Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Zimbabue

Tarea titánica

El nuevo gobierno tiene por delante el reto de reconstruir un país en ruinas tras cerca de 30 años de totalitarismo.

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El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y el líder de la oposición, Morgan Tsvangirai, firmaron el lunes 15 de septiembre un acuerdo —que algunos calificaron de "histórico"— para formar un gobierno de unidad nacional, lo que pone fin a casi tres décadas de monopolio en el poder del gobernante de 84 años.

El acuerdo, por el que Mugabe sigue de presidente y Tsvangirai se convierte en primer ministro, fue firmado también por el dirigente opositor Arthur Mutambara, en presencia de Thabo Mbeki, presidente sudafricano y mediador en las negociaciones, que duraron varios meses.

La comunidad internacional recibió la noticia con una mezcla de satisfacción y cautela. El comportamiento de Mugabe es imprevisible. Según el acuerdo, éste sigue al frente del Ejército, mientras que Tsvangirai tendrá a su cargo la dirección de la policía, los mismos uniformados que él denunció antes como asesinos y torturadores de seguidores del Movimiento para el Cambio Democrático (MCD), del cual es líder.

Durante la firma, Mugabe se mostró serio y nervioso, mientras que Tsvangirai y Mutambara aparecían tranquilos, lo que contrastaba con la evidente satisfacción de los testigos, informaron agencias internacionales de prensa.

Basildon Peta, especialista británico en asuntos de la región surafricana, registró en su crónica para el diario The Independent que, fuera del hotel de Harare donde se celebraba la ceremonia de la firma, hubo "choques entre seguidores de Mugabe y del MCD, que se lanzaban piedras y otros objetos, lo cual forzó a que la Policía hiciese disparos de advertencia".

Desde hace meses, varios responsables del Frente Patriótico (ZANU-PF), de Mugabe, organizaron milicias con elementos marginales para perseguir y golpear a los seguidores del MCD. El clima de violencia está instaurado en el país y llevará cierto tiempo que el nuevo gobierno consiga alguna reconciliación en las bases.

El periodista portugués Jorge Heitor, especialista en asuntos africanos, en conversación con CUBAENCUENTRO.com, opinó que "resulta prematura una gran celebración por la firma de este acuerdo. Hay que tomar la nueva situación con mucha cautela".

Existe "un grupo de generales del Ejército y jefes de la Policía que casi forman un poder paralelo en el gobierno de Mugabe y que harán todo lo posible para sabotear las medidas del nuevo gobierno de unidad nacional", añadió.

Datos del acuerdo y antecedentes

El acuerdo establece que Mugabe conservará la jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas, mientras que Tsvangirai encabezará el Consejo de Ministros y dirigirá la Policía. Por su parte, Mutambara será viceprimer ministro.

Según los detalles revelados, el nuevo Consejo de Ministros tendrá 31 carteras: 15 del ZANU-PF, 13 de la facción mayoritaria del MCD, que encabeza Tsvangirai, y tres de la minoritaria de Mutambara.

Tsvangirai tendrá que dirigir el Consejo de Ministros frente a una mayoría del ZANU-PF, que ocupa más ministerios. De acuerdo con analistas del mundo africano, se trata de un ejercicio del poder tan complicado, que sólo podrá ejercerlo llegando a continuos compromisos con Mugabe.

Conocedor de los ardides de Mugabe, Tsvangirai declaró que por el momento concede al presidente "el beneficio de la duda".

Mugabe, que se ha visto obligado a ceder parte de su poder omnímodo a los 84 años, fue siete años primer ministro de Zimbabue tras la independencia del Reino Unido, obtenida en 1980. A partir de 1987 se convirtió en el presidente ejecutivo de Zimbabue, que era uno de los países más prósperos de África y ahora se encuentra sumido en la ruina, de la que intentará sacarlo el gobierno de unidad nacional.

La decadencia económica del país se aceleró hace diez años, cuando Mugabe inició una caótica reforma agraria que llevó a la expropiación de miles de fincas a agricultores blancos —muchos de los cuales abandonaron el país—, entregando gran parte de esas tierras a sus seguidores.

La situación se fue deteriorando hasta este año, en que la ZANU-PF perdió los comicios del pasado 29 de marzo, cuando el MCD obtuvo la mayoría en el Parlamento y Tsvangirai consiguió el primer puesto en las presidenciales, aunque no llegó al 50% de votos necesarios para ocupar la Jefatura del Estado en la primera vuelta.

La oposición y la comunidad internacional rechazaron el resultado de la segunda vuelta, celebrada el 27 de junio, en la que Mugabe participó en solitario, pues Tsvangirai se retiró, debido a la violencia contra los partidarios del MCD por parte de las milicias de la ZANU-PF.

El MCD acusa a los partidarios de Mugabe de haber matado a decenas de sus militantes y partidarios antes y después de las elecciones.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos endurecieron desde julio las sanciones impuestas a personas y empresas de Zimbabue relacionadas con la administración de Mugabe.

El país está también en una crisis económica sin precedentes, en la que se ha incrementado la pobreza, hay una grave escasez de alimentos y el desempleo llega al 80%. La inflación en Zimbabue es actualmente la más elevada del mundo, con una tasa que el gobierno admite que supera los 11 millones por ciento.

Reacciones

Las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos han sido decisivas en el acuerdo firmado para formar un gobierno de Unidad Nacional, afirmó el presidente de la Unión Africana (UA), Bernard Membe.

"Las sanciones impuestas recientemente por la UE y EE UU jugaron un papel clave", señaló Membe en una conferencia de prensa en Bruselas, con motivo de una reunión ministerial con la "troika" de la Unión Europea.

Membe, ministro de Exteriores de Tanzania, recalcó que "el papel significativo" de esas sanciones se unió a "la persistencia" del líder de la oposición democrática de Zimbabue, Morgan Tsvangirai, que siempre insistió en lograr un rol "de igual a igual" frente al presidente Mugabe.

Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, manifestó en un comunicado su confianza en que el acuerdo "permita a Zimbabue encontrar una salida a su profunda crisis en el interés de su pueblo y también de la totalidad del África meridional".

Las reacciones de la prensa fueron variadas. El diario español El País resaltó: "el anuncio del acuerdo fue recibido por los ciudadanos con más alivio que júbilo. 'Este acuerdo significa la vuelta de la esperanza a nuestras vidas', ha señalado el dirigente del MCD. Se espera que el documento firmado sea un primer paso para frenar el colapso económico del país".

El británico The Independent advirtió que se pueden crear "gabinetes jimaguas", uno fiel a Mugabe y otro con los seguidores de Tsvangirai. Entretanto, Financial Times fue más cáustico y pronosticó que el acuerdo es "una receta para el desastre", aunque "abre algunas esperanzas".

Desde Harare, el diario The Standard expresó "escepticismo" acerca de los resultados prácticos del acuerdo.

El gobierno del primer ministro Tsavangirai enfrenta la tarea titánica de la reconstrucción de un país como Zimbabue, que antes se ufanaba de ser el único territorio africano que exportaba alimentos: Mugabe deja una población harapienta y cerca de dos millones de refugiados en África del Sur.


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