Actualizado: 27/03/2024 22:30
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EEUU, Política, Salazar

El Partido Republicano y los votantes hispanos

La congresista María Elvira Salazar le expresó a Stephen Miller que el voto hispano cuenta, y mucho

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En sendos artículos publicados en este medio hace un par de semanas cuestioné a la representante María Elvira Salazar por culpar al socialismo de la censura que Twitter y Facebook han impuesto contra el expresidente Trump. Hoy la aplaudo por plantearle a Stephen Miller un hecho fehaciente: el partido republicano debe cortejar a los votantes hispanos y dejar de ahuyentarnos con políticas y discursos antiinmigrantes.

El 26 de febrero la periodista Olivia Beavers, del diario Politico, informó con, Sarah Ferris del encontronazo entre la representante Salazar y el señor Miller, exasesor del expresidente Trump para la inmigración, y autor de las políticas antiinmigrantes más severas en Estados Unidos desde hace muchos años. Algunas de esas políticas también afectarían a inmigrantes legales, como negarle la ciudadanía estadounidense a quienes reciban ayudas económicas y médicas del gobierno.

Al preguntársele sobre su conversación con el señor Miller, la representante Salazar expresó: “I am a brown girl from the ‘hood, who is a Republican, who is coming to tell my party that it’s time to wake up and smell the votes.” Y agregó: “It’s time for us to be sending the right message to the largest minority in the country. We are 20 percent of the population. We are 60 million people… We are 30 million votes available.”

Concuerdo con la representante Salazar, pero quiero comentar dos asuntos.

En primer lugar, me llama la atención que la representante Salazar declare ser brown y no de la raza blanca, al menos cuando conversa con la prensa estadounidenses y fuera de Miami y sus alrededores. Viví 27 años en Cuba y 21 en Miami. Sé que muchos cubanoamericanos nos consideramos de raza blanca. Sin embargo, una buena mayoría de los caucasians —blancos norteamericanos de origen europeo— no nos ven así, pues para ellos del Río Bravo para abajo, todos somos latinos, hispanos, browns. Inclusive, aquí en este pueblito donde vivo desde hace más de diez años, hay una comunidad numerosa de estadounidenses descendientes de portugueses. Para mí son blancos o, según dirían en Cuba, como blancos pasan. Pero no para los caucasians de por aquí porque para ellos, apellidos como de Mello y Robeiro no suenan a anglo ni alemán, ni siquiera a europeo. A ellos le suena a español, hispano, brown.

Creo que la representante Salazar lo entiende así, teniendo en cuenta que ella se considera brown. Pero, además, tiene una maestría en Administración Pública por la Universidad de Harvard, de ahí intuyo que ha vivido lejos de Miami y se ha codeado con personas de diversos orígenes, razas, etnias, nacionalidades y culturas, pero sobre todo con caucasians. Es decir, ella está familiarizada con clasificaciones raciales y étnicas desde el punto de vista de los blancos norteamericanos de origen europeo.

En segundo lugar, el Partido Republicano tiene un déficit racial muy serio. El Partido Republicano ha sido considerado el partido político de los blancos norteamericanos desde mediados de la década de 1960, cuando ocurrió el último realineamiento político-partidista en Estados Unidos; en el cual millones de republicanos moderados se convirtieron en demócratas, mientras millones de demócratas conservadores se pasaron al Partido Republicano. De hecho, ese realineamiento político-partidista fue consecuencia directa de la aprobación de la ley por los derechos civiles de 1964, por la que millones de afroamericanos tanto lucharon y muchos murieron. El Partido Demócrata había promovido y aprobado la ley, y entonces era lógico que los afroamericanos inmediatamente se asociaran a dicho partido, quedando el Partido Republicano con una membresía sólidamente blanca, ¡el partido que había declarado el fin de la esclavitud en Estados Unidos!

El déficit racial del Partido Republicano es reflejado en informe tras informe de reconocidos centros de investigación como CATO, Brookings Institute, Gallup y Pew Review Center entre otros. Y aunque los porcentajes varían de informe en informe, todos coinciden en que el problema es obvio. Lo demuestra, por ejemplo, uno hecho por el Pew en el año 2020 y que registra la afiliación partidista por raza en Estados Unidos desde el año 1992 hasta 2018. Según ese informe, un 51 % de los caucasians está afiliado al Partido Republicano mientras el 43 % es afiliado al Demócrata y el resto al Partido Libertario. Solo el 8 % de los afroamericanos pertenece al Partido Republicano mientras que el 84 % está afiliado al Demócrata. Por su parte, el 53 % de los asiáticos-americanos es afiliado al Partido Demócrata y el 33 % al Republicano. Y de los hispanos, el 63 % es demócrata mientras que el 28 % es republicano.

Es cierto que algunos líderes republicanos han tratado de reducir ese déficit racial desde hace muchos años. Como le dijo la representante Salazar a Stephen Miller, el expresidente Ronald Reagan hizo mucho por los inmigrantes, tanto que promovió y firmó la ley de inmigración más abarcadora e importante en Estados Unidos hasta hoy. La familia Bush (George H. W., George W. y Jeb), republicana por excelencia, también hizo mucho al respecto, quizás porque viven en Texas, donde hay una presencia hispana notable, quizás porque Jeb tiene una esposa y dos hijos con sangre hispana. Y el senador Marco Rubio hasta presentó un plan de inmigración hace algunos años. El plan fue muy bienvenido por los demócratas y algunos republicanos pragmáticos pero muy odiado por republicanos de línea dura. El senador Rubio aprendió una lección de esa experiencia: no le hables de inmigración a los republicanos conservadores porque podrías perder el puesto. Por eso creo que la representante Salazar fue valiente en su conversación con el ultraconservador Stephen Miller. Habría que esperar por las próximas elecciones legislativas para ver si el señor Miller ataca —políticamente hablando— a la representante Salazar.

Tan reciente como en enero de 2021, el gobernador Ron DeSantis declaró en Twitter que votar era un privilegio, y el Partido Republicano de la Florida se hizo cómplice al no rechazar pública y rotundamente tal planteamiento. Porque no, votar no es un privilegio sino un derecho amparado por la Enmienda XV de la Constitución, la cual “prohibits the federal government and each state from denying a citizen the right to vote based on that citizen’s race, color, or previous condition of servitude.” Y claro, si juntamos ese planteamiento del gobernador DeSantis al silencio del Partido Republicano, y le sumamos los esfuerzos consistentes que ese partido hace por dificultar y/o impedir el voto de las minorías, entonces entendemos por qué el déficit racial en la membresía republicana.

Con la excusa de querer evitar el fraude electoral, legisladores republicanos imponen todo tipo de obstáculos a los votantes afroamericanos, hispanos y asiáticos-americanos. En vez de cortejar y atraer a las minorías, se la ponen difícil, a veces imposible. En Florida, por citar solo un ejemplo, legisladores republicanos acaban de proponer la ley SB 90 para limitar el voto por correo. Ello afectaría a más de 100.000 votantes en el condado Miami-Dade solamente. ¿A quiénes afectaría más en ese condado? Pues a los votantes cubano-americanos de la tercera edad porque ellos, históricamente, han votado por correo. Lo irónico de eso es que la mayoría de los ancianos cubano-americanos vota por candidatos republicanos, por lo que los demócratas deben estar saltando de felicidad.

En fin, que esta vez la representante Salazar lo hizo bien. Hizo bien en plantearle al señor Stephen Miller lo contraproducente que la política republicana antiinmigrante es para con los hispanos y otras minorías.


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