Santos, Cumbre de las Américas, ALBA, Colombia
Santos viajó a Cuba para domar la liebre
El procedimiento de ALBA fue pérfido y chantajista, lanzando Correa la exigencia y la amenaza de no participación de los miembros de ALBA, sin notificación previa al presidente Santos
“Saludo muy especialmente a todo el pueblo cubano… Vengo a conversar con Raúl Castro, con el Gobierno cubano, sobre el tema de Cuba en la Cumbre (de Colombia), a fortalecer las relaciones que son muy buenas, pero siempre son susceptibles de mejorar, y para con Chávez dar luz verde al acuerdo comercial… La visita es corta, pero muy sentida, estoy entusiasmado de poder efectuar el dialogo”, declaró a la prensa el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, al arribar al aeropuerto de La Habana, en la mañana del 7 de marzo, transmitido por el noticiero del mediodía de la televisión cubana.
El mandatario expresó que era su tercera ocasión en Cuba: la primera poco después de restablecidas las relaciones diplomáticas, como designado presidencial cuando fungía como ministro de Comercio Exterior; la segunda privada en que tuvo la agradable e inolvidable oportunidad de compartir una noche con Fidel Castro y Gabo (Gabriel García Márquez); y ahora como Presidente (visita de trabajo durante unas 12 horas). Llegó acompañado de su canciller María Ángela Holguín y fue recibido al pie del avión por el homólogo de ésta, Bruno Rodríguez Parrilla.
Sonriente, con su habitual porte seguro, arribó a La Habana quien mandara acciones contundentes hacia la narcoguerrilla en su desempeño como ministro de Defensa Nacional, y ha demostrado ser inteligente estadista durante la presidencia. Ahora regresó a Bogotá con su difícil misión satisfactoriamente cumplida.
Los esmerados preparativos de las autoridades colombianas para la VI Cumbre de las Américas, a efectuarse los días 14 y 15 de abril próximos, recibieron el golpe bajo del presidente ecuatoriano Rafael Correa, al demandar la invitación a Cuba, durante la XI Cumbre de la Alianza Bolivariana de los Pueblo de Nuestra América (ALBA), en Caracas, el 5 de febrero. La canciller María Ángeles Holguín viajó a La Habana el día 8 para confirmar con Raúl Castro el interés del Gobierno cubano en participar, refiriéndose a la posibilidad del status de invitado, eventual potestad de Colombia en tanto anfitrión, pero con muy limitadas actividades como es usual en esa condición. En todo caso, las consultas para lograr consenso se realizarían con gran discreción, lo cual fue ratificado por el Presidente cuando señaló: “Esperamos que esta liebre que nos saltó en estos últimos días la podamos domar y podamos resolver el impase que hay ahí sobre la asistencia de unos y otros”.
Como reafirmación de los propósitos entorpecedores, el 15 de febrero se efectuó la Octava Reunión (extraordinaria) del Consejo Político del ALBA-TCP, a nivel de cancilleres, convocada por la XI Cumbre recién realizada. En su Declaración Especial decidieron “respaldar la participación plena de la hermana República de Cuba en dicha cumbre, derecho que no puede ser conculcado o sometido a condicionamientos violatorios de su soberanía… Pedir a Colombia que invite a Cuba a la Cumbre de las Américas y que el bloqueo norteamericano a la Isla y el reclamo de Argentina por las Islas Malvinas sean incluidos en la agenda de la reunión”. Desde el primer momento Estados Unidos declaró que el Gobierno cubano no cumplía los requisitos democráticos de las cumbres (establecidos en la primera de 1994 y reafirmados en 2001 a tenor con lo establecido en la Carta Democrática Interamericana).
