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Literatura, Literatura cubana, Mañach

Nuestra actitud burlesca ante la vida

Desde el confinamiento que cumple en su hogar, Jacqueline Loss ha accedido amablemente a someterse a un asedio periodístico, acerca de su labor en la traducción al inglés de Indagación del choteo, el famoso ensayo de Jorge Mañach

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En octubre de 1928, Jorge Mañach ocupó la tribuna de la Institución Hispano Cubana de Cultura para pronunciar una conferencia titulada Indagación del choteo. Entre los asistentes se hallaba Juan Marinello, su amigo compañero en el proyecto de la Revista de Avance, quien escribió en el diario El País un artículo titulado “Mañach y el choteo”. En él hace resaltar que nunca antes se había hecho “un análisis más cuidadoso ni una visión más personal sobre nuestra burla criolla. Por primera vez se atacó el problema de nuestra peculiar actitud burlesca frente a la vida con rigor mental a un tiempo que con amplia y humanísima simpatía”. Y además de señalarle “exquisiteces de estilo y hallazgos verbales sorprendentes”, Marinello destaca “una singularidad egregia en la conferencia del escritor de las Glosas: la rara valentía, el modelo claro y limpio de enrostrar nuestras más espinosas realidades, la manera franca y gallarda de clavar la garra en la carne que más duele y que más pudre”.

Ese mismo año, el ensayo apareció como libro bajo el sello de la Revista de Avance. Conoció una segunda edición en 1940 (La Verónica), y en 1955 Mañach volvió a publicarlo (Editorial Libro Cubano), con una nota en la cual expresaba: “Aunque no gusto de andar retocando viejos escritos míos, esta vez me ha parecido conveniente hacerlo, podando aquí y allá tal o cual superfluidad, precisando algunos conceptos y añadiendo una breve nota para sugerir, con la perspectiva de hoy (1955), hasta qué punto hemos rebasado ya el choteo como hábito o actitud generalizada”.

Junto a otros textos suyos, como La crisis de la alta cultura en Cuba, Historia y estilo y Examen del quijotismo, Indagación del choteo situó a su autor como uno de los exponentes más altos de la ensayística cubana del período republicano. Noventa años después, mantiene su condición de texto de referencia obligada, pues como expresó Jorge Luis Arcos, en él Mañach “realiza una importante aproximación a este fenómeno desde una perspectiva psicosocial, y a través de un riguroso —metodológicamente— discurso analítico, abordará numerosas características de nuestra psicología y conciencia sociales. Las fuentes de pensamiento idealista —Simmel, Scheler, Bergson, entonces muy difundidos por la Revista de Occidente— no constituyen siempre un cerrado impedimento para que el autor cale con agudeza en ciertos rasgos de nuestra idiosincrasia a tenor del análisis de circunstancias sociales concretas”.

El famoso ensayo de Mañach cobra de nuevo actualidad con la publicación de An Inquiry into Choteo (Editorial Linkgua, Barcelona, 2018, 104 páginas). Como el título permite deducir, se trata de su traducción al inglés. Se debe a Jacqueline Loss, quien es profesora de la Universidad de Connecticut. Antes había coordinado, junto a Esther Whitfield, la antología New Short Fiction from Cuba (2005) y con José Manuel Prieto, la compilación de trabajos críticos y ensayísticos Caviar with Rum: Cuba-USSR and the Post-Soviet Bloc (2012). Este último tema lo aborda en su libro Dreaming in Russian: The Cuban Soviet Imaginary (2013), cuya versión al español apareció con el título de Soñar en ruso (2014). Loss además ha traducido al inglés textos, entre otros, de Víctor Fowler Calzada, Antonio Álvarez Gil, Orlando Luis Pardo Lazo y Anna Lidia Vega Serova.

Desde New York City, donde cumple, junto con su hijo de ocho años, el confinamiento impuesto por la pandemia, Jacqueline Loss ha accedido amablemente a someterse a mi asedio periodístico, acerca de su labor en An Inquiry into Choteo. A continuación, se puede leer esta entrevista “a control remoto”, propia de los tiempos que corren.

