La oscilación del péndulo
Buenas relaciones con Washington, políticas económicas moderadas y reforzamiento de la clase media.
El actual gobierno de izquierdas de Uruguay no parece ser siniestro. Tabaré Vázquez, líder del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), totalizó un 50,69 % de los sufragios en las elecciones de octubre de 2004, lo que le permite también controlar el Parlamento. El triunfo de la izquierda, hace ya doce meses, interrumpió 174 años de gobierno de los partidos tradicionales del país, el Colorado y el Nacional o Blanco.
Y aunque parece que la izquierda de Vázquez pretende recorrer otros derroteros, sus declaraciones recientes acerca del caso cubano pueden hacernos pensar que la harina, aunque no del mismo costal, viene con paja. "En Cuba predomina el pensamiento de partido único desde la época de Martí" —declaró el presidente en Washington—, mientras en Uruguay hay "una cultura de pluripartidismo" (…) son realidades diferentes". Probablemente lo ideológico, en este caso, va encadenado a una base social electoral a la que Vázquez debe mantener satisfecha en sus veleidades. Por ello incurre en disparates de tal calibre.
La izquierda al poder
¿Qué significa, dentro del ámbito uruguayo y continental, esta tendencia al triunfo momentáneo de los partidos de izquierda? Revisemos algunos precedentes, que como tantas cosas en Latinoamérica, parecen aplicarse a casi todos más que exclusivamente al país que nos ocupa. Uruguay retrocedió en su nivel de desarrollo humano de acuerdo con un informe presentado recientemente en el Edificio Libertad, sede del gobierno en Montevideo, por el representante de Naciones Unidas, Pablo Mandaville, quien indicó que este país cayó al lugar número 46 y recordó que en el año 1991 ocupaba el puesto 31.
Mandaville explicó que en Uruguay "hay un retroceso constante y ello está relacionado con diversos factores como la educación, salud, bienestar social, además del Producto Interno Bruto". En la actualidad, Uruguay es uno de los países del mundo más endeudados con los organismos financieros internacionales, herencia que recibió de las administraciones anteriores.
Es evidente que en Uruguay, como en casi toda la región de América del sur, puede verificarse un agotamiento de las viejas élites políticas en los partidos tradicionales. En Brasil esto es claro: los viejos partidos como el PMDB, están agotados. En Argentina también se ve un cierto agotamiento del peronismo. Y Uruguay es un reflejo de esto, los colorados y los blancos, los viejos partidos, han tenido la oportunidad histórica de sus propias gestiones, y el saldo resulta lamentable. Todo parece indicar que estamos ante una nueva oscilación del péndulo.
Oportunidades y peligros
¿Debemos preocuparnos por el hecho de que el péndulo se vaya al otro extremo? Hay necesidad hoy de una nueva generación de políticos, de una nueva élite gobernante. No es sólo la pobreza históricamente incrementada. Tiene que ver con que cambian los gobiernos, pero no cambian mucho las políticas locales. Entonces hay una voluntad en el pueblo, principalmente en la clase media latinoamericana, de tener gente más joven y probar nuevas alternativas.
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