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China

La sombra de Tiananmen

Veinte años después, los dirigentes chinos guardan los muertos en el armario, aunque la gente reclame mayores libertades.

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Recuerdo que un amigo que trabajó como profesor de español en un centro secundario superior de Pekín, estaba asombrado en la primavera de 1989 con el desfile de millares de jóvenes por la avenida de La Paz y la Plaza Tiananmen, en demanda de reformas y mayores libertades. Él aseguraba que los alumnos chinos eran educados y convertidos casi en robots y no se podía explicar aquella explosión en las calles.

Aunque el aniversario que se recuerda es el del 4 de junio de 1989, cuando entraron los tanques en la céntrica plaza de la capital china y se produjo la masacre, esos acontecimientos fueron precedidos de seis semanas de continuas protestas en las calles, que comenzaron exactamente durante el sepelio del secretario general del Partido Comunista de China, Hu yaobang.

Fue el 15 de abril de 1989 que murió Hu, a quien muchos consideraban podría llevar a cabo algunas reformas, ya puestas en práctica en la Unión Soviética por Mijail Gorbachov. La ceremonia fúnebre marcó el inicio de una serie de manifestaciones estudiantiles que encontraron un gran apoyo entre la población. Los manifestantes reclamaban asociaciones estudiantiles y sindicatos independientes, lucha contra la corrupción, libertad de prensa y democracia.

Cuando el Partido Comunista habló a finales de abril de una "conspiración" y amenazó con aplicar mano dura, se levantó una ola de indignación entre la población. Nuevas protestas estallaron, con manifestaciones en unas 200 ciudades.

"En 1989, no hubo ningún momento en que intentáramos derrocar al Partido Comunista", asegura Wuer Kaixi al recordar los acontecimientos de 1989. Wuer figuraba en el segundo puesto en la lista de los dirigentes estudiantiles más buscados. "Más bien lo que queríamos era un partido limpio, no corrupto".

Mientras que el líder reformista del Partido Comunista, Zhao Ziyang, sucesor de Hu Yaobang, apostaba por el diálogo con los estudiantes, cuyas demandas le parecían justificadas, los líderes de línea dura, encabezados por el primer ministro Li Peng, amenazaban con aplicar fuertes represalias.

"La lógica de un movimiento de masas consiste en ejercer presión sobre el adversario, esperando que este tome una decisión cuando puede elegir. Tu adversario es mucho más fuerte y uno prácticamente está condenado al fracaso. No obstante, uno espera que la enorme presión le haga cambiar de opinión y tomar la decisión correcta", dice Wuer Kaixi.

Sin embargo, Deng Xiaoping ordenó a las tropas disparar. El veterano político, entonces el líder más poderoso de China, conocía muy bien el añejo axioma comunista que dice que "el poder emana de los cañones del fusil".

Un tema tabú

Desde aquel fatídico 4 de junio de 1989, las autoridades de Pekín se han esforzado en borrar este episodio de la historia del país. Es un tema tabú del que no se habla, no consta en los libros de texto, en definitiva, no existe. A lo sumo, portavoces gubernamentales reconocen que en aquellas fechas se produjeron "unos incidentes políticos".

A la hora de la verdad, la situación es totalmente distinta. Lo que teóricamente fue "un incidente político", que no existe en los libros de texto, se convierte en un tema de Estado. Prueba de ello es que, desde antes del aniversario, Tiananmen estuvo tomada literalmente por soldados, policías uniformados y vestidos de civil, y en la céntrica plaza, hubo más fuerzas de seguridad desplegadas que grupos de turistas. Curiosa manera de ignorar unos acontecimientos que se considera que no han existido.

Algo parecido sucede entre la juventud. Es verdad que la mayoría está preocupada por encontrar empleo, ganar dinero y comprarse un piso, se han acomodado a la realidad china, que ha hecho que tras treinta años de reformas, el desarrollo económico haya convertido al gigante asiático en la tercera potencia del planeta. (El día del aniversario de la matanza, el gran titular del diario oficial del Partido chino se refería "al incremento de empleos, como señal de la recuperación económica").

Pero no es menos cierto que saben lo que pasó hace veinte años y que la generación de sus antecesores fue "liquidada", algunos físicamente y otros mentalmente. Simplemente, la matanza de Tiananmen no existió, comenta un experto en asuntos chinos residente en Pekín, que prefiere guardar el anonimato.

