Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Anticastrismo totalitario

El informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre, el pasado y las fantasías.

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Por supuesto que Cuba cambiará a la muerte de Castro. ¿Cómo y cuándo? Ante la imposibilidad de respuestas, algunos prefieren refugiarse en la fantasía. Ahí está Washington para proporcionarla. El famoso plan de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre es una farsa millonaria. Un informe burocrático que no dice nada y promete mucho: 80 millones de dólares es una cifra considerable. Como declaró la líder disidente Martha Beatriz Roque, "casi todo se queda en proyectos que se hacen en Estados Unidos".

El plan entonces cumple dos funciones: "demostrar" el interés del gobierno del presidente George W. Bush en acelerar la transición democrática en Cuba y repartir dinero entre determinados grupos en el exilio y para las transmisiones de Radio y Televisión Martí.

Ambas funciones son políticas, pero no estamos hablando de política internacional sino de campañas políticas: el dinero de los contribuyentes posiblemente cumpla un destino electoral. Los fondos deben ser aprobados por el Congreso, así que los republicanos cuentan con un argumento excelente para solicitar el voto cubanoamericano.

Fines electorales

La cuestión aquí no es negar la necesidad de fondos para apoyar a quienes disienten y se oponen a Castro, ni estar en contra de que los cubanos reciban más y mejor información. La clave es la utilización del dinero y el hecho de que buena parte de la disidencia ha manifestado su rechazo, o al menos su reserva, ante el ofrecimiento de un dinero no solicitado.

El temor es que al final, si son aprobados, estos fondos sean malgastados en transmisiones que no llegan a los cubanos, turismo anticastrista y una que otra publicación torpemente armada y más preocupada por el pasado que por la realidad cubana. Washington ha elaborado un plan a la medida para justificar la retórica entre Miami y La Habana.

Ha llegado el momento de reconocer que en Miami se libran dos luchas simultáneas. Una contra el régimen castrista y otra contra el monopolio anticastrista. No son dos luchas iguales y no se intenta equipararlas. La primera está bien definida. La segunda es un debate entre la amplitud de criterios y el aferrarse a una estrategia caduca, irreal y que sólo sirve a los fines electorales.

Pero lo que no es posible es mantener el silencio y la paciencia frente a una posición esgrimida sólo para el beneficio de unos pocos.


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El presidente Bush, durante la presentación del informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba LibreFoto

El presidente Bush, durante la presentación del informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre. (ERIC DRAPER, CASA BLANCA)