Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Irán

La estrategia de los reformistas

Los opositores de Ahmadineyad ya piensan en las elecciones presidenciales del 12 de junio.

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Más de 46 millones de iraníes serán llamados a las urnas para elegir el próximo 12 de junio a un nuevo presidente de la República Islámica y, aunque el panorama electoral aún no está suficientemente claro, existen indicios de que un reformista pueda ganar y suceder al conservador y fundamentalista Mahmud Ahmadineyad, quien todavía no ha oficializado su candidatura a un segundo mandato.

 

A principios de febrero, el ex presidente reformista Mohamed Jatamí anunció que se presentaba como candidato, lo que significaba el mayor desafío para Ahmadineyad.

 

Sin embargo, el pasado 17 de marzo, Jatamí presentó de forma oficial su renuncia a la candidatura para evitar la "dispersión del voto". Su retirada cede las esperanzas de apertura de la sociedad iraní a un hombre de la vieja guardia con ideas progresistas, Mir Husein Musavi, que creció acunado por el líder de la revolución, ayatolá Rujolá Jomeini.

 

Musavi, aspirante reformista, fue primer ministro de Irán durante la difícil década de los ochenta, marcada por la guerra con Irak y el aislamiento que la comunidad internacional impuso al nuevo régimen de los ayatolá. Revolucionario de primera hora, miembro activo del levantamiento popular que derrocó la dictadura del último Sha de Persia, Musavi accedió a la jefatura del gobierno tras haber ejercido primero como ministro de Relaciones Exteriores. En 1989, muerto Jomeini, se retiró de la primera línea política al ser enmendada la Constitución y desaparecer el cargo de primer ministro.

 

El otro candidato de la que puede considerarse como "ala reformista" es el ex presidente del Parlamento, Mehdi Karrubi, del partido Etemad Mell (Confianza Nacional). "Ni Mir Husein Musavi ni yo tenemos planes para abandonar la carrera electoral", afirmó Karrubi en una entrevista concedida a la agencia semioficial de noticias Fars.

 

El clérigo iraní, que consiguió casi cinco millones de votos en las presidenciales de 2005, fue el primero de los políticos reformistas en anunciar oficialmente su deseo de aspirar a la presidencia.

 

En los últimos días, tras la decisión del ex presidente Jatamí de retirar su candidatura "en favor de la unidad reformista", la prensa y la clase política especulaban con la posibilidad de que Karrubi adoptara un paso similar. Sin embargo, el pasado 23 de marzo Karrubi reafirmó que no renunciará.

 

En resumen, hay dos candidatos reformistas, Musavi y Karrubi, sin que todavía se conozca si el adversario será Ahmadineyad u otro personaje fundamentalista. Sin embargo, el diario Irán News afirmó recientemente en un editorial que la contienda electoral será entre Musavi y Ahmadineyad.

 

Rumores

 

Según analistas, es "casi seguro" que Ahmadineyad se presente a un segundo mandato, porque "cuenta con el apoyo del Líder Supremo, Ali Jamenei, y controla el Consejo de Guardianes", que es la entidad que selecciona a los candidatos entre los conservadores.

 

Sin embargo, el Líder Supremo puede optar por apoyar como candidato a la presidencia al actual alcalde de Teherán, Mohammad Qalibaf, calificado como "conservador pragmático", que coincide con Ahmadineyad en "la política exterior y nuclear, pero que ha tenido éxito en la gestión económica y utiliza un lenguaje más diplomático". Qalibaf podría ser "un buen interlocutor del presidente estadounidense Barack Obama"; pero, por el momento, esta hipótesis se maneja sólo como "uno de los rumores" en los círculos de poder.

 

El candidato reformista Karrubi cuenta con el apoyo del ex alcalde de Teherán, Gholamhossein Karbashi, que fue crucial en la victoria de Jatamí, en 1997.

 

Expertos en el tema creen que Musavi probablemente "no tenga dificultades en atraer los votos de los conservadores, en particular de aquellos descontentos con la gestión económica nefasta que ha llevado a cabo Ahmadineyad".

 

Aunque en estas elecciones presidenciales no se ponga en juego ni el régimen islámico ni los fundamentos del sistema, la posibilidad de elegir entre un candidato más liberal y Ahmadineyad, el más conservador de los gobernantes que Irán ha tenido desde la revolución de 1979, da a los iraníes una opción de expresarse sobre el futuro de la República Islámica.

 

El factor Obama

 

El presidente Obama escogió la fiesta del año nuevo iraní, celebrada el pasado 20 de marzo, para lanzar un vídeo en el que ofreció "comenzar una nueva etapa en las relaciones bilaterales". Según fuentes consultadas, "fue la primera vez que un presidente estadounidense reconoce a Irán como una potencia regional y, al referirse explícitamente a la República Islámica de Irán, envía el mensaje de que su administración no se propone mudar el régimen, sino sólo su manera de comportarse".

 

Casi en todas las capitales del mundo fue apreciado como "un mensaje conciliador". Sin embargo, el Líder Supremo, Alí Jamenei, se encargó de lanzar al día siguiente lo que parecía un balde de agua fría cuando declaró: "Estados Unidos proclama el cambio, pero en la práctica ese cambio no se ve (…) nosotros no vemos ningún cambio".

 

En el mensaje también hay un matiz interesante: "Carecemos de experiencia con la nueva Administración norteamericana y con su nuevo presidente. Observaremos y decidiremos. Si vosotros cambiáis de actitud, nosotros cambiaremos la nuestra". Está claro que la puerta del régimen de Teherán ha quedado entornada.

 

Obama no lo tendrá nada fácil al lidiar con el Líder Supremo, como tampoco será fácil la tarea que deberá enfrentar cualquier candidato reformista que sea elegido para la presidencia.

 

Es que el Majlis (parlamento) está controlado por los conservadores. Antes de las elecciones del 14 de marzo del pasado año, el Consejo de los Guardianes de la Revolución se encargó de eliminar a cerca de 2.000 candidatos.

 

Sin embargo, no se puede restar importancia a las presidenciales del 12 de junio. Lo ideal sería que los reformistas presentaran un solo candidato. Para eso, Karrubi tendría que seguir el ejemplo de Jatamí. Además, ambos deberían estrechar filas alrededor de la candidatura de Musavi, que por su trayectoria política y revolucionaria sería el candidato ideal para enfrentar a Ahmadineyad, o a cualquier otro conservador.

 

En este escenario, si Musavi obtiene un respaldo masivo de los iraníes, esto podría influir algo en el comportamiento del Líder Supremo. Lo que sucede es que Alí Jamenei parece poco inclinado a escuchar la voz de su pueblo, ya esto sucedió cuando Jatamí fue elegido presidente en 1997, y muy poco pudo hacer para cambiar los destinos del país.

 

Por el momento, Irán se presenta ante el mundo como un régimen cerrado con un candado a siete llaves, todas ellas controladas por el Líder Supremo.


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