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Un debate agresivo

Al igual que ocurrió en los anteriores, el tercer encuentro no sirvió para darle un vuelco decisivo a la elección.

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Fue el tercer y último debate presidencial, y el senador John McCain se lanzó a fondo. Vimos a un candidato republicano mucho más agresivo y combativo que en los dos encuentros anteriores. ¿Hasta dónde, según los electores, logró hacer mella en el característico aplomo de su rival, el senador Barack Obama? ¿Logró promover un mensaje capaz de convertirlo en el inquilino de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años? Las respuestas a interrogantes como éstas quizá se sabrán en los próximos días, aunque es posible que tengamos que esperar hasta el 4 de noviembre; en todo caso, una de las cuestiones que McCain parece que deseaba poner en claro era que su triunfo o derrota no iban a estar determinados por una falta de empeño. Una y otra vez atacó a Obama. Con la táctica de sembrar el miedo en los electores como guía, hizo lo posible por presentar a su rival democrático como alguien con un historial en el que abundan las relaciones peligrosas, los trucos y engaños y unas intenciones donde no se sabe qué es peor: si el gusto por el despilfarro o la ideología izquierdista.

Pese a su empeño, el senador por Arizona enfrenta dos grandes obstáculos en su camino a la Casa Blanca.

Uno es que en estos momentos los votantes demócratas superan en número a los republicanos, el presidente George W. Bush es el menos popular desde los tiempos de la Reconstrucción, la mayoría de los electores piensan que la nación marcha por un camino erróneo y Obama está a la cabeza de las encuestas en los estados clave. No cabe duda que la crisis económica ha favorecido la campaña de Obama.

El segundo es que, pese a los reiterados ataques de su rival, Obama se mostró igualmente "presidenciable'' que en los dos encuentros anteriores. De nuevo McCain mostró algunas de las cualidades que vienen restándole votantes —y en general el apoyo de ciudadanos, articulistas, políticos y hombres de empresa—, al mostrar por momentos ese rostro y esos gestos de abuelito gruñón, acompañados de murmullos de desaprobación que llevan a pensar al televidente norteamericano que se encuentra frente a un hombre del pasado.

Sin mostrar la fatiga de una contienda electoral extremadamente larga, el debate de anoche se convirtió en el más profundo y revelador de los tres celebrados. Fue además una exhibición donde junto a una discusión de algunos de los temas principales, que en la actualidad preocupan a los norteamericanos, se mostraron también algunos de los aspectos más negativos de la actual lucha por la Casa Blanca.

Joe 'El Plomero' y los impuestos

Los dos contendientes —que pese al duro intercambio se mantuvieron dentro de la deferencia y los límites de cordialidad que ambos han impuesto en sus encuentros—, trataron en todo momento de conectar con el ciudadano promedio.

En este sentido, McCain usó repetidamente, y a veces con poca fortuna, un ejemplo con el cual trató de resumir los temores y aspiraciones del hombre de la calle: Joe El Plomero.
No se trata de un personaje creado por la imaginación republicana. Joe Wurzelbacher es un plomero de Toledo, Ohio. El domingo se le acercó a Obama y le dijo: "Su nuevo plan fiscal va a tener como resultado que yo pague más impuestos''.

El candidato demócrata respondió que no tenía intenciones de castigar a nadie por el éxito económico. Pero que él quería "estar seguro que cualquiera que se encontraba por debajo (de Joe Wurzelbacher) tuviera una oportunidad de éxito también. Y que pensaba que cuando se esparcía la riqueza, ello resultaba bueno para todo el mundo''.

El concepto de extender la riqueza suena a anatema para los republicanos, y también para buena parte de los norteamericanos: algo así como comunismo doméstico.

