Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Anticastrismo totalitario

El informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre, el pasado y las fantasías.

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El pecado original de buena parte del anticastrismo en Miami es que no es verdaderamente democrático. Esta es la realidad tras las posiciones de un nutrido grupo de miembros del llamado "exilio histórico", quienes a diario declaran estar dedicados a la lucha por la libertad de Cuba mientras defienden dictaduras pasadas y presentes, y a terroristas y censores.

Frente al régimen castrista, estos exiliados encuentran su definición mejor. Sólo que lo que es bueno para ellos no es necesariamente bueno para el pueblo cubano. Además de una vocación caudillista que nunca los abandona, se aferran a tácticas y puntos de vista caducos. Su ideal es ejercer el monopolio del pensamiento opositor y viven en un mundo donde la Guerra Fría no ha terminado. Este tiempo detenido puede que les llene de esperanza, desde un punto de vista existencial, pero contribuye a que su visión de la Isla tenga validez apenas en la Calle Ocho.

Ese afán por aferrarse al pasado hace que sean los únicos herederos de la política de Washington en la época de Eisenhower y los hermanos Dulles, cuando era preferible un tirano anticomunista a un gobierno progresista. La época que propició la existencia de Odría, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez, Trujillo, Somoza, Stroessner y Batista. Mentalidad que luego los llevó a apoyar a Pinochet y Fujimori, sin olvidar diversas dictaduras militares y una nostalgia fervorosa por la España de Francisco Franco.

Ideas democráticas en peligro

A esta estrategia de los años cincuenta del siglo pasado se ha unido la paranoia de los ex que durante décadas se han incorporado al exilio, y que al tiempo que se identifican con el pensamiento de sus antiguos enemigos, son incapaces de librarse de la lógica del partido: dedicados ahora a aplicarla en la dirección contraria.

La tendencia hacia el totalitarismo es visible en el interés por anular toda opinión contraria y ejercer la censura en bibliotecas y escuelas, en la incapacidad para admitir la independencia de poderes y en una voluntad empeñada en imponer sus criterios. Imposible que las ideas democráticas estén a salvo entre quienes no son demócratas.

El anticastrismo totalitario sueña a diario con la muerte de Fidel Castro. La imagina semejante a la partida de Batista de la Isla. Muere el dictador y el reloj da una marcha atrás vertiginosa. Incapacitado frente al futuro y prisionero en el presente, sólo le queda mirar al pasado.


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El presidente Bush, durante la presentación del informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba LibreFoto

El presidente Bush, durante la presentación del informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre. (ERIC DRAPER, CASA BLANCA)