Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Derechos Humanos

«Si la gente se expresa, la tiranía tiembla»

Ricardo Bofill, el afán de la interrogante. Entrevista al fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

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Ustedes han sido acusados por el régimen cubano de mercenarios al servicio de una potencia extranjera. A su defensa de los derechos humanos, el régimen contrapone la defensa de la patria, el patriotismo, el nacionalismo…

Esa versión es un pretexto para perpetuarse en el poder. Es el disfrute del poder omnímodo. Y a un precio en sufrimiento humano inenarrable.

Ah, bueno… porque tú eres más fuerte que yo. Se trata de que tú tomaste las armas, los cuarteles. Pero es que no tiene ningún mérito. ¿Que tú con las armas me encañones? No, no… Eso me lo hacen en cualquier barrio, me arrinconan cuatro tipos y violan a mi mujer y me violan a mí. Empleo de la fuerza bruta. Tú cogiste los fusiles y me encañonas. No, eso es viejo, no me jodas. No me busques pretextos.

Conquistaste el poder con el triunfo de la revolución, te apoderaste de las armas, de los cuarteles, y los mantienes. Y utilizas el pretexto del nacionalismo. Pues ese pretexto debes utilizarlo en una campaña electoral y ganar unas elecciones.

Hay que ver el grandísimo mérito de la disidencia interna cubana. El mismo Oswaldo Payá recogió casi 30.000 firmas con el Proyecto Varela. ¡Treinta mil firmas en un Estado totalitario! Aquí las tengo, nombre por nombre y apellido por apellido. Gente jugándose el empleo, jugándose la educación de sus hijos… ¡Esto no se ha visto nunca!

Pero Oswaldo Payá no tiene un ejército a su disposición…

¡Ah, no! Esta gente ha hecho una suerte de principio de referendo nacional en un Estado totalitario. Es una nueva fase del movimiento disidente.

La disidencia cubana ha retado al gobierno a un diálogo nacional. La mayoría de ellos, en su fuero interno, están convencidos de que el gobierno no lo aceptará jamás. Pero el esfuerzo en sí mismo tiene un mérito extraordinario.

El gobierno los considera unos insectos. Y ellos son unos gigantes. Y claro, el régimen se siente ofendido de manera superlativa ante este reto. Ha valido la pena, aunque el esfuerzo no arroje soluciones inmediatas.

Yo sí tengo que confesar que en cierta medida, junto a otras personas, no me di por vencido. Había una noción de que nos asistía la razón. Y sigo pensando igual. Sigo creyendo que la esencia del ser humano es esa: hablar y pensar con libertad, opinar, reunirse con los amigos. Esto prevaleció. Hay un grupo que aún permanece en el poder, pero hasta el día de hoy no ha podido derrotar el espíritu contestatario en Cuba.

Después de Castro, ¿qué?

Hemos recibido con mucha alegría las noticias de la celebración del Día de Reyes en La Habana. El 6 de enero hubo una gran fiesta espontánea. Un gran desdoblamiento de la población en su espíritu festivo, de dar fiestas en las casas, en las iglesias. El diario oficialista Juventud Rebelde lo criticó hablando de "espíritu consumista". Porque la gente había acudido a las tiendas a comprar juguetes…

¿Celebraban mientras el comandante se moría?

La gente lo que hizo fue abrir su corazón, confraternizar, en un día como el de Reyes. Pienso que independientemente de lo ocurrido en el último medio siglo, la sociedad cubana sigue siendo la misma. El día que se produzca un cambio político la nación renacerá espiritualmente. Los valores se han mantenido.

¿Que hay alteraciones, problema nuevos, nuevos vicios? Puede ser. Pero no temo al futuro de la sociedad cubana en cuanto al espíritu de la gente. En términos generales, la familia, los vecinos, la comunidad, esos valores, subsisten. Son la base de la civilización.

¿Los vecinos que delatan al vecino?

Pero eso es artificial. Lo hemos sufrido, pero también hemos recibido mucha solidaridad. Si algún vecino cometió una falta, otros me ayudaron a sobrevivir. Y mi familia dio el máximo mientras pudo.

El episodio del comunismo es un episodio del siglo XX. Estos miserables son de ayer. Ya veníamos de déspotas con distintas etiquetas desde Roma, Persia, Macedonia. Y soy un optimista en el sentido de que este instrumento que modestamente contribuimos a crear, la defensa de los derechos humanos, será muy útil en el futuro.

En la medida en que la gente puede comunicarse, expresar libremente su juicio, la tiranía tiembla. Un simple coloquio entre cuatro personas puede poner en jaque al despotismo. No hay que tirar tiros. No hay que poner bombas. Una trompetilla es un arma tremenda.


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