Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Elecciones en EE UU

«Soy cardenal en la religión del embargo, pero quiero otros santos»

El candidato demócrata al Congreso por el distrito 25 de Florida, Joe García, aspira a derrotar a Mario Díaz-Balart.

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Joe García no sabe siquiera a qué huele Cuba. Nació en Estados Unidos, de padres cubanos. Pero transpira cubanía por todos los poros. Para él, todo el mundo es "mi socio" o "mi amor". Menos los republicanos. Porque García es demócrata, y además afiliado al partido. Algo sui géneris en una comunidad exiliada cuyas voces públicas reclaman una afiliación republicana para todos. Ahora, García está tratando de demostrar lo contrario. Que la comunidad que lo rodea ha cambiado y se ha vuelto más pragmática.

Sin abdicar de su anticastrismo, García cree, sin embargo, que solamente una mayor apertura hacia la sociedad civil cubana, por parte de los exiliados, puede contribuir a la llegada de la democracia a la Isla. Pero para ello, hay que sacar a los republicanos del Congreso en Washington y se ha postulado contra el miembro de uno de los clanes políticos cubanos más poderosos: el republicano Mario Díaz-Balart. Y lo justifica diciendo, entre otras cosas, que está harto de clanes en la historia nacional.

García tampoco reniega de su mentor. Es más, cree que si Jorge Mas Canosa viviera, estaría en la misma batalla en que él se ha enfrascado. Joe fue, sin duda, el más polémico director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana y durante su mandato la entidad se escindió. Organizó el Programa Éxodo, que trajo a Estados Unidos a cubanos varados en terceros países. Estuvo en la Comisión de Servicios Públicos del estado de la Florida y en la pared de su despacho hay un diploma de la Universidad de Miami que dice que José Antonio García es licenciado en Derecho. Es la gran esperanza blanca de los demócratas en el sur de la Florida.

¿Por qué decidió lanzarse contra un rival que viene de un poderoso clan político?

Tanto en la historia de Estados Unidos como en la de Cuba, y en particular en la de Cuba, los clanes y las dinastías debían haber acabado hace mucho. En este país han pasado a la historia y la verdad es que el clan Castro Díaz-Balart ha sido funesto para nuestros dos países. Mi abuelo era batistiano y murió estando bajo arresto domiciliario, impuesto por los castristas, y yo no iba a dejar pasar la falta de ética, profesionalismo y dedicación al electorado en el sur de la Florida.

La democracia requiere que cada uno juegue su papel, y a mi me tocó este. Ahora, mi aspiración pretende cambiar el destino de la comunidad y ofrece posibilidades que no existen con mi oponente en Washington.

¿Cuál son sus propuestas en relación con Cuba? ¿El embargo debe seguir o no? ¿Qué debe cambiar?

El embargo debe permanecer, pero hay muchas, pero muchas otras cosas que se pueden hacer a alrededor del embargo. Para que Cuba sea protagonista de una transición de la dictadura hacia la democracia hace falta ampliar la sociedad civil, y la política implantada por el presidente Bush, el año 2004, lo impide. Porque impide la ampliación en el envío de remesas y restringe las visitas de cubanoamericanos. Y eso lo único que ha hecho es fortalecer a la dictadura en el poder y enflaquecer la sociedad civil.

Si queremos apoyar —y creo que lo debemos hacer— al liderazgo de la sociedad civil cubana, creo que debemos apoyar y seguir las pautas que ellos, dentro de Cuba, establezcan. No dar órdenes desde fuera.

¿Por qué el tema de Cuba ha quedado prácticamente fuera de esta campaña?

Eso es una mala percepción de esta campaña. Lo que sucede es que los hermanos Díaz-Balart han tratado de hacer lo que siempre han hecho, y que también lo hace la dictadura en Cuba, que es escamotear o calificar como traidores a todos los que discrepan honestamente con la posición de las familias Díaz-Balart y Castro Ruz. Lo que está claro es que sólo la discusión y la diversidad son las únicas formas de traer cambios en la Isla. Y por mucho tiempo eso, lo han tratado de manipular, distorsionar y combatir, tanto en Miami como en La Habana.

¿Qué lo une y separa de su rival?

Lo que me une, bueno, ambos somos padres y deseamos el bien para nuestros hijos y me parece que, además, tal como yo, él quiere ver una Cuba libre y democrática. Pero a él lo que le falta es rigor al momento de probar sus ideas, le falta una prueba intelectual, racional y lógica, ante el fracaso de la política hacia Cuba.

El problema con el embargo es que es casi una religión. Y yo, como mínimo, en esa religión soy obispo, si no cardenal. Pero lo que caracteriza a las personas que dicen que apoyan el embargo, es que aportan pocos resultados de su efectividad. Creo que en esta Iglesia tenemos que cambiar los santos para que pueda funcionar con regularidad.

En las últimas semanas, la campaña se ha vuelto bastante sucia. Su contendiente, ha publicado anuncios que prácticamente lo involucran en el escándalo de Enron y trazan una imagen negra de su paso por la comisión de servicios públicos de la Florida. ¿Cómo ve el asunto?

Me recuerda mucho a la incapacidad de los líderes políticos de la vieja República cubana, al momento de pronunciar sus discursos para mantenerse en el poder. Por eso colapsó la república en los años cincuenta del siglo pasado y la dictadura de Batista en el 59. Cinco diferentes agencias de prensa han demostrado que sus acusaciones son falsas, pero él sigue repitiendo la mentira. Todo muy similar al estilo de propaganda de las dictaduras.

Nosotros no produjimos anuncios negativos, intentamos tener una discusión sobre temas. Posiblemente en este país nunca hubo una elección donde se ofrecieran más temas como en esta. Sea la economía, inmigración, la guerra en Irak, la pobreza de nuestros contribuyentes, todo eso. Pero, desafortunadamente, mi contrincante decidió usar el método de Goebels, o sea, repetir una mentira mil veces para intentar convertirla en realidad, y no dedicarse a discutir los temas que le interesan a los electores.

Espero que el público y la prensa lo reconozcan. Ahora, que quede clara una cosa: nunca intenté ni trabajé para Enron y mi trayectoria en la comisión de servicios públicos de la Florida fue exitosa. Nunca antes se rebajó tanto el precio de las comunicaciones en el país, nunca se dio más servicio a las personas de bajos ingresos y nunca la industria de electricidad estuvo tan regulada y bajo control.

¿Qué pasó con los debates, se esperaba una mayor participación?

Es que, lamentablemente, mi contrincante no tiene la capacidad de discutir y debatir ideas. Estuvo dispuesto a hacer sólo dos debates. Opino que si uno manda a alguien al mayor cuerpo legislativo del planeta, al menos debe saber debatir y estar dispuesto a ello. Esta incapacidad para el debate es un reflejo de que no tiene ni argumentos para explicar cómo nuestro distrito es el que menos fondos federales recibe de Washington, apenas sobrepasado por Puerto Rico y Guam, y eso que estos dos estados no tienen siquiera derecho a voto en Washington.

¿Optimista con la elección?

Soy optimista por naturaleza, porque ser pesimista no da muchos resultados. Si las personas son concientes y salen a votar, creo que vamos a tener la posibilidad de ofrecer un liderazgo que los represente. Joe García no quiere ser representante de Guanabacoa ni de la provincia de Oriente, sino resolver el problema a la gente en un distrito del sur de la Florida, en el mejor país en la faz de la tierra.


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