¿Es Ileana Ros-Lehtinen la excusa perfecta para el presidente Obama?
Si Obama lo desea, podrá ignorar casi en su totalidad las andanadas de los conservadores radicales, porque la Cámara tiene poca o ninguna influencia en política exterior
Si el presidente Obama busca una excusa para rebajar sus ambiciones en el mundo de la política exterior, tras un ejercicio deslucido en sus dos primeros años marcados por pocos éxitos, la toma de la Cámara de Representantes por parte del partido republicano le brindará la excusa perfecta.
El ascenso al poder de conservadores radicales en las presidencias de comisiones clave —Ileana Ros-Lehtinen (Florida) en Asuntos Internacionales, Buck McKeon (California) en Servicios Armados, Mike Rogers (Michigan) o Mac Thornberry (Texas) en Inteligencia— supone que las riendas han sido tomadas por un equipo de detractores de la negociación, seguidores del Likud, críticos acérrimos del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, e islamófobos temerosos de Rusia. Deben esperarse, pues, ingentes cantidades de protestas y discursos mordaces sobre Obama, el apaciguador y procurador, por cuenta propia, del desarme; así como pésimas imitaciones de sesiones en la Cámara dirigidas a avergonzar a la Casa Blanca.
Pero si Obama desea ignorar todo esto, podrá conseguirlo casi en su totalidad, porque la Cámara tiene poca o ninguna influencia en política exterior (por ejemplo: la Cámara mayoritariamente demócrata contra Bush de 2006 al 2008). Además, y dado que la política exterior desempeñó un papel insignificante en el tsunami electoral republicano —solo un porcentaje minúsculo de votantes señalaron este tema como una de sus preocupaciones fundamentales—, los republicanos no podrán exigir un mandato para desafiar el modo en que Obama conduce los asuntos globales.
Con un personal de seguridad nacional totalmente reformado —nuevo consejero de seguridad nacional, nuevo director de inteligencia y, dentro de poco, un nuevo Secretario de Defensa, nuevo equipo de comandantes militares y, posiblemente, un nuevo director de la CIA— Obama podría modificar la política exterior poniendo fin a las guerras en Afganistán e Irak, llegando a un acuerdo con Irán, reduciendo los gastos militares y mejorando las relaciones con China y Rusia. Pero si lo hace, con toda seguridad, se verá enfrentado con furor por los republicanos de la Cámara, como han inferido los medios.
Por supuesto, los nuevos líderes de la Cámara intentarán obstaculizar los planes de Obama con todo tipo de argumentos, y dentro de Asuntos Exteriores, Ros-Lehtinen y una falange de escaños en el subcomité harán todo lo posible en este sentido. La congresista republicana, militante anticastrista cubanoamericana del Condado de Miami-Dade, procurará aumentar las sanciones contra Irán y Corea del Norte, entorpecer la relajación de tensiones respecto a Cuba y restaurar la rígida conexión entre EEUU e Israel que prevaleció durante la Administración Bush. También buscará recortar el presupuesto de ayuda exterior que se destine a cualquier país que no sea Israel. La Autoridad Palestina deberá renunciar a las condiciones que ha presentado para negociar, reconocer a Israel como “Estado judío”, actuar con contundencia sobre los grupos violentos y acabar con la corrupción —o “no debemos darle un céntimo más,” declaró recientemente.
Desde que fuera elegida al frente de Asuntos Exteriores de la Cámara, Ros-Lehtinen le ha exigido a Obama que “reconsidere la política de ‘reajuste’ de las relaciones con Rusia”, propuesta por el Presidente, debido a la “naturaleza brutal del régimen,” y señaló que “debe ponerse fin” al acuerdo sobre energía nuclear civil establecido entre los dos países, pues Moscú “continúa minando los intereses estadounidenses en Irán, Venezuela (y) Asia Central.”
Ros-Lehtinen, además, arremetió contra el “comportamiento peligroso” de los presidentes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, que representan “riesgos evidentes para la seguridad de nuestra región.”
