«Si la gente se expresa, la tiranía tiembla»
Ricardo Bofill, el afán de la interrogante. Entrevista al fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.
Caí en la cuenta de la injusticia que significaba perseguir a personas en la calle por su aspecto, o por sus ideas, o por sus creencias religiosas (en aquellos tiempos también se encarcelaba a los testigos de Jehová, a los "brujeros", etcétera. "Esos negros brujeros que dan fiestas de santos"). Y había que enfrentarse a eso. Fue así que tomó fuerza la idea de denunciar las violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Hablemos del proceso contra 'La Microfracción'… ¿de qué se les acusaba?
En esencia, de decir lo que nos daba la gana. Porque no habíamos emitido otra cosa que opiniones, vertidas en el foro público. Incluso, argumentamos, podía suceder que todo lo que habíamos dicho fuera mentira, o una tergiversación de la verdad. A quien tergiversa la verdad hay que exponerlo a la burla de la opinión pública… ¿Pero meterlo en la cárcel?
Para empezar, algunos estuvimos once meses en Villa Marista, desde la detención hasta el juicio. A mí me impusieron doce años de privación de libertad. ¿Doce años por decir disparates? Bueno, una trompetilla está bien… ¿pero doce años?
¿Que no teníamos la razón? Bueno, ¿y qué? ¿Acaso yo tenía un cargo público? Si hubiera sido aspirante en unas elecciones, pues que me derrotaran en las elecciones. Uno tiene el derecho a equivocarse. Incluso a apostarle en el terreno de la opinión al bando equivocado. O al minoritario. ¿Y qué?
Es la esencia de este asunto. Defender el derecho a equivocarse. En ningún momento hemos planteado a las autoridades cubanas que tenemos el monopolio de la verdad. No. Quién sabe. Es la búsqueda. El afán de la interrogante. Como jóvenes que éramos en aquellos momentos —y posteriormente hemos tratado de mantener vivo ese empeño indagador que caracteriza a la juventud—, perseguíamos el conocimiento, nos planteábamos preguntas.
Algunos de nosotros éramos ávidos lectores, habíamos leído a Kafka, La metamorfosis… ¿Cómo nos sentimos cuando fuimos condenados a prisión? Como una suerte de Gregorio Samsa. Un día eres persona y al siguiente amaneces en la cárcel, convertido en poco menos que una cucaracha. ¿Pero cómo puede ser? ¿Qué ha pasado aquí, cómo va la sociedad a meternos en la cárcel? ¡Qué injusticia!
Francamente, yo y otros en prisión nos considerábamos, en primer lugar, profundamente ofendidos. ¡Pero si nosotros habíamos sido maestros, personas de bien, personas decentes! No entendíamos que aquello no era una expresión de la sociedad, sino de un grupo de poder.
Han pasado los años y me sigue pareciendo un sueño, una pesadilla. Para nosotros fue un episodio surrealista.
Kafkiano por definición…
Efectivamente. Y luego, la vida da muchas vueltas. Aquellos represores, los generales, el general Abrahantes, Pascual Martínez Gil, los hermanos De la Guardia… en el devenir, resulta que ellos a su vez fueron a parar a la cárcel. Me encontré un día con que la esposa del general Abrahantes me visitaba para denunciar que iban a matar a su esposo, que estaba preso. ¿Por qué? Porque tenía discrepancias con Fidel Castro.
Ileana de la Guardia, hija de Antonio de la Guardia, también hizo gestiones con nosotros para salvar a su padre y a su tío. Con la mejor disposición del mundo la ayudamos. No se pudo salvar a Tony, pero salvamos a Patricio, está vivo. He recibido mensajes de agradecimiento del ex general Patricio de la Guardia.
El ciclo se repite. Del Capitolio a la roca Tarpella no hay más que dos pasos. Cuidado. Los carceleros un día también terminan en la cárcel.
Y tú preguntas: ¿Cuál fue el delito? No se sabe. Que si discreparon de no sé qué… que si Arnaldo Ochoa dijo no sé qué cosa… ¿Pero cuál fue el delito? Están muertos.
Es más, recientemente recibimos un mensaje. De una persona que hace seis meses era miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba. Juan Carlos Robinson. Está en la cárcel, supuestamente por corrupción. Sus familiares nos han pedido ayuda. Dicen que fue un chivo expiatorio para hacer ver a la población que, dentro de las calamidades, el gobierno hace correcciones.
Pero… ¿dónde está el abogado defensor de Robinson? ¿Cuáles son los delitos? El mismo proceso que me llevó a mí a la cárcel. El abogado defensor dijo en el juicio que Robinson era un canalla. Es una aberración, los abogados defensores en Cuba son empleados de los bufetes colectivos, y a los bufetes colectivos les paga el gobierno. De manera que el abogado que supuestamente te defiende es empleado de la parte acusadora. ¡Pero cómo va a ser!
No. Esto no es historia antigua. Esto sigue sucediendo. Es un ciclo que hay que detener en algún momento. Son situaciones irracionales, contra natura.
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