Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Hungría

El primer gran reto

Hace 50 años los húngaros se levantaron contra la dominación soviética y la rebelión acabó ahogada en sangre.

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El pasado lunes 23 de octubre se conmemoró en Hungría el aniversario 50 del alzamiento popular contra la dominación comunista y se divulgó la Declaración de la Libertad para honrar a los mártires de la revolución de 1956. Esta conmemoración puede ponerse en contexto histórico para dar precisión al debate público sobre las transiciones desde regímenes totalitarios.

La malograda transición húngara atravesó al menos cuatro etapas: el "nuevo curso" preconizado por Imre Nagy (julio 4 de 1953-marzo 9 de 1955), el repliegue durante el régimen neoestalinista de Matyas Rakosi (abril 14 de 1955-julio 18 de 1956) y la recurva del espíritu de transición, que propició la caída del sucesor estalinista Erno Gero y el retorno al poder de Nagy (julio 18-octubre 24 de 1956). La etapa revolucionaria (octubre 23-30, 1956) sería el primer gran reto contra la dominación soviética en Europa Oriental.

La intervención soviética en Hungría comprendió dos invasiones sucesivas, que pusieron al desnudo la naturaleza del Pacto de Varsovia (mayo 14, 1955). A pesar de que establecía el compromiso de las partes a prescindir de la violencia en sus relaciones internacionales (artículo 1) y no intervenir en los asuntos internos (artículo 8), el ejército soviético invadió el territorio de uno de sus aliados "fraternales" para cumplir la función esencial de salvaguardar a la fuerza el régimen totalitario comunista.

La doble invasión soviética a Hungría sobrevino en medio de revueltas populares, que comenzaron abogando por el pluripartidismo y se radicalizaron hasta el punto de solicitar la ruptura con el Pacto de Varsovia y acogerse a la neutralidad.

Para la primera invasión, Moscú urdió el pretexto de que los propios dirigentes húngaros (aterrados por las manifestaciones populares) recabaron la "ayuda" del mando soviético, que tenía acantonadas tropas en Hungría como consecuencia de un tratado bilateral. Tras el coup d'état de Janos Kadar y otros contra Imre Nagy, el "gobierno revolucionario" emergente reiteró el pedido de ayuda para sofocar la "contrarrevolución".

El 'nuevo curso'

El programa de transición húngaro se había esbozado en las disertaciones (1955/56) de Nagy ante el Comité Central del Partido (Comunista) de los Trabajadores Húngaros y resumido en Los dieciséis puntos políticos, económicos e ideológicos (octubre 22, 1956) de los estudiantes de la Universidad Tecnológica.

Desde la muerte de Stalin (marzo 5, 1953), el "gobierno soviético de sucesión" se desgarraba por luchas intestinas de ideas y personas, que absorbían la atención del Kremlin y debilitaban su control sobre los satélites europeos. El Comité Central húngaro principió tímidamente el "nuevo curso" (julio 4, 1953) y acabó condenando (junio 28, 1957) al régimen neoestalinista de Rakosi para retomar la iniciativa reformista de Nagy.

Este último se encargó de puntualizarla: abolir el terror policiaco, dar prioridad al abastecimiento de la población, eximir a los campesinos del trabajo obligatorio en granjas estatales o cooperativas… Así se apartó de la "desestalinización" a lo Jruschov, que había descargado toda la culpa sobre un solo hombre para salvar la honrilla de un partido tan criminal como su finado cabecilla. El "nuevo curso" contó ya sólo con el apoyo de Yugoslavia y afrontaría incluso la caída del gobierno de Nagy (abril 14, 1956) antes de que la transición pasara a la etapa revolucionaria (octubre 23, 1956).


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