No es de extrañar que McCain, que está por debajo de Obama en todas las encuestas —en algunas con cifras de dos dígitos—, se agarra del ejemplo para expresar que su adversario estaba empeñado en llevar a cabo una lucha de clases (otro concepto tabú en Estados Unidos), al apoyar un incremento de impuestos destinado a "esparcir la riqueza''. No se trata de un argumento nuevo en boca del aspirante republicano, pero ayer fue repetido con un énfasis redoblado.

El candidato demócrata lo negó, y respondió que está en favor de reducciones fiscales para el 95% de todos los estadounidenses.

"A nadie le gustan los impuestos'', señaló Obama al inicio del encuentro. "Pero a fin de cuentas tenemos que pagar por las inversiones medulares necesarias para la economía''.

Luego, y tras la referencia de McCain a Wurzelbacher, agregó que su plan no perjudicaría a Joe El Plomero.

Wurzelbacher, que anoche vio el debate por televisión, expresó que aún pensaba que la propuesta fiscal del candidato demócrata le iba a impedir adquirir el negocio en que trabaja, y se mostró de acuerdo con la posición de McCain.

Aún así, declinó decirle a los reporteros de la Associated Press por quién iba a votar.

Planes fiscales

El ejemplo del plomero también sirvió a McCain para intentar presentar a su rival como un político insensible al ciudadano común y demasiado dispuesto a asociarse con personas de mala reputación. Por su parte, Obama enfatizó que su contrario ignoraba con demasiada frecuencia los problemas económicos del país y libraba una campaña negativa.

El intercambio sobre los planes fiscales fue bastante amplio, aunque no el más álgido. Con un formato especial, en el que los candidatos pudieron hablar entre ellos, interrumpirse y hacerse preguntas, ambos se lanzaron, a instancias del conductor, en una discusión relativamente extensa.

McCain se declaró "decepcionado'' de que el secretario del Tesoro, Henry Paulson, "no haya hecho [de la ayuda a los propietarios de hipotecas en riesgo] su primera prioridad''.

Obama sostuvo: "Todavía lo que no hemos visto es un paquete de rescate para la clase media''. El candidato aludía a un paquete de ayuda para bancos en dificultades por 700.000 millones dólares propuesto por el gobierno, que tanto él como su contrincante apoyaron.

En otra referencia a Joe El Plomero, McCain dijo que el plan fiscal de Obama iba a impedir que los obreros estadounidenses puedan realizar el sueño de tener un negocio propio, al señalar que aumentaría los impuestos para los propietarios de pequeñas empresas, lo cual Obama rechazó.

El senador demócrata por Illinois señaló que su plan de gobierno incluye recortes fiscales para 95% de los norteamericanos.

Ataques personales

El momento en que los ataques personales subieron más de tono fue cuando McCain acusó a Obama de llevar a cabo una campaña sucia y de tener relaciones peligrosas.

El republicano se refirió a la retórica extrema del representante John Lewis, demócrata por Georgia que comparó el tono de la campaña republicana con el segregacionista George Wallace, y a las tácticas de inscripción de electores de ACORN (la sigla en inglés de la Asociación de Organizaciones Comunitarias por Reformas Ahora).

ACORN, que ayuda a inscribir a electores de escasos recursos y miembros de las minorías, ha sido muy criticada en las dos últimas semanas por presentar inscripciones con nombres falsos. En estos momentos es objeto de investigaciones en 11 estados. Obama representó a ACORN en un juicio en los años 90 y el grupo lo ha apoyado.

Obama reiteró que ACORN no está asesorando su campaña. Los esfuerzos de ACORN, dijo, "no tienen nada que ver con nosotros. Nosotros no participamos en eso''.

Respecto a las declaraciones de Lewis, Obama no entró en el tema en su respuesta inicial a McCain, sino que citó reportajes que sugieren que personas en los mítines de campaña calificaban a Obama de terrorista o amenazaban con matarlo.

Después que McCain siguió provocándolo, Obama acabó calificando los comentarios de Lewis de "inapropiados'', y se refirió al cinismo actual imperante en la política norteamericana, donde el ciudadano norteamericano sólo percibe revanchas y "cambios de una posición a otra''.

