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Israel

Promesas nada más…

Con la crisis israelí de telón de fondo, Bush se marcha de la Casa Blanca sin lograr un acuerdo de paz en Medio Oriente.

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Las elecciones presidenciales de Estados Unidos también contribuyeron a dejar en segundo plano el proceso de paz impulsado en noviembre de 2007 por los líderes de Estados Unidos, Israel y la Autoridad Nacional Palestina en la conferencia de Annapolis (EE UU).

En dicha cumbre se acordó alcanzar un acuerdo antes de finales de este año, coincidiendo con el fin del mandato del presidente George W. Bush, quien en un arrebato de optimismo anunció que el conflicto se resolvería antes del 20 de enero de 2009. Lejos estaba entonces de imaginar que Barack Obama ocuparía la Casa Blanca, ni la renuncia del primer ministro israelí, Ehud Olmer, involucrado en un sonado caso de corrupción.

Si algo se puede asegurar ya, con casi el cien por cien de posibilidades, es que esa promesa no se cumplirá, a pesar de que la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, parece no cesar en el empeño. Rice ya debe haber perdido la cuenta de las veces que ha viajado al Medio Oriente con ese propósito.

Lo que impide cualquier ligero atisbo de solución del conflicto es que los israelíes están citados a las urnas el próximo 10 de febrero, para elegir a los 120 diputados que componen la Knesset (Parlamento), aunque nada garantiza que puedan formar coalición para un nuevo gobierno.

El descalabro de Livni

Tras la renuncia de Olmert el pasado 21 de septiembre, a la actual líder del Partido Kadima y ministra de Asuntos Exteriores en funciones, Tzipi Livni, le resultó imposible unir los más de 60 diputados para formar un gobierno estable.

El pasado 14 de octubre parecía posible, al conseguir un pacto con el Partido Laborista, de Ehud Barak, pero entre ambos partidos sólo reunían 48 diputados y era necesario lograr 13 más para disponer de mayoría. Livni intentó entonces persuadir al Shas, el partido de los ultraortodoxos sefardíes, sin embargo, su líder espiritual, Ovadia Yusef, de 87 años, asestó un golpe mortal con sus exigencias.

Shas pretendía que la candidata se comprometiera a otorgar 200 millones de euros en subvenciones a las familias numerosas (en su inmensa mayoría sefardíes) y a las escuelas talmúdicas, y que excluyera Jerusalén de las negociaciones con los palestinos. Esto significa poner punto final a las mismas, una camisa de fuerza que Livni no podía aceptar, lo que ha hecho crecer su estatura política ante el electorado israelí.

Por eso, el 27 de octubre, el presidente israelí, Simón Peres, anunció en el Parlamento que Israel se dirigía a la convocatoria de unas elecciones anticipadas en las que, según los sondeos, la líder del partido gobernante, Kadima, parte como favorita.

Ese mismo día, quizá en un último esfuerzo por influir en la política de su más fiel aliado en la región, el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, advirtió desde Washington: "Las posibles elecciones israelíes complican claramente el asunto", al referirse a un hipotético acuerdo de paz en el Medio Oriente.

Las partes en pugna

El fragmentado arco parlamentario israelí (13 grupos políticos diferentes), que ha obligado a los predecesores de Livni a buscar aliados ideológicamente distantes, a cambio de todo tipo de contraprestaciones, y los escándalos de corrupción en torno a no pocos políticos, han llevado a la líder de Kadima a presentarse como abanderada de una "nueva vía" política en Israel.

La periodista portuguesa Lumena Raposo, especialista en la política del Medio Oriente, dijo a CUBAENCUENTRO.com que "el período hasta las elecciones legislativas se perfila tenso, principalmente entre los líderes de los principales partidos políticos: Livni por el Kadima (de centroderecha), Benjamín Netanyahu, del Likud (derecha), y Ehud Barak, del Partido Laborista (centroizquierda)".

Este panorama se apreció en recientes declaraciones de Barak, cuando afirmó que "Livni es honesta, pero incapaz de gobernar el país".

Lo paradójico es que ambos forman parte del mismo gobierno en funciones, la primera en Asuntos Exteriores y el segundo en el Ministerio de Defensa.

Según Raposo, en estos momentos las encuestas sitúan a los partidos Kadima y Likud muy cercanos en las intenciones de voto, mientras que el Partido Laborista podría caer a un tercer lugar.

Pero en política tres meses es demasiado tiempo para confiar en los sondeos, y mucho más en un escenario tan imprevisible como el Medio Oriente, donde incluso acontecimientos fuera de Israel pueden influir en los resultados electorales.

A todo esto se une que el jefe de los Servicios de Seguridad (Shin Bet), Yuval Diskin, ya advirtió que existen "grupos de la extrema derecha" decididos a entorpecer el proceso electoral.

El pasado 2 de noviembre, Livni lanzó una advertencia acerca del proceso de paz: la derecha hará todo para evitar que avance y algunos políticos de la izquierda estarían dispuestos a ceder demasiado, "por todas esas razones, el proceso de paz tiene que ser conducido de manera inteligente, y que conserve los intereses israelíes".

El ganador de las elecciones es todavía una incógnita, pero Bush se marchará de la Casa Blanca sin cumplir otra de sus promesas, dejando un terreno minado a su sucesor, Barack Obama.


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