Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Trasplante a la italiana

Con un costo de casi 20 millones de dólares, 150 médicos y hasta 72 horas de duración, la operación de trasplante de cabeza se prevé para las navidades de 2017

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Internacionales

Mientras el mundo gire, y como vemos no para de hacerlo, la ciencia progresará y con ella la tecnología del trasplante. Hoy por hoy un hombre se transforma en mujer, una mujer en hombre, los feos se hacen lindos y los lindos más hermosos si cuentan con el bisturí apropiado y el dinero para pagarlo.

Pero lo que el cirujano italiano Sergio Canavero pretende es mucho más. Quiere trasplantar… una cabeza… Quiere, que de dos hombres que según él ya no sirven para mucho, hacer uno nuevo y funcional. Unir un cuerpo y una cabeza extrañas… Acabar de llevar a la realidad aquel famoso sueño literario de la inglesa Mary Shelley: Frankenstein…

A Canavero, cuando anunció su proyecto, lo expulsaron por iluso del hospital italiano donde trabajaba, en la ciudad norteña de Turín; pero no tardó mucho antes que la Universidad y el Instituto tecnológico de Harbin, en China, le brindaran al colosal proyecto toda su ayuda y atención.

Por eso, y también por buena suerte, ya hoy en día il dottore Canavero cuenta con una cabeza voluntaria: es la de Valery Spirodonov, un artista gráfico ruso de 31 años —paralizado del cuello para abajo— que sin embargo cuenta con un coco que razona, habla, mastica, traga, llora, ríe, escucha y olfatea perfectamente bien. Así, al cirujano italiano le falta solo un cuerpo sano, de ser posible sanísimo; fuerte y preferiblemente bien formado desde el cuello hasta los pies —que es donde interesa—, aunque cuya cabeza no de ya pie con bola, digamos que con muerte cerebral. Ya aparecerá, se dice y se repite el cirujano Canavero convencido y mucho más, porque con el fabuloso apoyo de Beijing, es casi seguro que dicho cuerpo sano y bien formado, muy probablemente termine siendo un cuerpo chino proveniente por ejemplo de Shangai. No se aclara si tendría que ser de hombre o Valery aceptaría, por debajo de su cuello, la intrigante sensación de ser mujer.

Con un costo de casi 20 millones de dólares, 150 médicos y hasta 72 horas de duración, la operación se prevé para las navidades de 2017. De alinearse todo felizmente para ella, dinero, personal, tiempo, talento, cabeza en estado de alerta y cuerpo saludable —y si no se acaba el mundo antes— el ensamblaje humano del doctor cirujano Sergio Canavero conmoverá al planeta de polo a polo y del oriente más extremo al occidente más lejano dándole la vuelta al globo con total velocidad. Y si todo sale bien, contemplaremos en las pantallas de la tele al Frankenstein italo-chino-ruso en una total movilidad.

No faltará por supuesto quienes censuren la revolucionaria operación como un atentado contra Dios, la moral, la genética, la economía, la ecología, el global warming o las buenas costumbres. Pero el hecho es que el hombre avanza a pasos agigantados en la fabricación de cuerpos, que sería la llave y la más cordial manera —según afirma un famoso erudito oriental— para que la humanidad, al terminar de aprender a fabricarlos descubra la existencia del alma y cuando aprenda a fabricar almas la grandeza del espíritu. Aunque a Canavero poco le importa todo esto, solo coser una cabeza pensante a un cuerpo que pueda caminar.

Por eso, ya veremos si el trasplante es un éxito y ese nuevo hombre —producto de Canavero, una cabeza rusa, 150 médicos, un cuerpo chino y 20 millones de dólares— con todas sus extremidades, sentidos, órganos y apéndices corporales, se mueve perfectamente bien… O por lo menos logra coordinarse aunque sea un poco, llevándose el tenedor a la boca, la mano a donde pica, dirigiendo el ojo hacia donde valga la pena mirar, en este caso tal vez a un buen trasero. ¡Agachándose y levantándose! ¿Cómo se sentirá esa cabeza rusa pudiendo ya mover su pie chino? ¡Y como se sentirá ese pie, sabiéndose ya percibido desde una cabeza!

Y es claro que después habrá que resolver algunos problemas legales. Decidir sobre cuál de las tres fechas —incluida la de la operación— deberá figurar en el certificado de nacimiento del sujeto. Si antes de dicha certificación habría que emitir dos defunciones y cuáles serían las causas de las muertes. Si por ejemplo el nuevo ciudadano debería de mantener los dos nombres, si debería ser de nuevo bautizado y sobre todo: si es que mantiene la masculinidad y algún día tiene la suerte de engendrar un hijo, a qué parte del cuerpo, el coco o la entrepierna, se le concedería —con imparcial justicia— la paternidad. Aunque francamente, tal como van de renovadas y audaces las leyes familiares, no será muy difícil legislar que el niño simplemente nació… de dos papás…


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