El procedimiento de ALBA fue pérfido y chantajista, lanzando Correa la exigencia y la amenaza de no participación de los miembros de ALBA, sin notificación previa al presidente Santos, que viene realizado esfuerzos por recomponer las relaciones con Ecuador y Venezuela, y pretendía colocarlo en una situación difícil frente a Estados Unidos, posiblemente con intenciones de revancha y frustración por haber tenido que aceptar que mantenga los acuerdos con ese país, suscritos por su antecesor, cuando él era Ministro de Defensa Nacional. La jugada parece enmarcada en los propósitos de destruir la Organización de Estados Americanos y excluir a Estados Unidos y Canadá, en un absurdo aislamiento que han procurado mediante la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), creada en diciembre de 2011. Por esos derroteros, el mandatario ecuatoriano incluso amenazó con la retirada del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), complemento militar de la OEA.
Esto sucede cuando se progresaba en la integración y la complementariedad tan necesaria para continuar el desarrollo, enfrentando las consecuencias de las turbulencias económicas internacionales con políticas concertadas, y contribuir a minorar los serios problemas afrontados en Centroamérica. Los 34 países de la región, incluidos Estados Unidos y Canadá, en 2009 eliminaron la suspensión del Gobierno cubano de la OEA, lo cual éste retribuyó con declaraciones nuevamente ofensivas y la negativa a solicitar la reincorporación. Tampoco ha habido notables avances en el respeto a los derechos humanos y se mantiene la represión a los opositores políticos en Cuba.
Carecía de realismo pretender imponer a los Gobiernos latinoamericanos y caribeños que enfrentaran a Estados Unidos por la participación de las autoridades cubanas en la VI Cumbre de las Américas. Las relaciones multifacéticas con ese país son mucho más añejas, serias y provechosas, que con Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Incluso los miembros caribeños de ALBA deben sentirse utilizados deslealmente, porque parece un chantaje cobrarle de esa forma el suministro de petróleo, que realmente les ha permitido sortear la actual coyuntura económica internacional, así como la asistencia médica y educacional de Cuba, también respaldada por los petrodólares venezolanos. No menos deleznable es desafiar a la Administración Obama, en un año electoral en que el Presidente se presentará a la reelección.
Si la impronta de Fidel Castro pareció frenar la Primera Conferencia del Partido Comunista, efectuada en enero pasado, y con ella el curso de las modestas reformas económicas, se ha hecho más patente en el plano internacional con los traspiés a la VI Cumbre de las Américas, torpedeando el proceso de “unidad en la diversidad” enarbolado para llegar a la CELAC. No parece tampoco ajeno a las posiciones del Gobierno cubano de defensa a ultranza de los regímenes de Libia, Irán y Siria, más allá de los compromisos con Rusia y China. Todo ello cuando confiaba en la recuperación de la salud de Chávez. Sin embargo, la vulnerabilidad física del caudillo venezolano y su urgencia por afrontar la situación económica interna, mientras continúa su populismo de cara a las elecciones de octubre, auguran dificultades para las autoridades cubanas, incapaces de remontar la crisis multifacética nacional, sin reservas, capacidad exportadora, ni garantías para atraer créditos e inversionistas extranjeros. Incluso si se encontrara petróleo en las aguas profundas del Caribe cubano, demorará años para rendir ganancias.
Esas circunstancias llamaban a la cordura. Una salida airosa, similar a la ahora alcanzada, fue esbozada días atrás por el canciller de Perú públicamente. En declaraciones a la prensa al concluir la visita a La Habana, el presidente Santos expresó: “Analizamos (con Raúl Castro) los detalles de la situación de Cuba en la cumbre… Como hemos dicho desde un principio es un tema que requiere de un consenso, un consenso que infortunadamente no hemos logrado encontrar… Manifestamos al señor presidente que a pesar de que apreciamos, apreciamos de veras, su deseo de hacer parte de esta reunión, en estas circunstancias de no haber encontrado ese consenso, pues es muy difícil extenderle una invitación… A Castro le agradecimos su comprensión en este asunto y su manifestación generosa de no querer crear un problema ni para la cumbre ni para Colombia… Colombia quiere que la situación de Cuba, su participación, sea discutida de manera constructiva y con altura… A raíz de la decisión de hoy, quedamos en que a partir de mañana yo hablaré con los colegas de la región¨.
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