te las arreglas para ser tan femenina partiendo de donde tú vienes, de un guajirito machista?
NG: Cuando uno se enfrenta a la opción de construir un personaje lo primero que tiene que hacer es crearlo creíble. Los personajes surgen por necesidad.
¿Necesidad de qué?
NG: De decir cosas.
Esa necesidad surge a partir ¿de qué? ¿Te lo exigen o tú te lo propones?
NG: No, no, no, a partir de una necesidad porque uno es un pensador, uno es un ser viviente que quiere expresar y decir cosas. Imagínate que yo quería decir cosas a partir de la óptica de la mujer.
Quizás querías decir cosas partiendo de las reminiscencias de tu mamá.
NG: No, no, no, lo de mi mamá yo lo resolví partiendo de “El Bacán”, fíjate que cosa. Yo la necesidad de poner a mi mamá en función de mirar el mundo la resolví por medio de un hombre. Sin embargo, posiblemente, la necesidad de decir cosas a partir de la masculinidad la resolví a través de un personaje de mujer. Es que en el humor tienes que ir contrastando cosas porque si no se te queda en el lenguaje directo. Yo digo las cosas a partir de lo subliminal, quizás también dependa de que vengo de una sociedad donde he tenido que limar mucho, cómo digo y cómo no digo las cosas, por propia censura, porque en Cuba tú no puedes a veces hablar directamente y tienes que esconder…
… de manera oculta, de manera sutil… está ahí la crítica con el filo del cuchillo…
NG: … exactamente, ir dando mensajes…
… para saber ir cortando esa realidad…
NG: Yo creo que “Flor de Anís” surge de la necesidad de decir cosas que yo estaba convencido que dichas a partir de un hombre iban a surtir menos efecto. Debe ser a partir del lenguaje y del punto de vista de una mujer. Si ya yo me enfrenté a la necesidad de decir cosas partiendo del punto de vista femenino, tiene que ser una mujer, no puede ser un hombre disfrazado. Y “Flor de Anís” gusta precisamente por eso. No es que yo me ponga una peluca en un cumpleaños, me pinte los labios y la gente se ría tres minutos de ver un hombre disfrazado y ya se acabó todo. No, porque “Flor de Anís” tiene una filosofía, una psicología, es una mujer que se ha colado en el imaginario popular cubano a partir de una mujer. La gente la ve a ella pero no me ve a mí como Nelson Gudín. No lo digo yo, me lo dice mucha gente. Eso también requirió tiempo, espacio, estudio y la ayuda de muchas personas que contribuyeron a ir limándola. Yo, como tu me ves ahora, no soy capaz de interpretar a “Flor de Anís”, quizás pueda reírme como ella pero no podría decir nada más. Los personajes míos dicen cosas que yo no soy capaz de decir, mira qué extraño, a mi no se me ocurren. Sin embargo, cuando ya están encarnados son capaces de expresar cosas que van lejos, mas allá de mi propia filosofía como Nelson Gudín. Yo les he preguntado a maestros, a personas que me pueden dar un criterio y me han dicho “es que los personajes se van apropiando de su propia personalidad y se le escapan a uno”. “Flor de Anís” y “El Bacán” dicen cosas que yo no diría nunca y que si digo es a partir de estar concentrado en el personaje y actuando. Yo improviso un poco pero cuando yo me subo a las tablas es porque tengo cosas concebidas que quiero decir. A partir de ahí surgen circunstancias. Mis personajes son independientes de mí y se enriquecen de su propia filosofía. Es algo extraño que yo no te pudiera explicar.
Se comenta que el humor cubano está en las últimas, lo cierto es que no dejamos de reír a mandíbula batiente cuando llega alguno de ustedes, como pasó con Osvaldo Doimeadiós (“Margot”) y Carlos Gonzalvo (“Profesor Mentepollo”) en sus presentaciones en The Place a lleno total en diciembre pasado, ¿qué me dices al respecto?
