Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Chile

Lengua a la salsa

El presidente venezolano Hugo Chávez se ha ganado el rechazo de casi todo el espectro político chileno, por su más reciente estocada al Senado.

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Un rosario de respuestas

Si un rasgo delata a los políticos chilenos es que nunca callan ante un ataque y, por cierto, jamás coinciden entre ellos ciento por ciento. Castro, que tuvo tratos con no pocos, les criticó, en más de una ocasión, esta última característica.

El senador oposicionista Carlos Cantero afirmó que, efectivamente, Chávez "está cerrando radios y atentando contra la libertad de expresión", así como "persiguiendo periodistas". "Y eso no se tolera en ninguna parte del mundo civilizado", precisó.

El político definió los criterios de Chávez contra la instancia legislativa de "descalificaciones groseras, grotescas y muy polares"; de alguien que ejerce un "remedo de liderazgo más que un liderazgo real".

Un popular periodista, Libardo Buitrago, dijo en el canal Megavisión que Chávez ha alcanzado en Venezuela la "concentración total del poder", y añadió que el Senado abogó por el principio intransable de la democracia. Las declaraciones "injuriosas del mandatario —subrayó— alcanzan por igual a todos los partidos concurrentes en el gobierno".

Cuando todavía se recuerda el deseo expreso de Chávez de bañarse en una hipotética playa boliviana en el actual territorio chileno y el trato de "pendejo" (inmaduro, tonto) que dio al secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, la nueva estocada del amigo de Castro no podía dejar a Bachelet en silencio, a cuyos colaboradores tildó de fascistas. Por si fuera poco, la arremetida tuvo lugar a pocas horas de la salida de la presidenta hacia Venezuela.

Junto con la entrega por la cancillería de una nota a la encargada de negocios de la embajada venezolana en Santiago, Bachelet subrayó que "el Senado de la República es una institución democrática, que merece todo el respeto de nuestro país y del resto de los países".

Aunque Chávez intentó pronto redirigir sus flechas en particular contra la derecha, su equivocación inicial aglutinó el rechazo de casi todo el espectro político chileno.

Ya en Caracas, reiteró Bachelet la necesidad del respeto entre las dos naciones, y señaló que La Moneda tiene relaciones de amistad con países tan distintos como Cuba y Estados Unidos.

Casos como el de Alejandro Navarro —senador socialista— son bastante raros. Este defiende invariablemente tanto a Castro como a Chávez. En una entrevista al canal Megavisión, le recordaron la elevada cifra de violaciones de derechos humanos en Venezuela, denunciadas por una institución de prestigio. Navarro apenas se limitó a decir que no conocía el dato.

Para algunos, la actitud del ex militar contra la política chilena viene desde la abstención de La Moneda el pasado año sobre el puesto que quería Venezuela en el Consejo No Permanente de Seguridad de la ONU. Bien mirado, el tema pasa por la calidad de la asunción de la libertad y la democracia en un país y otro.

Chávez ya se siente dueño a muy largo plazo del poder en Venezuela, y cada vez con mayor frecuencia atacará a cualquier institución que le cuestione ese poder.

En lo inmediato, la visita de Bachelet a Venezuela zanjó el nuevo incidente. Ahora sólo basta esperar a que la lengua de Chávez vuelva por sus fueros.


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