Grietas en el poder
Zuma, Mbeki, Motlhane: ¿Amenaza la crisis de gobierno con resquebrajar la democracia africana por excelencia?
Hace poco más de una semana, varios importantes diarios europeos vaticinaron "una crisis profunda", "una división del país", cuando el Comité Ejecutivo del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) exigió y logró la renuncia del presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki.
Hasta el estallido de "una guerra civil" pronosticó en un diario sudafricano el columnista Moeletsi Mbeki, hijo del ex presidente.
El ANC tenía pleno derecho a dar ese paso. La supuesta crisis significó dar mayor vigor a la separación de poderes entre el judicial y el ejecutivo, así como una transición constitucional para elegir en el Parlamento al nuevo presidente interino Kgalema Motlhane, hasta que se realicen las elecciones previstas para el próximo año.
La decisión del Comité Ejecutivo se basó en una decisión del juez Chris Nicholson, que retiró las 16 acusaciones sobre diversos delitos de corrupción o tráfico de influencia contra el presidente del ANC, Jacob Zuma, e incluso mencionó en la sentencia que la Fiscalía actuó bajo la influencia de algunos cercanos colaboradores de Mbeki.
¿Quién es Zuma?
Desde el pasado diciembre, Jacob Zuma ocupa el cargo de presidente del ANC. De acuerdo con la lógica y tradición del sistema político surafricano, está destinado a convertirse en el nuevo presidente del país.
Entre otras razones, porque Zuma, de 66 años, es uno de los más de ocho millones de zulúes, la segunda etnia más importante de Sudáfrica, y comenzó a militar a los 17 años en el ilegal ANC, durante el régimen de segregación racista del apartheid.
Desde el exilio, Zuma encabezó durante años los servicios de información del ANC, convertido en guerrilla. Esas actividades le valieron diez años en la prisión de Robben Island, la misma donde Nelson Mandela cumplió la mayor parte de sus 27 años de cárcel.
Al ser puesto en libertad en 1973, volvió a dirigir la información del ANC desde Mozambique y otros países africanos en una carrera ascendente que en 1991, un año después de la legalización del partido, le valió ser elegido secretario general adjunto.
Posteriormente, ocupó el Ministerio de Economía en el gobierno regional de Zululandia, tras las primeras elecciones democráticas en 1994, después del apartheid, en las que Nelson Mandela fue elegido el primer presidente negro de Sudáfrica.
El periodista portugués Antonio Mateus, que trabajó 10 años como corresponsal en Sudáfrica, fue testigo del desmoronamiento del apartheid y conoce personalmente a Zuma y al nuevo presidente, Kgalema Motlhane, dijo a CUBAENCUENTRO.com que las etiquetas de "izquierdistas" no corresponden exactamente a la doctrina política de ambos dirigentes surafricanos.
En el caso de Zuma, Mateus considera garantizada su elección porque los zulúes están bien organizados y, "de seguro", se regocijan con la idea de que uno de ellos ocupe la presidencia del país".
"Es cierto que Zuma tiene un bajo nivel académico, pero siempre ha sido pragmático y yo fui testigo de que, desde la dirección del ANC, estableció relaciones con los dirigentes de las comunidades griegas, portuguesas y otras, integradas en gran parte por comerciantes y empresarios, para garantizarles que no se seguiría el camino de expropiar las propiedades".
Según el periodista, en lo que se refiere a la doctrina económica del país, los dirigentes del ANC no olvidan los lineamientos trazados desde un inicio por Nelson Mandela.
"Cuando llegó al poder, Mandela argumentó que la economía surafricana era como 'un gran cake, que si se repartía entre todos, sólo tendrían migajas y que lo más sensato sería hacerlo crecer', así se mantuvo floreciente y en pleno vigor las leyes del mercado y la garantía a las inversiones privadas", recordó Mateus.
Motlhane es la persona indicada para este puesto interino, de acuerdo con el portugués, quien agregó que el líder "es brillante como intelectual" y una persona moderada, además de que estaba en el gabinete de Mbeki como ministro sin cartera y, por lo tanto, es conocido y respetado por esos colaboradores del anterior presidente.
Tanto es así, que primero se anunció la renuncia de once ministros y después cinco de estos dijeron que seguirían en el gobierno.
Una figura clave es el ministro de Finanzas, Trevor Manuel. Cuando se produjo la renuncia de Mbeki, la bolsa de Johannesburgo y el valor de la moneda (rand) no sufrieron la mínima alteración.
Sin embargo, cuando hubo "rumores" de que Trevor Manuel podía abandonar el gobierno, hubo un desplome de ambos indicadores de la economía.
Cuando tomó posesión el nuevo presidente, un periodista preguntó al secretario general del ANC, Gwele Mantashe, si Manuel sería confirmado en el cargo. "No es necesaria una confirmación, él es el actual ministro de Finanzas", fue su respuesta.
Los agoreros de la crisis o la desestabilización de Sudáfrica parece que se han equivocado en sus cálculos. La estabilidad se basa no sólo en el pilar de que el poder judicial sea verdaderamente independiente, sino porque también existen 30 diarios, de variadas tendencias, que pueden opinar, criticar o realizar investigaciones acerca de la corrupción de funcionarios o ministros, y publicarlas.
La libertad de prensa también es un pilar de Sudáfrica, un país influyente no sólo en la política del continente africano sino a nivel internacional.
Como si estos argumentos fueran pocos, el primer líder democrático de Sudáfrica, Nelson Mandela, felicitó el pasado 26 de septiembre a Motlanthe y proclamó sin equívocos que "merece el puesto".
"Usted es un líder tranquilo, firme y fiel a los principios, alguien que antepone la razón a las emociones, que busca la unidad en lugar de la división. Sabemos que nuestro país está en buenas manos con usted en el control del gobierno", dice Mandela en una carta dirigida al nuevo presidente.
Si había alguna duda, Mandela lo aclara con esta posición pública.
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