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El (casi) ascenso de Elizabeth Warren

Es posible que muchos de los planteamientos de la senadora de Massachusetts no estén sincronizados con los centristas del partido, pero ella ha logrado dibujar una línea clara que la divide de Sanders

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Desde que lanzó su campaña por la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Elizabeth Warren no solo se ha convertido en la contendiente más fuerte frente a Bernie Sanders en un terreno más o menos similar de propuestas e ideología (aunque aún no lo supera en muchas encuestas y de momento el moderado Joe Biden está muy por encima de ambos) sino en un hecho que hasta hace poco se descartaba dentro del Partido Demócrata: quienes forman la tendencia centrista de dicho partido se sienten cada vez más cómodos ante la idea de que Warren es una candidata adecuada para enfrentar a Donald Trump.

“Una de las principales razones por las que parece que su estrategia funciona, es que su programa es radical en cuanto al contenido y las consecuencias, pero está bien fundamentado en pruebas y estudios serios”, señalaba el economista Paul Krugman en fecha reciente.

Pero fundamentalmente Warren se está beneficiando tanto de la tendencia más hacia la izquierda, que el democratismo está mostrando de cara a las primarias, como de la resistencia que aún confronta Sanders entre los votantes más moderados y los partidarios del establishment, quienes admiten un mayor liberalismo (en el sentido estadounidense del término), pero retroceden ante un discurso socialista democrático.

Es posible que muchos de los planteamientos de la senadora de Massachusetts no estén sincronizados con los centristas del partido, pero ella ha logrado dibujar una línea clara que la divide de Sanders.

Ella presenta “una narrativa capitalista demócrata”, señala Matt Bennett, cofundador de Third Way, un centro de expertos de tendencia centrista, mientras “el otro es una narrativa socialista”, según muestra un análisis de Politico.

“Warren ha sido capaz de elaborar planes muy progresistas, pero bien fundamentados en pruebas y análisis”, señala Krugman, mientras los detalles de las propuestas de Sanders continúan siendo sospechosamente imprecisos.

Aunque el exvicepresidente Biden continúa siendo el aspirante a la candidatura preferido por los demócratas moderados, las tensiones que una vez caracterizaron la relación de estos con Warren se han disipado, en parte no solo por razones ideológicas y partidistas, sino por la amplia campaña popular y accesible que hasta el momento ha desarrollado la senadora, quien se ha propuesto viajar no solo a los estados azules de mayoría demócrata, sino a los lugares más rojos de los estados rojos (republicanos), como Mississippi, Utah y West Virginia.

En una campaña electoral donde los aspirantes demócratas se han caracterizado por demostrar cada cual ser el que más detesta a Trump, Warren no se ha alejado sustancialmente de esa retórica, pero al mismo tiempo destacó en un mitin: “El hombre en la Casa Blanca no es la causa de lo que está roto, es solo el último y más extremo síntoma de lo que está mal en Estados Unidos”.

Jurista de Harvard con retórica combativa y un progresismo de vieja escuela, la senadora se ha convertido en un pilar de la izquierda de Estados Unidos, pero con un discurso en que aporta ideas que desglosa en profundidad, aunque no siempre resulte convincente.

Sin embargo, la presentación de anuncios y planes de políticas económicas y sociales favorables a la ciudadanía estadounidense resulta al menos estimulante ante la demagogia y el disparate que caracterizan a un Trump en campana, que al anunciar que buscará la reelección volvió a prometer, y en un mismo día, no solo el paraíso económico para la nación, sino curar el cáncer, terminar con el VIH y mandar un hombre a Marte[1].

Para frustración, trabajo y beneficio de la prensa de Estados Unidos, la vía electoral en este país es larga y pantanosa, y es posible —quizá muy posible, dirán algunos— que Elizabeth Warren no pase de ilusión, desdén o rechazo en las votaciones primarias. Ya se verá. Mientras tanto, ella sigue su camino presentando cada día un nuevo plan.


[1] “Avanzaremos hacia nuevas fronteras médicas. Obtendremos curas para muchos, muchos problemas, para muchas enfermedades, incluido el cáncer y otros. Estamos acercándonos más cada vez”, dijo entre aplausos. “Erradicaremos el SIDA en Estados Unidos de una vez por todas. Estamos muy cerca. En estos cuatro años, tendremos la fundación necesaria para mandar astronautas estadounidenses a la superficie de Marte”.


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