Controversia al rojo vivo

Cuando en Panamá, Perú y Colombia procuran la aprobación por el Congreso norteamericano de sus tratados de libre comercio, en Costa Rica existe una candente controversia en torno a la puesta en práctica del convenio acordado con Estados Unidos.

El Tratado debía someterse a la aprobación de la Asamblea Nacional, pero sus detractores dilataron las discusiones en una táctica obstruccionista. A principios de este año, el partido en el gobierno, Liberación Nacional, consiguió una reforma que limitaba la discusión a 22 sesiones. Los votos necesarios para aprobarlo estaban garantizados con el apoyo del partido Libertario y otras fuerzas, pero a la vez, un diputado tramitaba la convocatoria a referendo mediante la recogida de firmas. Su dilación hizo al presidente Oscar Arias decidirse por la consulta popular como propuesta del ejecutivo, y el Tribunal Supremo de Elecciones la aprobó para el 7 de octubre, cuando los costarricenses deberán pronunciarse sobre la ratificación del TCL.

La polarización de la opinión pública es extrema y en la última encuesta realizada, teniendo en cuenta el margen de error estadístico, existía un empate técnico entre el "sí" y el "no": 50,6% y 44,7%.

El cariz de la controversia pública sostenida por las fuerzas políticas, e incluso religiosas, de la nación centroamericana ha sido mucho más ideológico que analítico. Los opositores al tratado son radicales en sus planteamientos y la mayoría considera y califica de vendepatria, filibusteros, aliados del imperialismo y otros insultos a los que buscan la ratificación, con el presidente Oscar Arias a la cabeza.

Es obvio que en esta jornada electoral en torno a la ratificación por Costa Rica del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos (DR-CAFTA), está presente, más allá de las consideraciones de conveniencia económica y comercial, la polarización política que enerva hoy en día a la región latinoamericana.

El término de la Guerra Fría, con la desaparición de la Unión Soviética y las naciones satélites de la Europa oriental, ha transformado el mundo bipolar de la segunda mitad del siglo pasado en uno multipolar. En Latinoamérica ha cobrado fuerza un antagonismo político-ideológico extremo con el entronizamiento de Hugo Chávez en el gobierno de Venezuela. El poder financiero de los petrodólares, en contubernio íntimo con el acerbo ideológico del régimen de Fidel Castro, ha conseguido poner en riesgo la democracia en varios países de la región.

Las reformas constitucionales previstas en Bolivia, Ecuador y la propia Venezuela tienden a estructurar una rama ejecutiva con tanto poder, que las hace difíciles de distinguir de una dictadura.

La batalla a favor y en contra

En Costa Rica la batalla a favor y en contra de la ratificación del TLC ya costó al gobierno la caída del segundo vicepresidente de la República, Kevin Casas, y el diputado liberacionista Fernando Sánchez, cuando ambos debieron dimitir en un incidente en el cual fue vulnerada la privacidad de la correspondencia de estos funcionarios, en violación del artículo 24 de la Constitución Política de la República de Costa Rica.

El medio oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, ha llamado abiertamente a los costarricenses a votar por el "no" al Tratado, lo que evidencia la voluntad intervencionista y hegemónica de La Habana.

Para que el referendo tenga efecto vinculante, es necesaria la participación del 40% del electorado. Dada la pasión con que ambas posiciones del pueblo costarricense han abrazado la polémica, es de esperar que se pueda alcanzar esa cifra. El tono de la campaña del "no" se pudo apreciar en su última movilización, realizada el pasado domingo en la principal avenida de San José. Allí, el obispo Ignacio Trejos utilizó frases descontextualizadas del papa Benedicto XVI para agitar a la multitud contra el Tratado.

El principal orador fue el rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica y coordinador del Movimiento Patriótico contra el TLC, Eugenio Trejos, quien llamó a "fusilar" al movimiento defensor del TLC entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana.

Un día antes, el sábado 19 de septiembre, los ministros de Economía de Guatemala, El Salvador y Honduras, de visita en San José, aportaron datos concretos sobre los resultados de la aplicación del Tratado en sus respectivos países. En Guatemala, en los primeros nueve meses de vigencia del acuerdo comercial, se crearon 7.000 nuevos empleos, solamente en la agricultura. En El Salvador, sin contar la maquila, las exportaciones han crecido un 68,2 por ciento, mientras que las importaciones sólo han aumentado un 23,3 por ciento.

El ministro hondureño destacó la ventaja para los consumidores en la adquisición de alimentos como maíz amarillo, sorgo y trigo, mucho más baratos en el mercado estadounidense. Los ministros alertaron que las importaciones de productos costarricenses en sus países ya han sido afectadas, pues al no formar parte del TLC, no están amparadas por las reglas de origen del Tratado.

En resumidas cuentas, el próximo domingo los costarricenses deberán escoger mucho más que la pertenencia o no a un tratado comercial. Es incuestionable que un resultado contrario al tratado y favorable a las fuerzas opositoras significaría un rudo golpe al gobierno del presidente Arias.

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