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Maduro, Conejo, La denuncia de hoy

¡Maten al conejo!

Si cada uno de estos 24 millones de venezolanos consume un tercio de conejo (0,83 kg), se necesitan de una vez 8 millones de estos animalitos para solo una comida

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Los gobernantes de la izquierda socialista más tarde o más temprano alucinan. Bueno, ya lo hemos dicho en otras oportunidades: están enfermos. No lo duden: solo mentes en desvarío pueden, hoy en día, abogar —unos en mayor medida que otros— por revoluciones o gobiernos del socialismo radical; es decir, que rija la propiedad estatal —que nunca ha sido en verdad la “propiedad social”— sobre los medios de producción; por el monopolio de la información y la entrega, en lugar de dinero, de diplomas, banderas, banderines, medallas y medallines, discursos de agradecimiento patrio a cambio del “deber cumplido”.

Son personas enfermas de la mente. Sin duda. Y ya hemos sido avisados: la aberración, prima hermana —y criadas juntas— de la obsesión, no solo se va por el camino del riesgo personal; también toma la vía hacia la colectividad.

Y esta insania en ocasiones prende en eso que llaman el “imaginario colectivo” de cierta comunidad; que, si no la rechaza, al menos la sobrelleva… Y así ocurre que cuando ella, la comunidad, al fin reacciona ante la insania dicha, ya resulta demasiado tarde.

Ejemplos: ¿está en sus cabales un ser que esté hablando nueve horas, sin siquiera tomar agua, exponiendo datos, cifras, futuros flamantes? ¿Se encuentra en su sano juicio aquel que se considere con dotes suficientes como para adiestrar, desde las tribunas, a las amas de casa en lo que se refiere a la mejor elaboración de sus guisados o acaso para darles el quid acerca de cómo ahorrar energía eléctrica?

Mas, si estos seres se encuentran dementes, no menos lo están —enfatizo—quienes los siguen o al menos los medio siguen o los medio creen. Si bien, como atenuante de estos últimos valdría exponer que las sociedades, en ciertos momentos de crisis, necesitan locos con carisma.

Los comunistas que han estado o aún están en el poder tienen un récord triste en cuanto a las enseñanzas que les imparten o las medidas que les aplican a sus poblaciones para resolver los problemas alimentarios de las mismas.

Aquel, el chino, Mao, dio las órdenes, que fueron cumplidas, para que no quedara un solo gorrión en el vasto territorio de su país. Los gorriones, esos pajaritos que si bien son comilones, alegran el entorno… los gorriones, dictaminó el chino, se estaban comiendo en buena medida los granos que deberían ir a los estómagos de sus súbditos… Había que eliminar a todo gorrión viviente… Los resultados de aquel “gorrionicidio” son de todos conocidos.

Porque resulta que estos, los comunistas en el poder digo, además de empecinados —orates en libertad, subrayo— son extremadamente pragmáticos con tal de resolver las más apremiantes necesidades de la población… Y una de estas es “la alimentación de nuestro pueblo”.

Allá por la década de 1960, en la región central de la Isla se dio el visto bueno para que se la arrancaran a toda yaguasa viviente. Las yaguasas eran las causantes de la pérdida parcial de algunos sembradíos de arroz. Y así ocurrió que, al final, ni yaguasas —portadoras de carne de buen sabor— ni aumento en la ración de arroz.

Otras promociones alimentarias llevadas a cabo en Cuba durante los casi 60 años de socialismo o muerte —valga la redundancia, agregó Teofilito— han sido la de la tilapia, la del carnero en lata chino, la pulpeta de macabí, la carne rusa en salsa, la merluza, la del “chocolatín”… y así hasta el infinito…

Sin olvidarnos, claro, de la más reciente: el consumo de moringa.

Las campañas antes mencionadas tenían como meta, fundamentalmente, cumplir ciertas etapas en cuanto al condumio para, al final, arribar lo mejor comidos posible a la llegada de la multiplicación proletaria de los panes y los peces.

