Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Irlanda del Norte

Un nuevo capítulo hacia la paz

El Partido Democrático Unionista y el Sinn Fein se comprometen a gobernar conjuntamente el Ulster tras décadas de conflicto.

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De insurgente a negociador

De ex comandante del IRA a jefe negociador del Sinn Fein durante el proceso de paz, el republicano McGuinness, futuro viceministro principal del Ulster, encarna mejor que nadie el tortuoso viaje hacia la paz del nacionalismo radical irlandés.

"Estoy muy, muy orgulloso de ello", dijo McGuinness en 1973, al ser condenado por pertenencia al IRA. Algo que confirmó sin rubor 28 años después, cuando confesó que había sido el "número dos" de la banda el 30 de enero de 1972, año del denominado "Domingo Sangriento" en Derry.

Con la voz quebrada por la emoción, afirmó lo mismo hace dos meses en Dublín, durante una conferencia especial del Sinn Fein. Aunque en esa ocasión tiró de sus credenciales republicanas para pedir a sus correligionarios que aceptasen, por primera vez en su historia, la autoridad de la Policía y la Justicia norirlandesas.

Era el final del trayecto para una organización que ha causado casi 4.000 muertos en las más de tres décadas de conflicto armado en Irlanda y el Reino Unido.

No es extraño que al reverendo Paisley, próximo jefe del Ejecutivo norirlandés, le haya costado aceptar como adjunto a uno de los representantes del partido que juró "destruir" no hace tanto tiempo.

Detrás queda un proceso complejo y hasta con algunas anécdotas curiosas. En las rondas de conversaciones con los partidos organizadas a lo largo de los años por los gobiernos británico e irlandés, los responsables de protocolo se las veían negras para que los negociadores, encerrados en habitaciones diferentes, no coincidiesen ni en los servicios sanitarios, por ejemplo.

¿Retirada de Blair?

Analistas políticos británicos consideran que el primer ministro Tony Blair, podría aprovechar la euforia en torno a la formación de un gobierno de poder compartido en Irlanda del Norte, para anunciar la fecha de su retirada de la política.

Aunque fuentes de Downing Street se han negado a confirmar cuándo el líder laborista hará el anuncio político más esperado del año, en medios periodísticos se cree que la constitución de un gobierno entre el Sinn Fein y los unionistas en el Ulster podría ofrecerle esa oportunidad.

Perseguido por el desastre de la guerra en Irak y el aún mayor de la posguerra, que ha erosionado su popularidad y la de su partido, Blair podrá presentar la reconciliación de esos dos enemigos históricos como su gran legado político.

Aunque en la oficina del Primer Ministro insisten en que no tiene aún decidido cuándo comunicará al país su retirada, prometida para este año, es decir, a mitad de su tercer mandato, tendría sentido que lo hiciera ese día, como apuntó recientemente Financial Times.

En efecto, las elecciones autonómicas de Escocia y Gales, previstas para el 3 de mayo, podrían ser una nueva ducha de agua fría para Blair y los laboristas, ya que, según indican los sondeos, el Partido Nacional Escocés puede convertirse en mayoritario en el Parlamento de Edimburgo.

No es este último resultado el previsto precisamente por el líder laborista al promover la autonomía escocesa junto a las de otras partes del Reino Unido, pero la deriva nacionalista ha seguido su curso y ha provocado tensiones en el norte y sur de las Cheviot Hills, cadena montañosa que separa Escocia de Inglaterra.

El anuncio del día concreto de la retirada de Blair podría relegar a segundo plano la polémica que sin duda provocarán entre los laboristas los malos resultados de las elecciones autonómicas y las locales, que se celebran el mismo día y les serán también adversas, estiman los sondeos.

Al margen del provecho político que el Primer Ministro británico saque al tema, lo cierto es que estamos ante un acuerdo histórico, ejemplo de negociación para otros conflictos que todavía existen en Europa o América Latina.

El diario español El País resaltó en un editorial del pasado 27 de marzo, que "ver a dos enemigos obligados a cooperar y a buscar gobernar desde un obligado consenso es el gran éxito de todo este proceso. Ninguno ha renunciado a sus objetivos finales —el Sinn Fein, a una Irlanda unida; Paisley, a ser parte del Reino Unido—, sólo que, en el proceso, se van a ir diluyendo y perdiendo sentido".

El diario español también argumentó que las cuestiones concretas que afectan el bienestar toman precedencia sobre las de soberanía. Pese a las distancias conceptuales y de situación, son lecciones que pueden servir para el caso vasco, que siempre se ve en el espejo del Ulster. Todos han comprendido la inutilidad de la violencia sectaria y del terrorismo.

Ha sido una victoria del sentido común, facilitada por los ex terroristas que supieron abandonar las armas y un líder octogenario capaz de adaptarse a las nuevas realidades. Todo un ejemplo.


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