¿Recuerdas cuándo tuviste las primeras referencias sobre la figura de Jorge Mañach?

Es una buena pregunta. Tengo la sensación de ver como si fuese ahora mismo la palabra “choteo” en las páginas de distintos textos que leía durante la escuela de postgrado que terminé en 2000. En esos años, encontré el artículo de Gustavo Pérez Firmat, titulado “Riddles of the Sphincter: Another Look at the Cuban Choteo”, publicado en Diacritics en 1984, y no pude resistirme a su lectura por su título tan provocador. Creo que me fascinó su explicación del significante flotante que podría ser el choteo y luego seguí leyendo sus análisis en Literature and Liminality: Festive Readings in the Hispanic Tradition. La liminalidad fue un término que estuvo muy en boga en los 90, pero ello no le quita relevancia en los estudios que hizo Pérez Firmat sobre el choteo y otros conceptos literarios clave. Ambos textos, muy impactantes en aquel entonces, siguen siéndolo a la hora de estudiar de leer atentamente a Mañach durante el proceso de su traducción al inglés.

Uno de tus campos de investigación es la literatura cubana contemporánea y la herencia que dejó en Cuba la etapa soviética. ¿Qué te llevó a interesarte y a traducir un libro que se dio a conocer hace noventa años?

No pude viajar a Cuba hasta finales de los años 90, pero al tener una formación en literatura comparada (antes de la caída del muro de Berlín) y ser la nieta de una mujer ‘rusa/polaca/judía’, me interesaban los vínculos entre América Latina y Europa del Este en la cultura y la política. Al tener la fortuna de llevar a cabo mi maestría y mi doctorado en la University of Texas, en Austin, que tiene una de las colecciones latinoamericanas más grandes, me senté a soñar no solo con las revistas Social y Carteles (siguiendo para mi maestría los pasos de Carpentier en sus crónicas sobre Igor Stravinsky), sino también con la Revista de Avance, que Mañach ayudó a fundar. Estas revistas me agarraron emocionalmente a través de su estética. Por otra parte, algunas problemáticas culturales en naciones emergentes poscoloniales no han desaparecido, a pesar de los diferentes intentos de enterrarlas. Pienso que el trabajo de Mañach sobre el choteo es un buen ejemplo de cómo esas problemáticas siguen siendo muy importantes en el presente. A pesar de la revolución y la fraternidad con el campo socialista, los elementos conflictivos de la experiencia criolla colonial y republicana siguen estando vigentes.

¿Cuáles fueron las principales dificultades que tuviste durante el trabajo de traducción?

Hubo muchas. En principio, como noté en la introducción al libro, empecé la traducción en un seminario de estudiantes de pregrado. Ellos aportaron parte de la energía que tiene esta traducción. Al colaborar en un borrador que no terminamos en aquel semestre de 2015, nos enfrentamos con el estilo de Mañach. Aunque varios críticos, incluyendo a Pérez Firmat y Rafael Rojas, han comentado el estilo transparente en apariencia de Indagación del choteo, visto desde la perspectiva de un grupo de jóvenes estadounidenses, este ensayo no nos resultó tan claro y estoy agradecida a ellos por haberme ayudado a percibir aún mejor el tono, lejano en el tiempo (incluso algo anacrónico para su época), de este pedagogo.

Tras acabar aquel semestre, casi empecé desde cero con la traducción. Una duda que teníamos desde el principio y que seguía conmigo a través de los años que invertí en su traducción era “cuán inglés” quería que sonara el ensayo. Me despertaba de noche con la cuestión de si debía o no traducir términos como criollo, parejería, incluso, la palabra gracia me causaba insomnio. De alguna forma, tras estos últimos conceptos percibía una problemática racial que no se resolvería tan fácilmente con una traducción literal al inglés, y yo misma tampoco quería que se resolviese. Durante un tiempo pensé que iba a dejar estos términos siempre en el idioma original, pero, tras pensarlo mucho, me di cuenta de que tenía que ser un poquito más flexible, y permitir que los lectores de la versión en inglés leyeran el texto sin demasiados obstáculos. El mismo título formaba parte de mis debates. El pobre editor de Linkgua, Radamés Molina, tuvo tremenda paciencia conmigo.

