Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Giuliani, EEUU, Trump

El «palo periodístico», la precisión y las falsas ilusiones

No es que Giuliani contradiga a Trump, sino que Trump usa a Giuliani para contradecirse él mismo

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Las discusiones, respuestas, contra respuestas, comentarios y tuits que durante todo el vienes 18 de enero causó el reportaje de Jason Leopold y Anthony Cormier aparecido en BuzzFeed, responden a una característica —problemática por lo demás— de la prensa actual: las noticias, informaciones, reportajes tienen que salir lo más rápido posible.

Dar el “palo periodístico” es no solo esencial —siempre lo ha sido— sino más urgente que nunca. Y cuando se trata de un asunto extremadamente complejo, la precisión se sacrifica a veces.

El alboroto surge por una cuestión muy puntual. Según el reportaje de BuzzFeed, aparecido a últimas horas del jueves, el presidente Donald Trump había “instruido personalmente” a su entonces abogado Michael Cohen para que mintiera al Congreso sobre la construcción de una Trump Tower en Moscú.

Según BuzzFeed, las fuentes en que se fundamentaba la información fueron dos funcionarios federales, participantes en una investigación relacionada con Cohen y que pidieron el anonimato. También se señala que el fiscal especial Robert S. Mueller había conocido de las instrucciones de Trump a Cohen “a través de entrevistas con múltiples testigos de la Organización Trump y correos electrónicos internos de la empresa, mensajes de texto y la captura de otros documentos”, además de las entrevistas de Cohen con la oficina de Mueller.

De ser cierta la información, posiblemente el Presidente había cometido un delito federal, existía una causa para someterlo a un juicio político y finalmente había una prueba convincente.

El revuelo era justificado, y aunque en diversos programas de televisión se específico el “si era cierta la información” y los expertos partían de esa premisa en sus comentarios, la mayor parte del tiempo se dedicaba al procedimiento, las sospechas que a partir de la “aclaración necesaria” se daban por ciertas y el escándalo. En muchos, el deseo se impuso a la certeza.

Entonces surgió un inusual comentario de la oficina de Mueller: “La descripción de BuzzFeed de declaraciones específicas a la oficina del fiscal especial y la caracterización de los documentos y testimonios obtenidos por esta oficina, con respecto al testimonio ante el Congreso de Michael Cohen no son exactos”.

La ola se alborotó nuevamente, solo que ahora en sentido contrario: todo era una patraña y quedaba claro que las “Fake News” fracasaban de nuevo. Ya no era solo que Cohen era un mentiroso probado, como los defensores de Trump, venían reclamando desde horas de la mañana, sino que la prensa lo era igualmente. El propio presidente tuiteó: “Un día muy triste para el periodismo, pero grande para nuestro país”.

En primer lugar, hay que dejar a Cohen fuera en esta ocasión, como facilitador de la noticia. Ni él había sido fuente de la información, ni ofrecido declaraciones al respecto. Su abogado, Lanny Davis, dijo a Politico que su cliente no había participado en el reportaje de BuzzFeed, sin entrar en mayores detalles.

La oficina de Mueller señaló la inexactitud en la descripción de “declaraciones específicas a la oficina del fiscal especial y la caracterización de los documentos y testimonios obtenidos por esta”. No dijo que toda la información fuera falsa.

Durante todo el tiempo que lleva la investigación. Mueller no ha permitido filtración alguna. Era lógico que ahora respondiera a una información de prensa que, de una forma o de otra, puede verse como una interferencia a su trabajo; una potencial alteración de su marcha y un anticiparse a conclusiones que al parecer no han sido completamente establecidas o descartadas.

BuzzFeed, por su parte, se mantiene firme en lo publicado y las fuentes utilizadas, y ha pedido a la oficina del fiscal federal que aclare lo que disputa al afirmar que la parte del reportaje que se refiere a dicha oficina carece de precisión.

Al parecer, la filtración no procede de la oficina del fiscal federal sino de otras instancias que también han estado investigando a Cohen. El exfiscal federal Randall Eliason, en la actualidad profesor de derecho en la Universidad George Washington, dijo a Politico que se trataba de agentes del FBI que trabajaban en el Distrito Sur de Nueva York en el caso contra Cohen.

De acuerdo a Eliason, los agentes del FBI “podrían conocer acerca de todos los asuntos de Cohen, incluidos materiales obtenidos mediante las órdenes de registro en su casa y oficina, los cuales pueden constituir un conjunto de pruebas en apoyo”.

De ser correcta esta especulación, la cuestión en disputa en la información de BuzzFeed sería entre lo que al parecer ha concluido el Distrito Sur de Nueva York sobre la conducta de Cohen y una valoración que posiblemente se ha excedido en sus conclusiones sobre lo que piensa o ha determinado el equipo de Mueller.

