Guerra de conveniencia

El conflicto bélico en Medio Oriente, con Israel justificando sus acciones militares por aire mar y tierra contra Hamás, fuertemente instalado en la Franja de Gaza, por razones de autodefensa, y el movimiento palestino, a su vez, llamando a "una tercera Intifada" y colocado en la posición de víctima, debe ser analizado desde diversos ángulos, debido a la complejidad del tema.

Desde junio del año pasado existía una especie de tregua o cese del fuego entre Hamás e Israel. Tel Aviv argumenta ahora que los militantes de Hamás nunca respetaron completamente el cese de las hostilidades y seguían lanzando, esporádicamente, misiles y "rockets" contra poblaciones del sur de Israel. Esta táctica de guerra de Hamás había comenzado en 2005, incluso perfeccionando en los últimos meses el misil BM-21 Grad, hasta alcanzar cerca de 40 kilómetros dentro del territorio israelí.

Los políticos israelíes se preguntan qué gobierno puede tolerar que sus ciudadanos tengan que dormir en refugios, con temor a este tipo de ataques.

Para comprender un poco el origen de esta nueva guerra, CUBAENCUENTRO.com conversó con Margarida Santos Lopes, especialista en asuntos del Medio Oriente.

"El pasado 19 de diciembre, Hamás declaró terminada la tregua de junio, aunque la realidad es que los 'rockets' nunca dejaron de caer en localidades israelíes de Sderot y Ashkelon. Tampoco Israel cumplió la promesa de levantar el bloqueo a la Franja de Gaza. En noviembre, los israelíes asesinaron a seis dirigentes del movimiento islámico, asestando un golpe mortal a este extraño 'cese del fuego', en el cual Egipto sirvió de mediador", explicó.

Según datos poco divulgados, desde el 20 de diciembre los militantes de Hamás acentuaron los ataques y, el día 24, ya fueron 80 los disparos sobre territorio israelí. El 26 de diciembre, hubo nuevos disparos por parte de Hamás, aunque los israelíes dejaron pasar 80 camiones de ayuda humanitaria a la población de Gaza.

La Franja tiene una superficie de 360 kilómetros cuadrados. Allí sobreviven millón y medio de palestinos, la mayoría en los ocho campos de Naciones Unidas. Es una de las regiones más densamente pobladas del mundo.

El 27 de diciembre se iniciaron los ataques aéreos israelíes y el 3 de enero comenzó la ofensiva por tierra. La reacción militar israelí es completamente desproporcionada. Las víctimas mortales de los "rockets", en las últimas semanas, son apenas cuatro personas, mientras que los palestinos se cuentan ya por centenares.

Elecciones de fondo

Según la especialista Santos Lopes, la guerra es del "interés de ambos. El actual gobierno de centroizquierda de Israel y el "gobierno" del movimiento islamista Hamás necesitaban recuperar la popularidad perdida, para mantenerse en el poder y retomar las negociaciones en mejores condiciones".

Las encuestas previas a este ataque indicaban que la líder del Partido Kadima, Tzipi Livni, actual ministra de Asuntos Exteriores, y el del Partido Laborista, Ehud Barak, ministro de Defensa, eran superados por Benjamín Netanyahu, del derechista Likud, quien prometía "utilizar todos los medios" para "acabar" con Hamás.

Según una reciente encuesta realizada por el diario Maariv, el 93% de los israelíes apoyaron las acciones militares y las intenciones de voto a favor de Barak aumentaron considerablemente, mientras Livni también trata de beneficiarse de la situación con un discurso duro y de tono casi marcial.

La sociedad israelí premia a los líderes del gobierno que usa el garrote, que hace gala del poderío militar, pero también puede oscilar en las próximas semanas, según lleguen las noticias sobre los soldados muertos o capturados por Hamás.

Amos Harel, comentarista del diario israelí Haaretz, argumentó el lunes que "las guerras en Israel a veces son definidas como un fracaso después de la muerte del primer reservista. Una larga permanencia en las dunas de Gaza se puede convertir en un atolladero".

El general retirado luso Loureiro dos Santos, ex jefe del Estado Mayor del Ejército, opinó que "en este caso el tiempo trabaja a favor de los débiles, que son los palestinos". Según Loureiro, los militantes de Hamás tienen buen armamento ligero y hasta "lanza cohetes anti-tanques de origen soviético", que pueden ser relativamente "eficaces" contra los blindados de Tel Aviv.

Coyuntura 'favorable'

Israel se ha beneficiado de una coyuntura internacional favorable. Los ataques ensombrecieron un poco el período de las fiestas navideñas y de fin de año, pero el mundo occidental primero contempló la operación militar como un conflicto más, en una región normalmente en turbulencia bélica.

En el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el más fiel aliado de Tel Aviv, George W. Bush, se encargó de vetar cualquier resolución de condena. Para Washington, es una "guerra defensiva".

Algunos analistas estiman que el momento también fue escogido para enviar un mensaje al nuevo presidente, Barack Obama, y que éste no se muestre demasiado conciliador hacia los palestinos.

En la Unión Europea, mientras la República Checa, que actualmente ocupa la presidencia, calificó el ataque terrestre israelí como "acción defensiva", el gobierno de París matizó que se trataba de "una escalada militar peligrosa" que podía complicar los esfuerzos de paz. Lisboa lamenta los actos violentos de ambas partes.

Con este brutal ataque militar, Tel Aviv también manda "recados" a Teherán y Damasco, reconocidos simpatizantes de Hamás y suministradores de armamento de ese movimiento islámico.

¿Solución de compromiso?

En el fragor actual de los combates, resulta casi utópico plantear una solución de compromiso. Sin embargo, ese será el camino que tarde o temprano tendrán que tomar ambos contendientes.

"En una región donde el mejor negocio es aquel fruto del regateo, israelíes y palestinos todavía no han definido el precio que están dispuestos a pagar por la paz. El problema en Israel y Palestina, según el escritor Roi Ben Yehuda, es que las personas quieren justicia y no el compromiso. Pero, el compromiso es la única solución", opinó Santos Lopes.

Por su parte, el analista israelí Svi Bar'el considera que la solución se podría lograr a través de "esfuerzos diplomáticos pan-árabes", ahora impulsados por el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que el pasado domingo visitó Arabia Saudita. Riad coincide con la posición de los dirigentes egipcios: el culpable de la actual situación es el movimiento Hamás, que no suscribió en 2007 el Acuerdo de la Mecca para poner fin a las divergencias con la Autoridad Nacional Palestina, según Bar'el.

A grandes males, grandes remedios, dice el viejo refrán. Con esta operación, ahora terrestre, Israel podría debilitar el poderío militar de Hamás, pero la resistencia que opongan los militantes islámicos hará crecer su estatura ante los ojos del mundo árabe. Se corre el riesgo del regreso a los atentados suicidas, o de nuevos ataques contra Israel por parte de Hizbulá desde el sur del Líbano, como recientemente advirtió el jefe de la inteligencia israelí.

Por otro lado, la sociedad israelí, que aplaudió los ataques aéreos, quizá no tenga capacidad para soportar el precio de soldados muertos o capturados. Entonces, de manera casi inevitable, se tendrá que imponer una solución de compromiso. Todo indica que ésta puede pasar por la mediación de Egipto y la Unión Europea.

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