Justo al final decidí insertar un “an” al título, llamándolo An Inquiry into Choteo y no Inquiry into Choteo, que realmente suena un poco raro en inglés. También me inquietaba mucho cómo reflejar la forma en que Mañach usa a veces la primera persona del plural. Por ejemplo, en unas ocasiones dice “nosotros los cubanos” y en otras se refiere a sus compatriotas de forma genérica con la expresión “el cubano”. Esos giros de su estilo me llevaron a hacerme otra pregunta, la del género. ¿Hasta qué punto tenía Mañach en cuenta a la mujer criolla a la hora de escribir su ensayo?

¿Qué vigencia tienen hoy las ideas expuestas y desarrolladas por Mañach en ese ensayo?

Creo que en parte contesté esta pregunta antes. Diría que mucho. Durante mi investigación del imaginario soviético en la cultura cubana, me tropecé muchas veces con personas que culpaban a la Revolución y a los “rusos”, por la supuesta informalidad y falta de buenos modales de los cubanos. Sin embargo, curiosamente Indagación del choteo nos indica que estas cuestiones tenían a los “intelectuales” cubanos muy ansiosos desde principios del siglo XX. Cuando Mañach reedita su ensayo de 1928 en el año 1955, señala que Cuba ya ha superado de cierta manera algunas de sus preocupaciones sobre este tema. No obstante, la pregunta sobre qué es lo que escondemos cuando hablamos del comportamiento sigue siendo importante, difícil de hablar y con consecuencias a veces muy graves, no solo en Cuba sino en otras partes del mundo en que hay mezclas de etnias y razas.

En la cubierta del libro se reproduce el dibujo de sí mismo que hizo Mañach cuando era joven. ¿Cómo encontraste esa obra tan curiosa y desconocida?

Radamés y yo teníamos muchas conversaciones sobre la portada y él me decía que quería una foto de Mañach, pero siempre nos topamos con las mismas imágenes. Un día, haciendo una búsqueda en Google, encontré en Ebay el anuario de Cambridge High and Latin School del año 1917. En la descripción del anuario apareció el nombre de Mañach. Él era uno de los muchos que se graduaban ese año. Aposté, pensando que tal vez aparecería alguna foto suya. Lo compré a un precio bastante alto y cuando me llegó el anuario sentí que tenía una joya en las manos. Jamás imaginé que iba a encontrar allí una de las primeras caricaturas publicadas por Mañach. Recientemente, he compartido estas imágenes con familiares suyos con quienes tuve contacto y no las conocían.

Antes de este ensayo, solo se habían traducido al inglés dos libros de Mañach, su biografía de José Martí, en 1950, y Teoría de la frontera, en 1975. ¿A qué atribuyes esa escasa atención por su obra?

Curiosamente, ahora al buscar un dato sobre estas publicaciones, las únicas que había encontrado anteriormente en inglés y que menciono en mi introducción, me enteré de algo que no sabía antes. También fueron traducidas al inglés unas conferencias de Mañach tituladas “La pintura en Cuba” en una revista financiada por la fundación Carnegie que se llamaba Inter-America, que se editaba alternativamente un mes en español y el otro en inglés. A veces pensamos que el bilingüismo estadounidense es reciente. Sin embargo, publicaciones como esta nos recuerdan que es una condición de la nación.

Dicho esto, tu pregunta me lleva a una problemática real que hoy en día varios proyectos de traducción están intentando mejorar. Corresponde a un viejo prejuicio analizado por Jean Franco —pensar que el norte se ocupa del pensamiento crítico y el sur, del ‘cuerpo’. No solo el proyecto Linkgua está involucrado en la traducción de textos filosóficos y críticos. Hay también muchos otros proyectos, incluyendo una serie coeditada por Jane Gordon, una colega mía en la Universidad de Connecticut, titulada “Creolizing the Canon”.