En cualquier caso, hasta el momento hay indicios que apuntan hacia que la información de BuzzFeed no es del todo correcta, carece de precisión en un aspecto determinado y que contiene valoraciones o conclusiones aceleradas.

A esto último apunta también algunos antecedentes en la labor de uno de los reporteros, Jason Leopold. En 2002 Salon no publicó un trabajo de Leopold porque contenía imprecisiones y tergiversaciones. En 2006, Leopold escribió en Truthout.org que el encausamiento de Karl Rove en el caso de Valerie Plame era “inminente”. Ello nunca ocurrió.

Aunque el historial y trabajo de un reportero necesariamente afecta el valor de una información, no por ello resuelve por completo una situación en donde hay demasiadas causas, razones y evidencias en juego.

Cohen ya ha sido condenado por mentir al Congreso. Hasta ahora se mantiene en pie la duda de la participación de Trump en dicha mentira. Si ello cae dentro de los privilegios de secreto profesional dentro de la relación de abogado y cliente; si se trata solo de una cuestión menor dentro de un posible acuerdo empresarial que no fue a ninguna parte; si es solo un detalle dentro de largas horas de testimonio de Cohen en el Congreso o las múltiples conversaciones del Presidente y su exabogado es, en buena medida, una cuestión abierta a variadas interpretaciones, donde cada cual arrima la brasa a su sartén político o ideológico. La verdad hasta hoy es que no acaba de aparecer la famosa “pistola humeante”, la prueba irrefutable del delito. Esa “pistola” no suele encontrarse fácil en procesos tan complejos y a un nivel tan elevado de gobierno en una sociedad democrática.

Lo que continúa ocurriendo en la administración de Trump es una lucha, por momentos feroz, entre quienes buscan causas legales para sacarlo del poder y quienes lo defienden a cualquier precio. La distancia entre juicio a secas y juicio político sigue siendo amplia. Y para el segundo, quienes consideran que el mandatario debe abandonar la Casa Blanca no cuentan con el apoyo (los votos) suficientes.

En este sentido resulta cada vez más importante el papel de Rudy Giuliani, el actual abogado de Trump cuya labor no es diseñar una posible estrategia de defensa en las cortes, sino mantener y ampliar una defensa política el mandatario en la prensa; que brinde argumentos, respuestas y apoyo emocional a los partidarios y esa base de votantes cuya fidelidad hasta hoy en inconmovible.

Giuliani dijo el domingo, durante una entrevista en Meet the Press, de la NBC, que las discusiones sobre la construcción de una Trump Tower en Moscú posiblemente se extendieron hasta “tan lejos como octubre, noviembre” de 2016. Es decir, Cohen fue declarado culpable de mentir sobre las fechas al Congreso, cuando primero dijo que las negociaciones habían concluido en enero de 2016, y en su rectificación el exabogado afirmó que en realidad el asunto estuvo tratándose hasta junio de ese año. Pero ahora Giuliani alarga más la fecha, casi hasta finales de ese año. Y, por supuesto, lo hace con la conformidad, o según instrucciones de Trump. Giuliani también buscó reducir la importancia de las mismas, reduciéndolas a nivel de una simple propuesta y con poca participación de Trump en ellas.

Trump afirmó el 29 de noviembre de 2018, según Politico: “Teníamos una disposición para posiblemente hacer un trato para construir un edificio de algún tipo en Moscú. Decidí no hacerlo. La razón principal —podría haber habido otras razones. Pero la razón principal, fue muy simple: estaba concentrado en postularme para presidente”.

Aunque no es que ahora Giuliani contradiga a Trump, sino que Trump usa a Giuliani para contradecirse él mismo[1]. Es esa actitud tan frecuente en el mundo de los negocios y de la farándula la que Trump ha llevado a la presidencia de Estados Unidos.

Dicha actitud facilita y dificulta al mismo tiempo la labor de cualquier periodista. Pero quién ha dicho que el trabajo del periodista es siempre una ocupación fácil.

En lo que respecta a la prensa, aunque periodistas y abogados muchas veces comparten áreas de trabajo, no solo sus funciones son diversas sino el lenguaje también. Mientras uno se mueve entre la precisión, ambigüedad y el silencio —y de su múltiple empleo en los tribunales depende muchas veces su éxito—, el comunicador aspira a llegar a la mayor audiencia posible, y para ello siempre conspira, a su favor y en su contra, la prontitud y el bosquejo.


[1] En formular declaraciones “explosivas”, Giualiani ha alcanzado un dominio absoluto del procedimiento. Días atrás había dicho a Chris Cuomo en CNN que pudo haber existido confabulación con Rusia por parte de la campaña de Trump, pero que ello no implicaba al Presidente.


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