Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Bolivia

El nieto Morales

Crecen las dificultades para el presidente boliviano. La ingobernabilidad le amenaza.

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Probablemente, una de las protestas que más conmoción generó, tanto en el interior de Bolivia como en la prensa internacional, es la de los presos, que reclaman mejoras en las cárceles y la agilización de sus juicios.

En la cárcel de la ciudad central de Cochabamba algunos reclusos se cosieron los labios frente a las cámaras de la televisión, mientras que las mujeres se extrajeron sangre con jeringas para escribir con ella sus reclamos en carteles. En el penal de San Pedro, los reclusos se enterraron hasta el cuello. Parecían imágenes extraídas de filmes del Oeste. Como en Bolivia todavía existe libertad de prensa, estas protestas fueron conocidas y las fotos recorrieron el mundo.

Morales recurrió a los clásicos métodos de defensa que se utilizan en estos casos. Convocó una gran manifestación en La Paz, el 12 de octubre, conocido en algunos países como el Día de la Raza, para exacerbar el nacionalismo frente a algunos millares de indígenas y condenar la colonización española, al mismo tiempo que hacía jurar a los manifestantes que defenderían su gobierno.

Política de gestos

Tampoco podía faltar el pretexto de la conspiración. En una entrevista concedida al diario Le Monde, Morales dijo que había sido avisado de que un grupo de "veinte ex militares llegaron de Santa Cruz" con el objetivo de asesinarle. El diario parisino entrevistó a otros políticos bolivianos que se preguntaron si en lugar de "una conspiración", Morales estaría enfrentando "una gran decepción", ya que su elección multiplicó las expectativas de cambio entre la población.

Después se supo que toda la "conspiración" se basaba en una llamada telefónica anónima recibida en la oficina del comandante de Radio Patrullas, Juan Meleán Arias. El comandante general de la Policía, Isaac Pimentel, informó que tuvo muy poco tiempo para investigar el asunto y por eso Morales se vio obligado a utilizar chaleco antibalas en el acto público del 12 de octubre.

Resulta significativo que la persona anónima que hizo la llamada tuviera "acento cruceño" y que los ex militares supuestamente también procedían de esa rica región boliviana. Se trata de fomentar los odios y divisiones, clásica estrategia de los gobernantes cuando se dan pasos para establecer poco a poco un régimen totalitario.

En este proceso resulta interesante una información que apareció en la prensa boliviana: "Tras la presión por fuentes de trabajo que comenzó a recibir desde sus bases, el Movimiento al Socialismo (partido de Morales) garantizó que los funcionarios públicos que apoyen su proyecto de cambio permanecerán en sus empleos. En los otros casos se hará una evaluación, anunció el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada. Los empleados públicos deben tener 'un compromiso con el proceso de cambio y transformaciones que vive el país', explicó".

Evidentemente, se crean las bases para que los partidarios de Morales copen todos los cargos en la administración pública.

Un editorial del diario boliviano La Época ilustra la situación que vive el país actualmente: "La política boliviana, la de antes y la de ahora, está repleta de gestos, en muchas ocasiones excesivos. Gesto es denunciar sin pruebas contundentes que unos francotiradores quieren matar al Presidente. Gestos son poner parches a la infaltable 'crisis de la semana': la carcelaria, sin abordar de verdad una reforma total en políticas penitenciarias y sociales. Gestos y gestos y más gestos, mientras las colas en Migración se alargan sin remedio, días y noches a la intemperie para conseguir un pasaporte y largarse del país, el acto más desgarrador que pueda existir hoy en día".

Cualquier semejanza con la Cuba de finales de 1959 y los primeros años de la década del sesenta no es pura coincidencia. No en balde, Morales considera a Fidel Castro su "abuelo".


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