NG: En todas las artes hay cosas buenas y malas. En el humor cubano también hay mucha chapucería. Hay gente graciosa que ha tenido la suerte de pararse en un escenario o ante una cámara de televisión o incluso, hasta de tener un programa televisivo pero son personas simplemente graciosas y ya, pero en el humor cubano hay cosas muy buenas también, muy profundas. De las manifestaciones artísticas el humor ha sido en todos los tiempos y en los últimos veinte años el que más cercano ha estado de la realidad cubana porque tiene la ventaja de que detrás del chiste se pueden esconder muchas cosas, decir los problemas de la sociedad, que no es una sociedad perfecta porque no hay sociedades perfectas. ¿De qué carece el humor cubano? Quizás de la maestría, del rigor para lograr un resultado escénico de mejor factura. Cuba es una sociedad sui géneris; quizás un uruguayo, un argentino, un brasilero pudieran hacer un humor muy de ellos y entendible en toda Latinoamérica y en todas las sociedades hispanoamericanas porque es su realidad y un poco la misma, con independencia de ciertas costumbres y palabras e idiosincrasia que las diferencie, pero Cuba no solamente es costumbre, palabras e idiosincrasia, Cuba vive desde hace cincuenta años un sistema político-social que no tiene nada que ver con la realidad ni de Latinoamérica ni de Hispanoamérica ni del mundo, es una sociedad distinta y entonces, los artistas cubanos trabajan sobre la base de ese referente. Cuando los humoristas cubanos tienen que trabajar en otros países se encuentran como vacíos porque tienen que trabajar en y para sociedades donde son otros los problemas. Cuba no es solo una isla desde el punto de vista geográfico sino también es como un circuito desde el punto de vista político, social y económico. Por ejemplo, yo vivo en Cuba, hago teatro y televisión en Cuba, aunque trato de ser lo más universal posible en lo que haga siempre trato de ser lo más preciso en mi realidad, porque la universalidad se logra a partir de lo tuyo. Y entonces, vengo de Cuba a Miami y me quedo fuera de contexto completamente. El humor cubano tiene actores muy buenos. En la medida en que nos podamos abrir al mundo y el mundo más a nosotros, como dijo el Papa Juan Pablo II, será más universal lo que podamos hacer, más entendible.
Pocos saben que además de humorista eres poeta y escritor, acabas de publicar un libro de poemas (La ciudad y el loco, Edición Extramuros, 2010) y una novela (El país de los pultos, Editorial Sanlope, 2010). Me voy a tomar la licencia de incluir un brevísimo poema tuyo como muestra:
Aves migratorias
¿Es el desasosiego el que les quitó a los pájaros la opción
de volar, de quedarse en comunión con sus nidos?
¿Es la jaula? ¿O por qué razón se van?
Entonces ¿en cuál de estos tres oficios te sientes más cómodo? ¿Quizás se complementan en ti?
NG: En lo que yo haga siempre voy a estar yo. Si escribo humor, está Nelson Gudín, si un poema, esta Nelson Gudín, si una novela también estoy. Y si algún día escribiera una canción, seguro que estaré. El complemento esta en la esencia de uno. Me siento cómodo en todos porque en todos hay una manera de decir. Yo soy escritor y soy artista porque quiero decir cosas. Yo no soy artista porque quiera ganar dinero ni porque quiero que me conozcan sino porque tengo la necesidad espiritual de expresarme como ser vivo, como ser humano, como ser pensante. Cuando quiero expresarme lo puedo hacer a partir de un escenario o de la Literatura, e incluso, en la Literatura lo puedo hacer como poeta y como narrador o como ensayista porque estoy terminando un libro de ensayo a partir del humor que se titula Vivir en Cuba. Ver la realidad cubana desde la óptica de lo irreverente del humor pero con un lenguaje edificante que es lo más importante. Cualquiera manifestación artística tiene que tener la premisa de que es para edificar no para destruir, no es para refugiarse. Hay quien ha escrito para refugiarse. Yo no lo hago. Yo escribo para expresarme.
Yo decía hace poco en una entrevista en que alguien me preguntaba sobre la libertad, que la libertad esta dentro de mí, como la felicidad esta dentro de uno, a mí me pueden quitar las palabras pero no me pueden quitar lo que pienso. Yo tengo la libertad en el pensamiento y quizás haya cosas en mi pensamiento que no diga pero eso no quiere decir que no sea libre, no, yo soy libre de mi pensamiento. Aquí en este libro hay un poema que tiene que ver con eso. Deja ver si te lo leo, se titula:
Malecón
El malecón no es un muro contra el mar
donde los hombres justifican el miedo,
la impotencia a pensar sencillamente
lo contrario. Las piedras no están vacías;
en su desnudez hay hombres desnudos,
negados por otros que quizás mañana
ocupen ese espacio. No está hecho
a las palabras. Se puede ser soldado, maricón,
el mar es lo único importante. El malecón
es una puerta hacia el mar, un sitio
donde no pueden quitarte lo que piensas.
Esa es la esencia de la libertad que yo concibo. Y de la felicidad que yo concibo. A ti nadie te hace feliz. Tú te haces feliz a ti mismo por tu manera de decir o no decir, si no lo puedes decir, piénsalo. La libertad está en el pensamiento. Martí dijo: “ser cultos para ser libres”. Entonces en la medida en que uno se apropie de una cultura uno es libre. Habrá cosas que uno diga o que no diga pero lo que no dices no te lo puede quitar nadie.
Estás preparando un libro de cuentos, ¿sobre qué versa?