Observadores de Irán en Washington creen que Ros-Lehtinen intentará poner trabas en las conversaciones entre Estados Unidos e Irán, y algunos sugieren que los republicanos en la Cámara, liderados por ella y el entrante líder mayoritario, Eric Cantor, propondrán algún tipo de Iran Liberation Act, similar a la Iraq Liberation Act de 1998. Como la mayoría de los conservadores, Ros-Lehtenin también se opone enérgicamente al calendario de retirada de las tropas de Afganistán, propuesto por Obama, que deberá iniciarse en julio de 2011. Y respecto a Irak, advirtió que Washington “debe asegurarse de que una derrota estratégica no resulte de (la) victoria táctica, que tanto costó conseguir”, pues Obama está “reduciendo las tropas rápidamente —sin considerar en toda su magnitud la aparición de Irán como el intermediario de influencia clave en ese país.”
En los Servicios Armados, McKeon también está por la confrontación. Este californiano beligerante es un conservador pro-militar de la vieja escuela, crítico acérrimo del calendario de Obama para Afganistán, que califica de “error”, añadiendo: “Espero que el acento… esta vez esté en ganar, no en el calendario.” Como Ros-Lehtinen, MacKeon advierte que Obama perderá la guerra en Irak “por defecto” si retira las tropas en 2011, como ha previsto. Desea un presupuesto militar mayor, que incluya inversiones en el sistema de misiles de defensa y en la ampliación de la fuerza naval. “Recortar los gastos de defensa en medio de dos guerras es, a mi modo de ver, una línea roja”, comentó durante una conferencia neoconservadora en noviembre. “Un presupuesto de defensa en declive augura unos Estados Unidos en declive”, declaró. Y la emprendió contra Obama por conversar con los adversarios de EEUU. “El énfasis que ha puesto el Presidente en el compromiso se ha traducido en debilidad.”
McKeon ha solicitado que el general David Petraeus testifique en el Congreso —incluso si o particularmente si la Casa Blanca prefiere mantener al oficial fuera del escenario. McKeon dejó claro en la conferencia que los republicanos de la Cámara procurarían una alianza con los altos mandos destinados en Afganistán a fin de impedir que el Presidente aplique “topes arbitrarios, impuestos desde la política” en los despliegues. Sin embargo, cuando le pregunté a McKeon qué podría hacer él en concreto para bloquear las políticas de Obama, reconoció que poca cosa. “Solo tenemos un Comandante en Jefe”, admitió. “Realmente, no veo que se pueda hacer nada para echar eso atrás”.
También el poder de Ros-Lehtinen resulta limitado, pero ella puede presionar políticamente a Obama. Desde su elección como Presidenta del Comité de Asuntos Exteriores, ha sugerido que si éste asume una postura radical podría “ayudar a que el Presidente fuera más duro con algunos países” y que Obama y los republicanos de la Cámara pueden “jugar al policía bueno, policía malo”. Quizá la Administración decida ahora mirar, de vez en cuando, por encima del hombro a Ros-Lehtinen y McKeon y les diga: “¡Si no tratas conmigo, terminarás tratando con ellos!” No obstante, es más probable que Obama se encuentre con que su capacidad para maniobrar se vea constreñida, dado que todos los líderes políticos, amigos y enemigos, pueden estar preguntándose si el Presidente se ha debilitado o, incluso, si ha fracasado.
Algunos progresistas se han cuestionado si la nueva mayoría republicana se verá colmada de tantos ejemplares picarescos del Tea Party, entre ellos aislacionistas y libertarios, lo que provocaría que el sentimiento antibelicista creciera dentro de la clase política y que muchos de los políticos bisoños se entusiasmaran también con recortes presupuestarios al Pentágono. Gordon Adams, miembro del Henry L. Stimson Center, señala: “Va a ser muy interesante observar cómo evolucionan las tensiones entre el Tea Party y los republicanos típicos”. Él opina que halcones del presupuesto, como Paul Ryan, quien presidirá el Comité presupuestario, podrían dirigir recortes hacia el sector militar. Y sobre la postura que su comité pueda asumir, Ros-Lehtinen apuntó: “Depende en gran medida de si la composición de nuestro comité resulta más republicana-libertaria que republicana radical”. Al final, probablemente la vieja guardia, cuyos caciques ocuparán las presidencias, se esforzará por reducir al mínimo la influencia de los villanos del Tea Party y que los republicanos de la Cámara se dedicarán a soplar, soplar y soplar para derrumbar la Casa de Obama.
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