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Cierre por obras

Derechos Humanos en la ONU: ¿Más de lo mismo?

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La candidatura de La Habana a estos efectos vale la pena que sea estudiada cuidadosamente para entender hasta qué punto la jerga en vigor en estas altas instancias internacionales y la realidad en que viven sumidos miles de ciudadanos bajo el látigo feroz de dictadores y depredadores de Derechos Humanos, son absolutamente incompatibles.

Más que una burla de agudo cinismo, la pretensión del gobierno de Fidel Castro no sólo desmiente la declaración anterior de que la "Comisión le importase un bledo", sino que revela el fortalecimiento de la esencia totalitaria del régimen en un contexto regional (América Latina) en que no cesa de aumentar el número de Estados secuaces de la dictadura más antigua del hemisferio occidental.

Esta situación no parece preocupar a la Alta Comisionada de Naciones Unidas en Ginebra, Louise Arbour, quien declaró recientemente, tras los cambios "cosméticos" de la Comisión, que "nada debía impedir que el nuevo CDH fuera fuerte y robusto". La señora Arbour deberá seguramente entender el concepto de robustez y fortaleza desde la perspectiva de la legalidad para reprimir y violar que legitimará en lo adelante a Estados que, como el cubano, se disponen a ser elegidos "democráticamente" para ocuparse de la aplicación en el mundo de los principios que el CDH cree defender.

Kofi Annan, que recomendaba desde inicio de 2005 una reestructuración de la Comisión, ha pronunciado, ante la evidencia de que el CDH no cumplirá tampoco el cometido que se espera, la enigmática frase: "no debemos dejar que lo mejor sea enemigo de lo bueno". Evidentemente, a estas alturas, ya ni sabe qué es lo mejor ni qué es lo bueno, pues ninguno de los dos organismos lo han sido ni lo son.

Ante el escepticismo del embajador norteamericano ante la ONU, John Bolton, Annan y la propia Amnistía Internacional se han entusiasmado con la posibilidad de que con el nuevo CDH el historial de un país en materia de Derechos Humanos pueda ser tenido en cuenta.

Pero, ¿de qué historial se está hablando si las mayores democracias del planeta, las que mejor historial tienen en este sentido, han sido relegadas a un rango participativo inferior con respecto a regímenes totalitarios que ahora tienen vía libre para ocupar la mayoría de los escaños? ¿De qué historial, si países como Canadá, Estados Unidos o la propia Australia aparecen incluidos en un grupo que la misma ONU llama "países restantes"?

Ginebra igual

Si en algo parece no equivocarse la carta geográfica del CDH es en haber incluido, océanos de por medio, a estos "países restantes" en el área de influencia democrática de Europa Occidental. Con lo cual, dicho sea de paso, escamotean asientos a los pocos que pueden dar lecciones en este sentido.

Una vez más, la sección de Derechos Humanos de la ONU deja en manos de los delincuentes el poder para decidir cuáles gobiernos cometen delitos y cuáles no. En estas circunstancias cualquier resolución presentada por un consejo de países que violan sistemáticamente los Derechos Humanos contra otro que construye con eficacia una democracia justa, podrá tener cabida en el nuevo CDH. Y, por supuesto, el historial delictivo de cualquier Estado miembro contará muy poco si sus aliados en este ámbito le sirven de comodines para escapar de las condenas.

Nada ha cambiado en Ginebra. Por lo pronto, lo único que ha logrado la antigua Comisión ha sido, tras un año de cierre por obras, que en 2006 ningún país sea condenado y que el capítulo de los Derechos Humanos a escala internacional haya quedado reducido a una barahúnda de cotilleos de la que siempre salen victoriosos los más tenebrosos y asalariados, los ineptos funcionarios de siempre.

Y lo peor, tras un cierre anual por obras se correrá el riesgo de que las leyes que regirán el Consejo, después de las elecciones del 9 de mayo, queden fijadas por la carta de la ONU justiciera por unos sesenta años más.


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