Agregó que resulta curioso observar los esfuerzos que desarrollan las autoridades y buena parte de la sociedad china por esconder un secreto a voces, por hacer pasar desapercibido un hecho histórico que todos conocen. Es comprensible que la gente de a pie evite hablar con los extranjeros, ante el temor de posibles represalias. Sin embargo, no lo es para un régimen que, como contrapartida, lleva a cabo un despliegue de fuerzas de seguridad desproporcionado para un "incidente político" que sucedió hace veinte años y en el que murieron "varios centenares" de personas. Por mucho tiempo que los escondan en el armario, al final los muertos siempre aparecen.

La verdad oficial es que sólo murieron en aquella plaza 241 "rebeldes contrarrevolucionarios", mientras Amnistía Internacional mantiene la cifra de 1.300 manifestantes muertos y otras organizaciones no gubernamentales duplican o triplican la cifra.

¿Otro Tiananmen?

Según varios analistas y corresponsales en Pekín, el malestar ahora está en el campo y en las aldeas, con más de 80.000 protestas al año y una mayor conciencia sobre los derechos del ciudadano, y no en las ciudades, como hace veinte años.

"Hacen falta tres condiciones para que se repita Tiananmen", explica Andrew J. Nathan, catedrático de la Universidad de Columbia: un gran número de ciudadanos insatisfechos (por crisis o corrupción), un evento detonador (entonces fue la muerte del líder Hu Yaobang) y una división en el seno del liderato.

"Sí, es posible que haya otro Tiananmen, pero los líderes se están asegurando de que no se repitan estas condiciones", agrega.

En su estudio sobre el panorama político chino, Nathan distingue varios grupos ideológicos: los líderes actuales (Hu Jintao y Wen Jiabao), que abogan por elecciones sólo locales pero controladas, y con un poder judicial bajo el Partido Comunista de China, como señala la Constitución, grupos de disidentes muy controlados y el movimiento entre los intelectuales.

Según Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China en España, aunque pueda atribuirse a Zhao Ziyang, entonces secretario general del Partido Comunista, cierto intento de valerse de los estudiantes para resucitar su carrera política, lo cierto es que la crisis de 1989 fue el resultado de un primer distanciamiento serio de amplias capas de población respecto al Partido.

Acaba de ser publicado un libro que se convierte en el testamento político de Zhao: Prisoner of the State. La revista Time comentó que el ex secretario general, que se puso del lado de los estudiantes, "puede ser más peligroso después de muerto que cuando estaba vivo".

La obra, publicada en mayo de este año por la editorial de Nueva York Simon & Schuster, es fruto de unas grabaciones que dejó Zhao antes de fallecer en 2005 y que fueron rescatadas por uno de sus colaboradores, Bao Pu.

Después de la masacre de Tiananmen, Ziao fue recluido en una vieja casa, situada en un callejón casi perdido en Pekín y allí vivió hasta su muerte.

Bao Pu conocía de las grabaciones, que eran como "el diario secreto" de Zhao, y se dedicó a transcribirlas.

Según la presentación de este libro en internet, "Zhao se proponía levantar el control del Partido sobre la vida de los chinos y preconizaba un sistema de 'mayor apertura y tolerancia'. Aunque Zhao ahora habla desde su tumba, en esta emocionante memoria, su voz tiene la fuerza moral de hacer que China se siente y escuche".

Otro movimiento interesante que ha surgido en China es la Carta 08, firmada en diciembre del pasado año por centenares de artistas e intelectuales. Liu Xiao Bo, profesor de la Universidad de Pekín, fue uno de los inspiradores de este documento, que circula clandestinamente en China y clama por una reforma política, el cese del sistema de partido único, respeto por los derechos humanos y estricta separación de poderes del Estado. Liu está sometido a un régimen de prisión domiciliaria, pero podría ser condenado a varios años de cárcel, de acuerdo con el Pen Club.

Aunque el régimen chino ha conseguido elevar el nivel de vida de los ciudadanos, se mantienen las inquietudes políticas acerca de un sistema que también asfixia los anhelos de las libertades y de la democracia, silenciados por los tanques aquella madrugada del 4 de junio de 1989.


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Estudiantes recuerdan los sucesos de la Plaza de Tiananmen, durante una protesta frente a la Embajada de China en Berlín, el 4 de junio de 2009Foto

Estudiantes recuerdan los sucesos de la Plaza de Tiananmen, durante una protesta frente a la Embajada de China en Berlín, el 4 de junio de 2009. (AP)

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