Un cuarteto peligroso
Chávez, Morales, Ortega y Correa descartan la democracia representativa y la economía de mercado como las mejores vías para el progreso.
Nicaragua
El segundo acto de Ortega probablemente no sea una copia del primero. Seis de cada diez nicaragüenses esperan que su nuevo presidente maneje bien la economía. Ortega ha ratificado a Nicaragua como miembro del Tratado de Libre Comercio con Centroamérica y la República Dominicana, y ha seleccionado a un equipo sensato para dirigir la economía.
Se está uniendo al ALBA —la alternativa de Chávez a los tratados de libre comercio con Estados Unidos— y está aceptando un paquete jugoso de ayuda extranjera desde Venezuela. Puede ser que Ortega salga bien del acto de malabarismo económico.
Pero la política es otra cosa. Seis de cada diez nicaragüenses también piensan que se van afectar sus instituciones, y que se fortalecerá el pacto entre Ortega y Arnoldo Alemán (ex presidente y delincuente convicto). Señales tempranas confirman esos temores.
Los sandinistas y los liberales de Alemán se deshicieron de los disidentes, dentro de sus respectivos campos, con el fin de controlar la Asamblea Nacional. La presencia de Alemán en la toma de posesión de Ortega podría indicar que su perdón ya está en camino. Aunque mayorías muy fuertes se opongan, Ortega podría buscar una enmienda constitucional que permita la reelección presidencial.
Ecuador y Bolivia
¿Será Correa el primer presidente ecuatoriano, en diez años, que termine su mandato? La apuesta es que no, especialmente si fuerza la convocatoria de una Asamblea Constituyente que reestructure a su gusto el sistema político.
Los políticos tradicionales controlan el Congreso. Sin embargo, Correa, quien no tiene legisladores, podría formar una alianza con el ex presidente Lucio Gutiérrez y con otros partidos más pequeños. Las organizaciones indígenas apoyan a Correa y han advertido al Congreso que no debe obstaculizar la creación de la Constituyente. Pero las coaliciones en Ecuador tienden a ser inconstantes.
Como Evo Morales en Bolivia, Correa sigue el modelo de Chávez de subvertir la separación de poderes a través de una nueva Constitución. La Asamblea Constituyente de Bolivia, sin embargo, ha estado paralizada durante meses en medio de una polarización, cada vez más intensa, que ya se ha cobrado vidas.
Morales no halló el camino relativamente fácil que tuvo Chávez para obtener el poder ilimitado, como tampoco lo encontrará Correa. La única solución es convocar a diálogos nacionales incluyentes; pero ni Correa ni Morales tienen la disposición de llegar a acuerdos.
Ortega, por su parte, sí negocia, por lo menos dentro del pacto, no en el toma y daca de la democracia, donde los resultados no se predeterminan. Con tales "compañeros de viaje", Ortega podría resultar el menos dañino de todos, para mayor ironía.
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