Por otra parte, la vida política de Mañach es complicada: estuvo en contra de Machado, fue miembro fundador del grupo ABC y luego el autor del prólogo de la primera edición de La historia me absolverá. Y aunque este acercamiento no explica el porqué de la falta de traducciones de su obra, es una posible vía para ver lo difícil que es entender su perspectiva política y lo imposible de cooptar su perspectiva para una causa. A propósito de este asunto, ¿en qué disciplina lo debemos estudiar? Además, tampoco su propia actitud como pedagogo rígido, evocada por Cintio Vitier y rememorada por Ana Cairo, es tan cercana. Sin embargo, la mentalidad distante de este tipo de intelectual puede fascinar… y aunque la búsqueda de esencias nacionales, en la cual uno podría entender su proyecto, no está particularmente de moda, forma parte de un proceso que es importante entender en su totalidad.

“Aplicar” es una palabra que no me gusta usar cuando hablo del pensamiento teórico. Tal vez, Indagación del choteo no es un texto “muy” aplicable. Sin embargo, Mañach, que también fue traductor de textos filosóficos y poéticos del inglés al español, debe poder dialogar no solo con pensadores que escriben en su lengua materna sino también con contemporáneos suyos en otras partes del mundo que comparten con él un interés en ciertas problemáticas sobre las naciones emergentes, el pueblo, la cultura popular, el elitismo y la modernidad. Más de una vez, por ejemplo, las reflexiones de Mañach sobre la distracción me hacen pensar en Theodor Adorno e incluso en un pensador como Frantz Fanon, que viene después y que posee una perspectiva muy diferente, pero que podría ser muy interesante a la hora de hablar sobre la traducción de categorías raciales en espacios poscoloniales. Conocer a Mañach en inglés, por ejemplo, podría enriquecer incluso la lectura de la obra novelística de alguien como Naipul o la comprensión de los performance cubano-neoyorkinos de las hermanas Troyano, Carmelita Tropicana (de hecho, José Muñoz llevó a cabo un análisis canónico de su trabajo pensando en Mañach).

A pesar de que este ensayo no había sido traducido en su totalidad, debo mucho a las interpretaciones que han llevado a cabo críticos como Pérez Firmat, José Muñoz, Rafael Rojas, Narciso J. Hidalgo, Louis A. Pérez, Jr., José Prats Sariol, Ana Cairo, Jorge Luis Arcos, Duanel Díaz, Rosario Rexach, Marta Rojas, Patrick Iber, Roberto González Echevarría, Ana Dopico, Alexandra Vázquez, Armando Valdés Zamora, Erica Miller, Alberto Sergio Laguna, Enrique del Risco y Vicky Unruh y, por supuesto, a los análisis tuyos (tengo muchísimas ganas de seguir leyendo los textos inéditos de Mañach que estás compilando y analizando)… Esta es una lista larga y nada completa de investigadores que vienen de muchas formaciones disciplinarias e ideologías. Sin embargo, todos identificamos algo en su obra que necesitamos seguir debatiendo.

Y abundando en esto, ¿existe en la actualidad algún interés por su obra en el mundo académico de Estados Unidos?

Sí, sé de profesores felices de poder enseñar este texto en clases sobre cultura caribeña con estudiantes que son mayormente angloparlantes. Y creo que debe haber muchos más porque en realidad, quienes quieran entender mejor Cuba, el Caribe y Estados Unidos, regiones poscoloniales y multilingüísticas, se podrían beneficiar del estudio no solo del choteo, sino también de las crónicas de Mañach de sus viajes a Europa y dentro de Cuba y de sus reflexiones sobre la alta cultura y lo popular, la historia, el estilo, etc., etc.

Por último, quiero preguntarte si tienes en proyecto alguna nueva investigación sobre tema cubano.

Quisiera decirte que es “nueva”, pero las investigaciones toman su tiempo. Estoy trabajando sobre el tema de “lo fino” en la cultura cubana, y aparte de la investigación tradicional para la que he tenido que consultar libros de ficción, poesía, ver teatro, cine y televisión, etc., este proceso me ha llevado también a la creación. Estoy trabajando con el maravilloso fotógrafo y cineasta Juan Carlos Alom, en un pequeño documental titulado Finotype. De hecho, en este proyecto hay un vínculo bastante estrecho con el análisis del choteo.