La revolución democrática silenciosa de los militares brasileños
Las manifestaciones de 2013 pudieron ser el caldo de cultivo para un cambio de actitud sobre el papel de los militares en la sociedad brasileña
En Cuba, en las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado, Fidel Castro, en sus largos discursos de encantamiento de serpientes, denigraba al régimen militar brasileño negando el “milagro brasileño” y en contraposición proclama que el milagro era cubano por los logros en la educción y la medicina.
En mis más de 20 años en Brasil he tenido la oportunidad de conocer varios estados brasileños y comprobar con mis propios ojos que el milagro brasileño existió materializado en sus grandes autopistas y carreteras secundarias que hacen de Brasil, un país continental, por el cual se puede viajar en automóvil a todos sus rincones, y en sus grandes hidroeléctricas interconectadas por un sistema nacional de trasmisión de energía, fenómenos logrados en un tiempo relativamente corto, 21 años de régimen militar (1964-1985).
Siendo Brasil 77,5 veces más grande que Cuba, en nuestra Isla existen muchos lugares donde sus habitantes tienen que trasladarse a pie o a caballo a 60 años de castrismo, incluso lugares donde se podía llegar en carros por el esfuerzo personal de sus vecinos antes de instaurarse el régimen totalitario, hoy son aéreas aisladas e inhóspitas, ese es el milagro castrista y qué hablar de la generación y trasmisión de energía eléctrica en el país de los apagones.
Una vez instalado en Brasil el Estado Democrático de Derecho, sus militares han ido acumulando méritos en el manteniendo de la democracia brasileña en primer lugar y en el cumplimiento de sus acciones y misiones militares muchas con incidencias sociales nacionales e internacionales, por lo cual es, sin duda, la organización del Estado más respetada y admirada por la sociedad.
Nacionalmente se puede destacar su labor en el mantenimiento de la soberanía nacional de las fronteras brasileña donde en parte de ese territorio le dan asistencia social con sus servicios médicos y de infraestructura a poblaciones locales de las zonas selváticas brasileñas, así como a otros habitantes de países limítrofes.
Igualmente, el apoyo logístico y de inteligencia en zonas de confrontación ya sea en presidios, en grandes ciudades como la intervención militar en Río de Janeiro, por orden del presidente de la república para mantener la ley y el orden. Podrían citarse entre otros también, su actuación en el estado Roraima, fronterizo con Venezuela, donde brindan su apoyo en la recepción ubicación de la migración masiva de venezolanos a través de servicios médicos, hospitales de campañas y campamentos para alojamientos.
Internacionalmente los militares brasileños han comandado misiones de paz de la ONU en diferentes países en conflictos, en más de 50, entre otros en Angola, Timor del Este, Haití, Líbano, Republica Democrática del Congo, Sudan del Sur, Chipre.
Los militares se entronizaron en el poder en 1964, a través de un golpe de Estado denominado por el régimen militar la Revolución del 64. Como es sabido hubo una gran resistencia por movimientos armados, luchas sindicales y resistencia cívica de la sociedad civil que finalmente conllevó a una amnistía de las partes en conflictos incluyendo a los militares.
En el año 2011, durante el Gobierno de Dilma Rousseff, se instauró la Comisión de la Verdad para investigar las violaciones de derechos humanos en el régimen militar, una necesidad histórica para conocer los excesos de ambas partes en conflicto. Si se tiene en cuenta el espíritu de la amnistía la investigación debería ser imparcial, ciertamente los militares tenían mucha desconfianza al respecto al sospechar que la balanza pudiera inclinarse asía los posibles considerados victimas del estado con riesgo de un ajuste de cuenta a destiempo.
No voy a juzgar los resultados de la Comisión de la Verdad porque es algo muy complejo, pero todo indica que parte de la polarización social actual pudo estar influenciada por la misma, teniendo en cuenta que una gran parte de la sociedad tiene simpatía por el estamento militar actual, por lo antes expresado y por la desconfianza hacia la elite política, por lo que todo el mundo sabe sobre la corrupción, la falta de seguridad ciudadana, la deficiente atención a la salud pública y educación, las deficiencias en la movilidad urbana y en obras de infraestructura a nivel federal y estadual.
Las manifestaciones masivas del año 2013 pudieron ser el caldo de cultivo para un cambio de actitud sobre el papel de los militares en la sociedad brasileña. Ya en las manifestaciones masivas pidiendo la salida de Dilma del Gobierno aparecieron carteles y grupos pidiendo el regreso de los militares, lo que llegó a su clímax en la campaña de Bolsonaro a la presidencia de la republica, iniciada a partir del impeachment de Dilma Rousseff.
Si los militares del golpe de Estado de 1964 lo denominaron de la Revolución del 64, hoy en día, por la cantidad de diputados, senadores incluyendo al presidente y vicepresidente de la República más un gobernador estadual con origen militar de la reserva y jubilados, elegidos democráticamente más los que deben integrar el poder ejecutivo a nivel federal y estadual, se pude inferir que esta es la revolución democrática silenciosa de los militares brasileños.
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