Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Marte y Venus

Europa, EE UU y la política hacia Cuba: ¿Es posible el consenso?

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Hoy en día, lograr un consenso modesto y similar de la política a seguir es mucho más difícil. Castro está más atrincherado que nunca en su búnker ideológico.

Mientras con una mano Castro libera unos pocos prisioneros políticos —un gesto dirigido a suavizar las sanciones impuestas después de la represión que desató en el año 2003—, con la otra asedia a la nueva cosecha de pacíficos oponentes y acusa vociferando a los europeos de ser lobos disfrazados de corderos. Entonces la UE debate estridentemente sobre cuál es el próximo paso a dar. Del otro lado del Atlántico no hay debate, aún cuando la cuota humanitaria a pagar se eleva por los severos recortes hechos a los envíos de remesas de dinero y los viajes familiares el año pasado.

La política de EE UU es indudablemente muy sensible a la política electoral de la Florida. Aunque los cubanos abrigan una gran diversidad de opiniones, sólo una corriente de éstas es manejada para afianzar las influencias políticas. Esto nos impele al resto de nosotros a ganarnos un espacio. Y a propósito, los europeos deberían estar más atentos a la diversidad de criterios de los cubanos-americanos, y tender puentes políticos consecuentemente con ello.

Más aún, la política que EE UU sigue con Cuba es también una prolongación de la visión neoconservadora del mundo que ha guiado —o mal guiado— la política de relaciones exteriores del gobierno de Bush. Los actuales eventos en Irak decidirán el tiempo que le queda de vida a esta visión del mundo. Si Castro sobreviviera a Bush, el siguiente gobierno —sea demócrata o republicano— pudiera muy bien lograr una transformación pragmática de esta política.

En una entrevista publicada recientemente en el diario mexicano Milenio, el anterior presidente de gobierno español, José María Aznar, dijo: “El gran aliado de Castro es el embargo”.

Aznar también recordó haberle dicho una vez a Castro: “Si yo pudiera, levantaría el embargo, y acabaría contigo”. Castro respondió: “Yo necesito vitalmente el embargo”.


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