Latinoamérica, Bolivia, Marxismo, La denuncia de hoy
Un comunista completo
Sobre las andanzas, los anhelos y tribulaciones de un “marxista clásico”
Así se autodenominó —enfatizando la frase con esa entonación de quienes desean dejar claro con palabra y gesto: “¡que nadie lo dude!”— el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en una entrevista con la cadena CNN en Español en su programa “Dinero”, la noche del pasado 2 de diciembre.
¿Habrá comunistas incompletos?, se me ocurrió pensar cuando el señor dijo lo dicho. Pero bueno, vamos a darle el beneficio de la utilización del pleonasmo, la reiteración, la redundancia, el énfasis, etcétera; algo que suelen hacer muchas personas, galleros, mecánicos, abogados, políticos, limpiabotas o profesores cuando quieren hacer saber que ellos sí son lo que son, de cepa, de verdad, desde los cabellos hasta los dedos gordos de los pies, mientras piensan “no como esos otros que...”
Dijo también en la entrevista aludida el vicepresidente boliviano que era un “marxista clásico”.
“Clásico”. Dijo. Creo que así quiso aclarar que está remachado con clavos de rieles en El capital, El manifiesto comunista, Teorías sobre la plusvalía, La miseria de la filosofía y esos textos, clásicos, como podrían serlo en el arte y la literatura La montaña mágica, El siglo de las luces, Peribáñez y el Comendador de Ocaña o Guernica.
Pero yo encuentro una diferencia: en el arte, lo clásico no se “mueve”, ahí se queda, esculpido en piedra. Mas, en las teorías políticas, económicas y sociales, sí hay “movimiento”. A estos “movimientos”, en el caso del marxismo-leninismo, algunos, sobre todo los marxistas clásicos, suelen llamarle revisionismo ideológico, desviaciones políticas y otros apelativos de este corte.
El señor García Linera, seguramente está de acuerdo, marxista clásico al fin y al cabo, en el odio que sembrara Carlos Marx en algunos de sus escritos y exposiciones para esos tipos que no son seres humanos, sino burgueses, insectos despreciables. Esos señores con los que no se puede tener la más mínima piedad a la hora de la hora.
Y aun debe firmar y acuñar el vicepresidente boliviano, que si bien Marx planteara una guía para la acción, dialéctica de por medio, al mismo tiempo, paradójicamente, irradiara, leyéndolo entre líneas, un punto muerto, un acontecer estático, inmóvil, pasmado, y otros sinónimos del mismo tenor que llevarían a las sociedades en donde, dicen, que sus doctrinas fueron aplicadas, a una dialéctica de balón roto, de túnel tapiado. O quizás, fueron quienes aplicaron sus doctrinas los que le entraron a estas por un costado, no por en medio, como afirman hoy algunos atribulados seguidores del alemán. ¿Será?
En la entrevista referida, Xavier Serbiá, conductor del programa “Dinero”, le pregunta al boliviano, quien se hallaba en Estados Unidos en cuestiones de trabajo de diversa índole, que si acaso no andaba por allí en busca de plata, tratando de captar inversiones para Bolivia, justamente ahora que los precios del petróleo van en picada y el país andino podría verse afectado en un futuro. O sea, él, “un comunista completo”, un marxista clásico, acudiendo adonde se halla el mayor enemigo de la humanidad, a ver si lograba pactar algún negocito que traiga dividendos para Bolivia.
El señor García Linera ofreció una respuesta que puede calificarse de simpática. Citó a Lenin, cuando este, para establecer el comunismo en su país, para fortalecer su revolución, pidió apoyo a países occidentales.
Y agregó algo aún más simpático: hoy Bolivia necesita el desarrollo, el crecimiento imprescindible para luego alcanzar el bienestar que se pretende para todos sus ciudadanos y así continuar el ascenso en pos, suponemos... del “comunista completo”; de todo ser convertido en comunista completo, debemos entender.
Es decir, creo que no nos equivocamos al asegurar que el vicepresidente boliviano se refiere a la implantación, al fin, algún día, del Marxismo Clásico. Cuando, entre otros haberes, las personas no tendrán que trabajar, podrán pasarse la vida paseando por las colinas y vergeles tocando la flauta, la cítara, el bongó o la balalaica, según el caso; obteniendo todo lo que necesiten, hasta los caprichos, sin entregar nada a cambio, puesto que el dinero ya no existirá, como tampoco el ejército ni la policía ni los viceministros ni los chivatos.
Pero como de utopías estamos tratando, yo tengo mis dudas. Vaya…, por ejemplo: Bolivia algún día logra establecer el Marxismo Clásico, y logra más: implantarlo en toda América Latina, a la par que, naturalmente, comienza la competencia económica y política, y el combate de alguna manera, con su gran enemigo: Estados Unidos. Como otra guerra fría, digamos. Pero resulta que pasan 70 años y el bloque comunista latinoamericano —me baso en situaciones pasadas en el otro hemisferio donde anduvo el marxismo— se estanca, no logra alcanzar ni el bienestar material y espiritual que se había asegurado con toda certeza, y todo esto en medio de la supresión de la libertad de expresión —hasta ahora, que se sepa, una odiosa adversaria del Marxismo Clásico—, de modo que no consigue empatarse, en ninguna de las esferas vitales, con los avances del gran enemigo de la humanidad, Estados Unidos.
Y así, los ciudadanos del bloque comunista latinoamericano comienzan a disgustarse, deprimirse, suicidarse al ver que el futuro tiene un tope muy pequeño y la propaganda uno muy grande.
Y pasan otros 10 o 15 años más de hieles.
Hasta que, todos agotados por un porvenir luminiscente que cada día se aleja más, surge en uno de los países del bloque, digamos que en Bolivia —el guía entonces del Marxismo Clásico—, alguien que dice “¡se acabó!”. Y suena una perestroika, o una “pereztroika”.
Y de este modo habríamos tirado por la cañería, como ya sucedió antes en otros sitios, más de 70 años.
Vaya, sería, como suele decirse, una perdedera de tiempo; y más, mucho más que tiempo.
Ya ven, así van las cosas.
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