Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Naciones Unidas

Una herencia sobrecogedora

El nuevo secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, asumió el cargo con una desafiante agenda para 2007.

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La tarea de Ban será muy ardua, porque al mismo tiempo tendrá que enfrentar los grandes desafíos que le dejó como herencia Kofi Annan. Tiene ante sí la tarea de devolver a la organización el liderazgo internacional, para que deje de estar a remolque de la Historia.

Naciones Unidas ha perdido en los últimos años credibilidad, y para recuperarla se han embarcado en una reforma que el sustituto de Annan tiene la difícil misión de llevar a buen puerto. Ese proceso se inició en septiembre de 2005, en Nueva York, en la mayor cumbre mundial organizada hasta la fecha, la cual arrojó un resultado de mínimos.

Los 160 líderes que asistieron a la reunión reconocieron lo imposible de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que habían fijado en 2000, con el propósito de reducir a la mitad la pobreza en el globo para 2005. Y en la nueva cita dejaron para más tarde lo principal de la reforma de la ONU; la firma de un Tratado de No Proliferación y Desarme Atómico, la creación de un nuevo Consejo de Derechos Humanos y la reestructuración del Consejo de Seguridad, máximo órgano de decisión del organismo.

Desde entonces se ha creado el Consejo de Derechos Humanos, pero la presencia en esa instancia de países como Cuba le ha restado apoyo de otros, como Estados Unidos. La firma de un nuevo Tratado de No Proliferación y Desarme Atómico y la reestructuración del Consejo de Seguridad —verdadero brazo ejecutivo de la organización, manejado por sus cinco miembros permanentes: Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido y Rusia— se han aplazado de manera indefinida.

Prestigio en juego

Escándalos financieros como el del programa humanitario para Irak "Petróleo por Alimentos", que salpicó a 2.400 empresas internacionales, y sexuales, como las denuncias de violaciones masivas por parte de la misión militar en la República Democrática del Congo, no han ayudado a que la organización restablezca su prestigio.

El organismo, además, se encuentra en bancarrota. Los aportes financieros de la mayoría de los 191 Estados miembros permanecen en situación de débito, y el mayor contribuyente, EE UU, ha amenazado con suspender el suyo, que alcanza el 22 por ciento del presupuesto de la organización, si no se acelera la reforma.

La incertidumbre que esa coyuntura proyecta sobre el futuro obligó a Annan a presentar un plan de recortes que le convirtió en el primer secretario general en ser recusado por el Sindicato de Empleados de la ONU, principal plataforma de representación de los 16.000 trabajadores de Naciones Unidas.

Annan, que fue elegido con el apoyo incondicional de EE UU, pero que perdió por completo el respaldo de Washington cuando en 2003 calificó de "ilegal" la ocupación de Irak, deja así a Ban Ki-moon la tarea de recuperar la confianza, tanto de la comunidad de naciones como de los propios funcionarios del organismo.

El nuevo secretario general de la ONU tendrá que hacer acopio de toda la paciencia y sabiduría de los asiáticos para llevar adelante esta gigantesca tarea.


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