Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Medio Oriente

El puño y la mano

Obama tiende puentes de diálogo con el mundo musulmán, pero Teherán apuesta por el inmovilismo.

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En su primera entrevista concedida a una cadena de televisión, el presidente estadounidense Barack Obama extendió la mano al mundo musulmán y mencionó directamente al régimen de Teherán: "Si países como Irán están dispuestos a abrir el puño, encontrarán la mano extendida por parte nuestra".

La entrevista fue transmitida por la cadena Al Arabiya y, lógicamente, despertó algunas esperanzas de paz en Medio Oriente.

Obama fue preciso en algunas de sus apreciaciones: "Para nosotros, es imposible pensar sólo en el conflicto palestino-israelí y no pensar en lo que sucede con Siria o Irán, Líbano, Afganistán y Pakistán".

Nuevamente se refirió directamente a Teherán cuando expresó: "Es importante para nosotros que estemos dispuestos a conversar con Irán, expresarles muy claramente cuáles son nuestras diferencias, pero también las potenciales avenidas del progreso".

CUBAENCUENTRO.com dialogó con Margardida Santos Lopes, especialista portuguesa en asuntos del Medio Oriente, para quien fue "simbólico que Obama, para su primera gran entrevista de fondo, escogiera el canal Al Arabiya, una estación de capitales sauditas, con sede en Dubai, pero con más audiencia que Al Yazira".

Las palabras de Obama, agregó, marcaron "una clara ruptura con la Administración Bush". El nuevo presidente invocó su experiencia de cuando vivió en Indonesia, el mayor país islámico del mundo. Además, Obama reconoció que Estados Unidos "cometió errores" en la región y que el nuevo enviado especial, el árabe-americano George Mitchell, "escuchará a todas las partes".

Ahmadineyad quiere más

La respuesta del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, fue la clásica del gobernante que no tiene el más mínimo propósito de iniciar negociaciones serias: "Quienes hablan de cambio deben pedir disculpas a los iraníes y reparar los crímenes que cometieron en el pasado", dijo.

También pidió "cambios profundos" en la política exterior de Estados Unidos, entre ellos que deje de apoyar a Israel y que retire a las tropas que tiene estacionadas por el mundo. Esta posición maximalista revela tanto la desconfianza hacia el cambio que ha ofrecido Obama, como la dificultad del propio régimen iraní para hacer concesiones. Y es que Ahmadineyad, como otros dirigentes de regímenes autoritarios, necesitan de Estados Unidos como enemigo para mantenerse en el poder.

Como argumentaba recientemente el analista Julian Borger, del diario británico The Guardian, nada puede ser más "aterrador" para Teherán que un discurso suave y dispuesto al diálogo por parte de Washington.

Reacción más sensata, aunque dentro de los patrones del sistema iraní, tuvo el ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyani, considerado uno de los clérigos más influyentes del país, quien respaldó el acercamiento a Estados Unidos pero advirtió que Washington debe "respetar los derechos de la nación iraní".

"Esperamos que (Estados Unidos) dé pasos claros y sabios y que los derechos de la nación iraní no sean violados", afirmó el clérigo, en alusión al polémico programa nuclear iraní.

"Si es así, contribuirá a ayudar a los pueblos de esta región y con la compañía y la colaboración de Irán resolveremos los problemas regionales. Si no, la historia os juzgará como juzgó a Bush", proclamó Rafsanyani.

Según Santos Lopes, el acercamiento entre Teherán y Washington puede comenzar por "una estrecha cooperación" en el caso de Afganistán, donde "los dos países tienen intereses comunes y evitar así el asunto más litigioso del programa nuclear de Teherán. Si esto resulta, puede mudar todo el mapa político del Medio Oriente".

Para Teherán es malo que Afganistán se deslice en el caos nuevamente, porque esto representa una preocupación en su frontera oriental. En este sentido, Borger también recordó que durante la administración Bush fue considerada una propuesta para abrir oficinas de intereses en las capitales de Estados Unidos e Irán. "Esta iniciativa puede ser colocada de nuevo sobre la mesa, como un primer paso hacia la normalización de relaciones", argumentó.

Un viejo conflicto

Irán y Estados Unidos rompieron sus lazos en 1980, tras el asalto a la Embajada norteamericana en Teherán y del triunfo de la revolución islámica que derrocó el régimen del último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahlevi.

Sin embargo, las raíces del conflicto entre ambos países se hunden en 1953, cuando un golpe de Estado, urdido y ejecutado por la CIA —e instigado desde Londres—, acabó con el gobierno del primer ministro nacionalista Mohamad Mossadegh y devolvió el poder absoluto al Sha Reza Pahlevi.

Al final de la década de los noventa, Irán y Estados Unidos estuvieron muy cerca de retomar su relación. En marzo del año 2000, la entonces secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Allbright, llegó incluso a reconocer la participación de su país en el golpe de 1953, y el error que supuso. Pero el acercamiento no prosperó. En septiembre de 2002 incluso empeoraron de nuevo las relaciones, después de que un informe, desvelado por la oposición iraní en el exilio, levantara sospechas sobre el programa nuclear de Irán.

Desde entonces, Estados Unidos, secundado por Israel y la Unión Europea, acusan a Irán de ocultar un programa secreto paralelo para la adquisición de armas atómicas.

El episodio de marzo de 2000, cuando Allbright entonó su "mea culpa", muestra que el núcleo duro del régimen de Teherán no se contenta con pedidos de disculpas. E igual que ha proclamado que desea borrar a Israel del mapa, su propósito es también humillar al gobierno estadounidense.

Las esperanzas para el futuro de Irán se cifran en la juventud, como recientemente recordó un reportaje publicado en el diario español El País: "Los 25 millones de iraníes de entre 15 y 30 años, a quienes toca definir el futuro próximo de la República Islámica, constituyen un enorme potencial de cambio. Sin embargo, la Generación J (nacidos bajo Jomeini y educados bajo Jamenei), como la ha bautizado la escritora Delphine Minoui, vive frustrada ante la falta de visión de sus dirigentes y encorsetada por las restricciones que les imponen".

Resulta inevitable que esta juventud impondrá, más temprano que tarde, un cambio de régimen. Quizá entonces se abra el puño y esperemos que siga la mano extendida.


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Obama, durante la entrevista en Al-Arabiya, el 26 de enero de 2009. (AP)Foto

Obama, durante la entrevista en Al-Arabiya, el 26 de enero de 2009. (AP)

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