¿La hora de la diplomacia?

Como cualquier anciano que llega a los 84 años de edad con poder absoluto, Robert Mugabe está atornillado a la silla del Palacio Presidencial de Harare (State House) y realiza todo tipo de maniobras para perpetuarse, después de casi 30 años. Sus colaboradores del partido gubernamental ZANU-PF le estimulan porque saben perfectamente que, "sin el jefe", pierden sus privilegios.

Las elecciones presidenciales se realizaron el pasado 29 de marzo y todavía no se conocen los resultados, a pesar de los llamados de la Unión Africana y de los países vecinos para que sean divulgados.

En un esfuerzo desesperado para cambiar el resultado de las urnas, el ZANU-PF pidió el recuento de los votos en 23 circunscripciones, precisamente aquellas en las que el opositor Movimiento para un Cambio Democrático (MDC, por sus siglas en inglés) está segura de que el gobernante perdió.

El recuento de votos comenzó el pasado 18 de abril, a un ritmo tan lento que no se puede calcular la demora. Varios días después, sin grandes sorpresas, la única circunscripción de la cual se conocían los resultados había pasado del MDC al ZANU-PF. No obstante, la prensa oficialista ya da como vencedora a la oposición.

El mismo día 18, en un discurso para celebrar el aniversario de la independencia, Mugabe arremetió contra su tradicional enemigo, el gobierno británico. Como todo líder populista que opta por aferrarse al poder, necesita un enemigo para culparle de todos los fracasos y desgracias del país.

"Abajo Gran Bretaña. Abajo los ladrones que quieren robar a nuestro país", exclamó Mugabe ante sus seguidores. "Plantan a sus lacayos entre nosotros, les dan dinero para confundir a nuestro pueblo", dijo.

Este tipo de ataques al enemigo colonialista tiene un impacto paralizante en los países vecinos, o en la Unión Africana. El argumento del régimen de Harare es que cualquier manifestación de condena ayuda a los designios del "enemigo británico". Hay un hecho que no se puede olvidar: Mugabe es el héroe de la independencia.

Recuento con 'preparativos'

En lo que se refiere al conteo de los votos, fueron significativas las palabras de Utoile Silaigwana, presidente adjunto de la Comisión Electoral. Los miembros de esa entidad no son independientes, fueron nombrados por Mugabe.

El pasado 20 de abril, Silaigwama dijo que estaba previsto que el recuento demorara tres días, pero algunos agentes electorales "se retrasaron en los preparativos".

¿Será que después del 29 de marzo todavía no han tenido tiempo de cambiar las boletas en las urnas? Todo es posible. Lo que nadie duda en Harare es que se prepara un gran fraude, por lo menos para proclamar que hubo un empate entre Mugabe y el líder de MDC, Morgan Tsvangirai, de 56 años, y forzar entonces una segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Tsvangirai se ha refugiado en África del Sur y tiene el temor de sufrir represalias si regresa a Zimbabue. No hace mucho tiempo recibió una paliza de tal envergadura, fractura del cráneo incluida, que estuvo a punto de costarle la vida.

¿Solución negociada?

La periodista portuguesa Ana Dias Courdeiro, que sigue con particular atención los temas africanos, dijo a ENCUENTRO EN LA RED que existen "algunos indicios" de que los gobiernos de los países vecinos, y en particular el de África del Sur, buscan "una salida pacífica al conflicto" a través de negociaciones con la oposición.

La cuestión es que Mugabe pueda tener una salida airosa, que "respete su calidad de líder de la independencia", lo que podría pasar por una fórmula para compartir el poder con la oposición, o pactar una segunda vuelta de las elecciones presidenciales, opinó Dias.

Agregó que estos movimientos diplomáticos tienen lugar en el seno de la Comunidad para el Desarrollo de África del Sur (SADC, por sus siglas en inglés), de la cual forman parte Zimbabue, Angola, Mozambique, Zambia, Sudáfrica, Botswana, Lesotho, Malawi, Islas Mauricio, Namibia, República Democrática del Congo y Seychelles. Analistas estiman que este es el marco adecuado para buscar una solución a la crisis.

La periodista lusa señaló a EER que entre los dirigentes africanos "existen compromisos de solidaridad enraizados en la lucha contra el poder colonial", y algunos de estos líderes no quieren condenar a Mugabe por aquel viejo proverbio que dice: "hoy le toca a él estar en la picota pública, pero mañana puedo ser yo".

En medio de estos ajetreos de las cancillerías, hasta resulta útil que el líder opositor Tsvangirai se encuentre en África del Sur, para negociar cualquier solución de compromiso.

Como factor negativo, su alejamiento de Harare en estos momentos de crisis y lucha porque se respeten los resultados de las urnas, puede hacer sentir a sus seguidores que el líder cuida más de su destino personal que de la causa que defiende.

Resulta interesante que un académico cercano a Mugabe, Obediah Mukura Mazombwe, haya publicado un artículo el 23 de abril, en el diario gubernamental The Herald, sugiriendo la constitución de "un gobierno de transición de unión nacional".

Claro que la propuesta incluye que sea Mugabe el presidente, pero Mazombwe aboga porque sean los estados de los países vecinos quienes conduzcan la mediación para formar este gobierno.

No por casualidad, Tsvangirai llegó a la capital de Mozambique también el 23 de abril, y tiene previstos encuentros con el actual presidente, Armando Guebuza, y el ex presidente Joaquim Chissano. Este último es una figura con mucho prestigio e influencia en la Unión Africana y otros gobiernos vecinos. Mozambique es un ejemplo de democracia en esa parte del mundo.

Se impone una solución negociada o que Mugabe acepte su derrota en las elecciones presidenciales del 29 de marzo. No hay otra alternativa.

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