Y ya saben…

Para luchar por las metas antes dichas se realizaron otros “ingentes esfuerzos”. Como “el pastoreo intensivo”, la inseminación artificial en el ganado vacuno, el riego por goteo, la siembra de pangola, etcétera.

Por otra parte, nos aseguraron que tendríamos las mejores piñas del mundo.

Nos preguntaron en público, desde las tribunas: “¿Cuántas libras de arroz quieren?”.

Y de las mismas tribunas nos hicieron saber que dentro de no mucho tiempo, la Isla contaría con “lagunas de leche”.

Por otro lado, hace relativamente poco tiempo, el presidente socialista y boliviano Evo Morales, luego de afirmar que “la causa de la homosexualidad es el pollo”, instó a propios y ajenos para que consumieran quinua, un tipo de grano que fructifica en la cordillera de los Andes. Según Morales, “la quinua es el mejor alimento del mundo”.

“El mejor alimento del mundo…” ¿A qué suena esto? ¿Alguien puede creer que la quinua sea, sin dudarlo un instante, el mejor alimento del mundo? ¿Es Morales nutricionista?, ¿tiene información acerca de todos los alimentos que existentes en el planeta? Nada de esto…, la razón es la que decíamos al inicio: está loco.

A lo antes relatado se suma ahora el bolivariano Nicolás Maduro. ¡Maten al conejo! Le dice a su pueblo.

Eso es. “El conejo no es una mascota, sino dos kilos y medio de carne”, avisa el gobernante suramericano. Y así ha iniciado la campaña para el “Plan Conejo”.

Y avisa a los venezolanos —que, claro, no todos son tontos ni están locos como él— que se guisen a los conejos, que se olviden de esos sentimentalismos baratos de tomarlos como mascotas. Ah, pero sí, expresa Maduro —¿recuerdan cuando en su frenesí habló con un pajarito que le traía orientaciones del más allá enviadas por Hugo Chávez?, ¿no está loco entonces?— que sí, que gran cantidad de venezolanos sí son tontos, puesto que resulta una tontera ese tema de apadrinar conejos, ponerles nombres, llevarlos a dormir a las camas de sus dueños.

No queda más remedio: hay que matarlos para así hacer frente a “la guerra económica” desatada por la oposición. Hay que matarlos.

“Hay un problema cultural, pues nos han enseñado que el conejo es bien bonito, pero viéndolo desde el punto de vista de la guerra [económica] una coneja pare y en dos meses tenemos un conejo de dos kilos y medio”, ha afirmado el mandatario.

Pero a mí me surgen varias dudas.

A saber. En Venezuela tenemos un aproximado de 32 millones de habitantes.

Estimemos que, de estos, 24 millones tienen la edad apropiada para consumir carnes.

Si cada uno de estos 24 millones consume un tercio de conejo (0,83 kg), necesitamos de una vez 8 millones de estos animalitos para solo una comidita.

Agreguemos que un conejo consume, si se trata de alimentos naturales, hasta medio kilogramo diariamente.

Asimismo, cualquiera de los tantos estudios sobre estos animales, indica que requieren el esfuerzo de sus criadores para destinarles la alimentación, alojamiento y salud adecuados, lo cual incluye una atención veterinaria especializada.

Se vincula además con lo expuesto en el párrafo anterior que el conejo resulta susceptible a diversas enfermedades, de modo que lo ideal es inmunizarlos mediante las diversas vacunas para estos fines.

Una de las enfermedades más comunes en estos animales es la llamada “Tiña del conejo”, que se contagia entre ellos y se reproduce a gran velocidad, y resulta en notables pérdidas económicas para los criadores.

Y bueno, para alcanzar una frecuencia aceptable en el tercio de carne de conejo per cápita, tendrían los venezolanos, además de lo citado en líneas anteriores, que acondicionar no poco espacio para plantar los criaderos… y dejar de trabajar en otra cosa… porque una cría de conejos requiere tiempo… mucho tiempo y dedicación.

Ya ven. Así van las cosas.


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