NG: Es un libro de cuentos que se titula La gente de San Apapucio. Está casi terminado. Estoy en fase de corrección. Trata sobre un pueblo que se llama San Apapucio donde la gente se interrelaciona de una manera surrealista, tiene que ver mucho con la forma en que se expresaba Virgilio (Piñera). Hay una gente a la que le llevan la carretera, otra tiene una verdulería.
¿Surrealismo? ¿Realismo mágico?
NG: El problema del realismo mágico no es que uno quiera hacer un realismo mágico, es que uno vive en un realismo mágico.
En Cuba se vive en un realismo mágico para poder sobrevivir.
NG: Son gente que viven en San Apapucio que cuentan las historias más locas del mundo. Por ejemplo, éste que tiene una verdulería y cuenta todas las ejecuciones que tiene que hacer para conseguir las cosas; es un libro que tiene que ver con el humor. Lo gracioso está en estas personas cuando hablan porque lo hacen a partir de todas las situaciones que tienen y son surrealistas. Hay uno que se compra un par de zapatos varios números más grandes pero no importa porque le han dicho que si camina mucho le crecen los pies y entonces, no deja de caminar esperando que alguna vez le crezcan de tal forma que los zapatos le sirvan. Hay otro que cuando era niño le llevaron la carretera para arreglarla y entonces él está aislado esperando que le traigan la carretera para ver si alguna vez encuentra una muchacha que lo quiera…
¡Y nunca llegaron a terminar la carretera! ¡Qué cosa más rara en Cuba!
NG: Son cosas que pueden hacer reír pero que pueden hacer llorar. El humor mío tiene que ver mucho con la tragicomedia. Personajes muy trágicos que a partir de su tragedia la gente puede reír.
Pero que da que pensar.
NG: Si, porque en el fondo, amén de las cuestiones económicas y político-sociales, la realidad de América es una, la realidad del indio americano es una, y si mis personajes pudieran acercarse a las aspiraciones del latino, de ese hombre que fue desarraigado de todo y que se lo quitaron todo en algún momento y que todavía no ha encontrado la forma de resarcir sus daños o de recuperar todo lo que le quitaron sería algo tremendo. Uno no es el aldeano vanidoso que dijo Martí. Hay que pensar en los desposeídos, en esos desposeídos de todas partes del mundo que tienen aspiraciones y que no son las de los grandes consorcios. Mis personajes aunque sean cubanos aspiran a expresar las aspiraciones de ese hombre desposeído que tiene grandes esperanzas de ser y llegar a ser.
Me gustaría que compartieras conmigo tus proyectos más inmediatos y tus planes futuros.
NG: En primer lugar, que mi estancia aquí en Miami sea lo más provechosa posible tanto para mí como artista como para las personas que confiaron en mí y me trajeron a desarrollar este trabajo para el canal donde han sido muy respetuosos conmigo, lo que he hecho lo he hecho por mí mismo, no porque me lo hayan pedido, a partir de mi manera de ser. Otro de mis objetivos es terminar mis libros, ahora estoy enfocado en la etapa de corrección y en la medida en que pueda, terminarlos, no sé si lo hare aquí o en Cuba. Tratar de incorporar una realidad que no había vivido, que es la del capitalismo, el mundo del negocio e incorporarlo para luego expresarlo a través de mi humor. Eso como cosa inmediata. Como cosa futura yo tengo la intención —y esta estancia aquí en Estados Unidos me va a servir mucho— de crear una Compañía que se va a llamar La Real Comedia que, tiene que ver con la intención de llevar el humor del pensamiento del hombre latinoamericano, del hombre hispano hasta la mayor dimensión que se pueda. Es una Compañía que quiero hacer con actores de diferentes lugares para que todo el mundo incorpore cosas, haga cosas y que no sea Cuba, ni Argentina, ni Venezuela ni Panamá; que sea un solo pensamiento en función de llevar las grandes necesidades de nosotros, los hombres de estos tiempos y de esta realidad al escenario y presentarnos para que se conozca.
¿Hasta cuándo contamos con tu presencia en Miami?
NG: Hasta septiembre porque es un contrato de tres meses. Si todo sale como quisiéramos, como quiere la gente que me trajo y como quiere el canal, podría prorrogarse un poco más. Pero hasta ahora es un contrato hasta septiembre.
Nelson Gudín Benítez (Pilón, Cuba, 1966). Popular humorista cubano reconocido por sus personajes de “El Bacán” y “Flor de Anís”. Graduado de Diseño Mecánico; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y fundador del grupo literario Sur. Poeta, escritor, narrador, dramaturgo. Ha trabajado en populares espacios de la Televisión cubana como “Deja que yo te cuente” donde interpreta varios roles. Se desempeña como actor y guionista de programas audiovisuales en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
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