"El cien por cien, John, de tus anuncios, el cien por cien de ellos han sido negativos'', contraatacó Obama.

"Eso no es verdad'', respondió el republicano McCain.

"Es verdad'', dijo Obama, buscando tener la última palabra.

Salud, energía, libre comercio

McCain está transmitiendo actualmente sólo anuncios de corte negativo, según un estudio de la Universidad de Wisconsin, en su plantel Madison. Pero tuvo varios anuncios positivos durante la campaña.

Aunque el debate estaba dedicado a la política nacional, los candidatos también mostraron sus diferencias en los temas de la salud, la energía y el libre comercio.

En el plano comercial, el republicano se mostró a favor de más tratados comerciales como el pendiente con Colombia, bloqueado en el Congreso por la oposición demócrata, mientras que Obama abogó por pactos distintos a los negociados por la administración Bush, y criticó con especial fuerza la negociación con Bogotá, principal aliado regional de Estados Unidos.

"El senador Obama, quien nunca viajó al sur de nuestra frontera, se opone al acuerdo de libre comercio con Colombia. El mismo país que trata de ayudarnos a frenar el flujo de drogas a nuestra nación (...) y que liberó a tres estadounidenses'', enfatizó en alusión al rescate en julio de 15 rehenes de la guerrilla colombiana de las FARC, entre ellos los tres ciudadanos mencionados.

"Tal vez debería viajar hasta allá y visitarlos, y tal vez podría entender esto mucho mejor'', espetó McCain.

"El senador Obama no quiere un acuerdo de libre comercio con nuestro mejor aliado en la región, pero quiere reunirse sin precondiciones con (el presidente venezolano) Hugo Chávez, quien ha estado ayudando a las FARC, la organización terrorista'', enfatizó McCain, con un argumento que ha esgrimido por su campaña durante semanas.

"La historia actual en Colombia es que dirigentes sindicales han sido blanco de asesinatos de forma sistemática y no ha habido juicios'', dijo Obama, retomando una de las principales afirmaciones de los opositores al TLC colombiano en Estados Unidos.

"Creo en el libre comercio, pero creo que por mucho tiempo, ciertamente durante el curso de la administración [de George W.] Bush, con el apoyo del senador McCain, la actitud ha sido que cualquier acuerdo es un buen acuerdo comercial'', indicó Obama.

El Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte "NAFTA (o TLC) no tenía normas laborales. Dije que teníamos que hacer que se pudieran cumplir'', argumentó.

"Necesitamos un presidente que defienda a las empresas estadounidenses y a los trabajadores, y no pido disculpas por ello'', insistió Obama para fundamentar sus crítica a los pactos comerciales.

El debate en la Universidad Hofstra, en Hempstead, Nueva York, permitió que los dos rivales se sentaran a una mesa, reunidos con el moderador Bob Schieffer, de la cadena de televisión CBS.

Al igual que ocurrió en los dos anteriores, este encuentro no sirvió para darle un giro decisivo a la elección, en uno u otro sentido. Ambas campañas continuarán con su dinámica actual, y no hay nuevas oportunidades que permitan a los dos rivales presentarse ante un público de decenas de millones de personas. Al menos sin gastar antes mucho dinero. Y aquí sí los números están a favor de Obama, quien ha comprado bloques de 30 minutos para anuncios en horas de máxima audiencia seis días antes de la elección. Es posible que McCain no pueda permitirse lo mismo. De ser derrotado, siempre le quedará el consuelo de poder decir que, pese a su edad, no dejó de lanzarse a fondo. Hasta cierto punto, se convierte así en un personaje hemingwayano. Esto es suficiente para la derrota, pero no le alcanza para la victoria.


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Los candidatos presidenciales Barack Obama y John McCain, durante el debate de este miércoles en HempsteadFoto

Los candidatos presidenciales Barack Obama y John McCain, durante el debate de este miércoles en Hempstead. (AP)

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